¿Usted
cree que en este país nuestro hay una lucha real contra la corrupción, desde el
ámbito del poder público? Es un problema mastodóntico.
El desinterés de los mexicanos en todo lo que huela a política se explica, lo
vinculan inmediatamente con la corrupción. La percepción generalizada es que
“esa lucha” solo es ingrediente en los discursos de los ínclitos, pero el
aterrizaje es nulo. La gente de a pie ve la impunidad, la gran impunidad para
los políticos implicados en prácticas corruptas y la parcialidad con que se
conducen las instituciones públicas encargadas de acusarlos y de impartir
justicia. No obstante que en el Congreso de la Unión ya hemos aprobado, verbi
gratia, la Ley de Contabilidad Gubernamental, para acotar tentaciones de las
autoridades estatales y municipales, a disponer de la hacienda pública como si
se tratara de su patrimonio personal, habrá que ver su implementación para
estar en posibilidades de valorar su efectividad y eficacia.
Para
que las instituciones públicas sean de fiar, primero se tienen que ganar esa
confianza en los hechos, sin importar quien esté en el gobierno en turno. Su
actuar no debe responder a intereses cortoplacistas, porque
eso no abona a la gesta de credibilidad. La corrupción es más devastadora en
las sociedades en las que la desigualdad y la inequidad son más profundas, por
eso un gobierno determinado a combatirla tiene de manera paralela que generar
mejores condiciones de vida, desarrollar sentido de pertenencia a la comunidad
y enseñar a sus integrantes la relevancia que tiene hacerse responsable a
título individual de la misma, sólo así se levantan los frentes en los que se
estrella ese cáncer invasivo.
La
estrategia tiene que estar encaminada a reducir la percepción de impunidad a la
que hemos aludido ¿cómo? reforzando los controles efectivos sobre el poder ejecutivo en
sus tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal. Se tiene que
empoderar el sistema de impartición de justicia ¿cómo? garantizando la
independencia e imparcialidad de los jueces, de la fiscalía, de la defensoría,
toda vez que vamos hacia un sistema acusatorio, dotándolos de facultades que
les permitan cumplir apegados a derecho y con eficacia sus funciones, alargando
la prescripción de los delitos por corrupción por más años, para que no tengan
escapatoria los funcionarios sinvergüenzas por el transcurso del tiempo, y
triplicándoles las sanciones.
Robusteciendo
los mecanismos de control del poder del sistema político, como
la Comisión Nacional Anticorrupción, que sustituiría a la Secretaria de la
Función Pública, y la de órganos de control ciudadano enfocados a perseguir la
corrupción mediante la denuncia pública, la exhibición de cualquier acción de
corrupción de un funcionario. También habrá que acotar a la aprobación del
Poder Legislativo nombramientos de funcionarios que vayan a ser titulares de
cualquier dependencia enfocada al combate a la corrupción, de cualquier
comisionado especial, comoel reciente que acaba de hacer el presidente Peña
Nieto, para atender la tragedia de Michoacán, ejemplo infausto de esta plaga...
es que resulta inconcebible que se le haya encomendado a ese señor semejante
responsabilidad...¿cómo? ¿por qué? ¿no bastó con el caso de la pobre niñita asesinada?
Dejó prueba fehaciente de su incompetencia, para decirlo educadamente.
Si
las medidas anticorrupción no garantizan REALMENTE que el combate va en serio,
y que solo se trata de los consabidos simulación y fingimiento para hacer como
que se hace pero todo sigue igual, las consecuencias serán de pronóstico
reservado. El coraje de la gente se está trasladando desde hace mucho tiempo
hacia los protagonistas de las fechorías. Si le siguen estirando a la liga se
va a reventar. A la gente le está resultando odioso PAGAR POR RATERÍAS E
INCOMPETENCIA, ambas son corrupción. Aquí en Coahuila estamos hasta la... Y
cuando se le pega al bolsillo y de los de siempre para cubrirlas, porque no hay
otros, aunque quieran convertir en causantes a los pepenadores de basura...¡Es
es el acabose! el brinco hacia una crisis social está enfrente, no a la
vuelta de la esquina.
De
ese tamaño están las cosas. Que no se equivoquen los “del oficio político”.
Están
jugando con lumbre.
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