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lunes, 6 de junio de 2016

Así las cosas…

4 de Junio  2016

Durante mis años de catedrática, les pedí en alguna ocasión a mis jóvenes alumnos de licenciatura que escribieran un ensayo sobre lo que para ellos era la democracia. Hace unos días me encontré en una de las carpetas que guardo amorosamente -porque fue una etapa preciosa de mi vida - uno de aquellos escritos. Le comparto uno de sus párrafos: “No puedo creer que todavía haya tanta gente que pueda seguir creyendo que lo que tenemos es democracia. Hay un montón de mentirosos en los cargos públicos, verdaderos depredadores de ideales, pero también los hay en los medios de comunicación, no se diga en los sindicatos, en los partidos políticos y también en las universidades. Y saben perfectamente que si saliera a la luz todo el mugrero que ellos conocen porque lo han hecho o porque son cómplices, todo se caería en segundos. Su permanencia en donde están depende de su capacidad para tapar la verdad, y así empalman mentira sobre mentira y a seguir mintiendo hasta la eternidad. ¿Cómo puede haber democracia en un lugar donde se tienen semejantes prácticas? ¿Cómo puede haber buenos gobiernos si los que están en ellos son una runfla de depravados sin escrúpulos? Las elecciones son una farsa cada X tiempo. No hay democracia”. Hasta aquí el texto del joven universitario.

Todavía no habíamos tenido las raterías perpetradas durante la administración de Humberto Moreira, que hasta la fecha siguen impunes en Coahuila -y seguirán hasta que los verdaderos dueños de la entidad decidan darse la alternancia y elijan un Congreso que los represente a ellos y no al Gobernador en turno y a su partido-, todavía la delincuencia organizada no se organizaba en nuestra entidad, como lo está hoy día… Y ya el jovencito tenía semejante opinión del régimen. 

La naturaleza de un régimen se conoce por sus frutos. El que priva en Coahuila no está para dar ejemplo, y algunos dirán que cómo machaco lo mismo en mis escritos, que voltee a ver en donde no gobierna el tricolor, y les contesto que no me ciego, y que repudio tanto a uno como a otro, cuando se igualan en sinvergüenzadas. Jamás será sano un régimen en el que no se escuche a la sociedad y se imponga lo que la autoridad determine, nomás porque es autoridad; en el que no haya respeto a las ideas que no le son  proclives y su respuesta estribe en una andanada de tolerancia despectiva. Uno en el que la distribución del poder responde al secreto reparto del mismo entre los poderosos y en el que el ejercicio de la libertad de expresión sea tan solo una parodia, porque lo que priva es la cobarde complicidad del silencio. Un régimen en el que la visión no es acorde a la confianza en el porvenir, sino a las ataduras a un pasado tenebroso, uno en el que la repartición de la riqueza no sea producto del trabajo y la inversión, sino de la prevaricación de funcionarios. 

Me rebela la contemplación impotente de un pueblo que está viendo como el régimen lo está destruyendo de forma progresiva y no mueve ni un dedo para impedirlo. ¿Cómo podemos permanecer inconmovibles cuando estamos viviendo en una entidad que se ha ido convirtiendo en paradigma de corrupción política e impunidad? Estamos cayendo en el vacío. 

El control casi absoluto de los medios de comunicación pagados con largueza de la nómina pública, ha anestesiado a la población y la conduce a un erratismo moral estremecedor. Se han convertido en altavoces de los planes perversos de ingeniería social que han prostituido el alma de los más apartados del bienestar general. Han fabricado zombis en las barriadas con la fusta de la despensa o con la de la amenaza y el ensañamiento, ejercido por sus lideresas a quien se les escapa del “corralito”. Y a sus adversarios potenciales los trituran con el desprestigio y la calumnia pagada, vía los medios a su denigrante servicio. 

¿Qué motivos tenemos para seguir callados? ¿Qué vamos a hacer para cambiar el destino de nuestra casa común? Tenemos que recuperar nuestra conciencia crítica, sustentada en valores que han ido cayendo en desuso pero que están vivos en el yo interno, como son la solidaridad y la indignación colectivas ante este embate de corrupción e injusticia impuestas por el régimen vigente, de tan larga e infausta data. Alternancia, señores, alternancia.

Por sus méritos

28 de Mayo 2016

En Singapur existe una obsesión nacional por la educación. Y vaya que se han abocado a ser los primeros, igual que en muchos otros aspectos que vuelven exitosa a una nación. Y pensar que hace 40 años era considerada una verdadera calamidad. 

