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sábado, 19 de noviembre de 2016

Para votar se necesita…

19 de Noviembre  2016
 
El próximo año tendremos elecciones en Coahuila. Usted ya lo habrá notado. Los medios dan cuenta del asunto todos los días y también las redes sociales. Se hacen listas de un partido y de otro de las probables candidaturas a los diferentes cargos de elección popular que estarán en la palestra. De hecho y de derecho, el primero de noviembre arrancó el proceso eleccionario en nuestra entidad. Me preocupa y se lo comparto, estimado leyente, que el tono de las descalificaciones pueda enturbiar el ambiente pre electoral y con ello propiciar que el que vuelva a ganar sea el abstencionismo. Sé que en las votaciones políticas entran en juego muchos elementos emocionales y por lo general son los que se imponen a los racionales. No debiera ser así, pero lo es. Todavía no hay candidatos pero ya los ánimos se van manifestando, sobre todo en las redes sociales, y es que la simpatía y la empatía de quienes se mencionan son factor que cuenta, al margen de que en su momento la gente se identifique o no con las propuestas que presenten. Y no perdamos de vista la expresividad y los gestos y formas de ser, que también definen las preferencias.

Con la debida proporción, pero elección al fin, acabamos de ver la de los vecinos. Y si algo quedó claro, es que la belicosidad y la grosería en mucho del discurso de Trump, no lo desfavorecieron, al contrario, le atrajeron un electorado que hacía tiempo que no se presentaba a votar. El derrotado fue el establishment de Washington, según los análisis de expertos. En un país que le permitió a un hombre de color ser presidente por dos periodos consecutivos, la mayoría, incluyendo a las mujeres… gulp… no le dio el mismo trato a Hillary Clinton, y no por el hecho de ser mujer, sino porque se trata de una mujer muy preparada y con muchas tablas en la política de su País. 

Nosotros tendremos en 2107 que elegir mujeres o varones para las 38 alcaldías y sus correspondientes planillas, para la conformación del Congreso local y para la Gubernatura. ¿Qué contará en el ánimo del elector? ¿La trayectoria? ¿La experiencia? ¿La honorabilidad? ¿Su espíritu de servicio? ¿El partido que lo avala o la independencia de partido? ¿El género será factor relevante? ¿Su desempeño en cargos públicos o su no participación en ellos? ¿Su congruencia entre el decir y el hacer? ¿La equidad y la proporcionalidad en sus acciones y decisiones políticas, si es que se trata de alguien con experiencia en el sector público? ¿Las evidencias de si en puestos anteriores genuinamente se han ocupado de generar bienestar para sus conciudadanos?  

Contestar estas interrogantes implica que el elector se informe, que indague de quien se trata, que pregunte, que revise el historial, incluso que hasta busque al ínclito o a la ínclita para que los conozca en persona y hable con ellos. ¿Usted cree que esto sea posible? ¿Forma parte de nuestra cultura cívica?


Yo soy ávida lectora, se lo comparto, también por autodisciplina veo y escucho noticieros, y me he vuelto seguidora también de redes sociales, porque hoy por hoy también cuentan. En las redes particularmente usted encuentra de todo, bueno, malo, regular, pésimo…Son opiniones, algunas con fundamento pero otras sin ninguno y además “aderezadas” con una linfa de insultos y majaderías que llegan hasta la leperada. Y no se vale, porque las redes no son estercolero de nadie. Si mucha de la energía, el tiempo y el talento que algunos utilizan para vaciar sus frustraciones y sus fobias, les dieran un vuelco y los emplearan en algo productivo, el resultado sería a favor de la comunidad. Pareciera, tristemente, que la diferencia política y el debate ideológico que enriquece, se han transmutado en simplismo intelectual, huérfano de argumentos, pervertido en la descalificación y la mediocridad.Recurrir al insulto, es evidencia clara de que se carece de argumentos y de capacidad dialéctica para llevar una discusión sana, serena y respetuosa, que es la que abreva para una democracia saludable como debiera ser la nuestra. 

La falta de respeto imposibilita el debate profundo, distrae en naderías, privilegia lo insulso porque margina lo sustantivo. No puede haber dignificación de la política con ese andamiaje. Además el odio y la vileza son veneno, destruyen cuanto tocan, y lo más lamentable es que contagian a una sociedad que no está acostumbrada a informarse, y entonces se convierte en presa fácil de cualquier vociferante. Jamás el enfrentamiento ha provocado, ni provocará, convivencia pacífica y progreso para la sociedad.

Aprendamos también a tomar con la debida reserva lo que arrojan las encuestas. Fallaron en Colombia, fallaron en Inglaterra y fallaron en Estados Unidos. Mejor indague quienes son los aspirantes y que eso determine su sufragio el día de la elección. Pero infórmese, lo que no le gusta del sistema político seguirá igual si se vota a ciegas —nomás por lo que “dice” la mercadotecnia— o si se abstiene. Las evidencias están a la vista.

La política no es ni por asomo esta ruindad en la que la han convertido muchos que han hecho de ella su modus vivendi. La política es servicio a la comunidad, es instrumento para generar bien común, no el de unos cuantos. Por eso es tan importante que usted analice la trayectoria de vida de quienes quieren ser sus representantes. Vote informado, piense en la trascendencia de su decisión.

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