En el común de los países, si usted ve los impresos que tienen los billetes -en el nuestro, para no ir más lejos-, tienen la imagen de algún ilustre prócer; en el país asiático, la imagen que usted encontrará es la de un salón de clases en el que un grupo de alumnos están escuchando a su maestro, con la universidad al fondo. Debajo destaca una sola palabra: EDUCACIÓN.

Su pobreza era estremecedora, los altos índices de delincuencia la hacían peligrosa para propios y extraños. Hoy Singapur ocupa el noveno lugar entre los países más ricos del mundo, está por encima de Estados Unidos, que tiene el décimo sitio. después de ser un país agobiado por el analfabetismo, actualmente tiene primer lugar en los exámenes diseñados para evaluar el desempeño de los alumnos. Tar Chorn Chuan, rector de la Universidad Nacional expresa: “Singapur no tiene recursos naturales, de manera que no podemos sobrevivir si no nos concentramos en formar gente”. 

Se convirtió el sistema educativo en una dura meritocracia, cuyos resultados radican en producir trabajadores altamente calificados y en exportar cada vez más productos de alta tecnología. 

La meritocracia inicia desde el primer grado de Primaria. Desde ahí les dicen que lugar ocupan y que se espera de ellos. Al concluir la Primaria, los ubican en diferentes Secundarias especializadas, previa identificación de sus capacidades. Cuando terminan la Secundaria presentan otro examen y pueden ir a instituciones que les ofrecen carreras técnicas especializadas en oficios. 

El ministro de Educación, Ng Eng Hen, considera que esta es la joya de la corona, porque la mayoría de los países tienen buenas universidades pero muy pocos cuentan con un sistema de escuelas técnicas de alta calidad y, sobre todo, una red académica para estudiantes de bajo desempeño. Los países sin recursos (Nosotros sí tenemos recursos… ¡que tragedia!) pueden hacer de su adversidad una ventaja. Un país inteligente tiene CLARO que educar es la herramienta sine cuan non para generar DESARROLLO. 

Los países ricos en recursos son pobres cuando exportan barato e importan cara la tecnología…¡OJO México! El amiguismo y el clientelismo eliminan la meritocracia y crean desigualdad…¡ouch!... Un país inteligente convierte en sus políticas de estado a la educación, a la salud y a la ciencia. 

Finlandia es otro país en el que le han apostado a la educación y las posiciones magisteriales se alcanzan por méritos. Resultados: el 100% de los alumnos de Primaria concurren a la escuela Secundaria, el 93% de ellos se gradúa y el 66% prosiguen estudios universitarios; la tasa más alta de Europa. 

Los maestros ganan un salario similar al de cualquier profesional, gozan de una gran reputación y son estrellas de la sociedad. 

Para llegar a ser docente, se requieren estudios universitarios: 3 años de Licenciatura y 2 de Maestría. Para acceder se requiere un promedio de por lo menos 9 puntos y superar un estricto proceso de admisión. En virtud de ello, en el último año, de mil 600 candidatos a cursar, fue admitido el 10% de los postulantes. 

Los sindicatos allá pelean por mejores salarios, pero también por mayores requerimientos para ingresar al ejercicio de la profesión y de preparación para quienes ya están en ella. 

A mayores méritos mejores posiciones. Se aprende desde la escuela y, por supuesto, desde lo que se vive en casa. La meritocracia en nuestro País no ha echado raíces, porque se asocia con la discriminación. Se refleja en todos los ámbitos, en el político su ausencia ha permitido el crecimiento de la mediocridad y el nepotismo, aquí no son populares los que brillan, hay rechazo hacia los mejores, una especie de aristofobia. A los más preparados se les margina. El gran Ortega y Gasset decía que: “La nación que no reconoce y valora a sus mejores está ciega. No ve como despilfarra pródiga el talento de quienes mejor pueden guiarla en la consecución del bien común y a menudo los ahoga, envidiosa, cuando no directamente los aniquila”.

En Singapur seleccionan a sus futuros funcionarios públicos desde la escuela. Identifican a los mejores alumnos, les dan todas las becas posibles y gastan una fortuna entrenándolos. La capacitación y la formación están implantadas en la mentalidad de estas personas y con esto llegan a los organismos públicos. El esfuerzo, el empeño, la constancia, la dedicación, se PREMIAN. Cuando no te enseñan a sacar la casta porque no hay exigencia, sino “facilismo”, los resultados operan en contra del desarrollo y el crecimiento de las personas. El facilismo conlleva a la pobreza, al conflicto y a la frustración. Hay que decírselo a los padres que solo quieren que sus hijos nomás la “libren”. Exigir esfuerzo a los estudiantes, y convencer a los padres, no es discriminatorio. 

Tenemos que darle vigencia a la palabra mérito, tenemos que ponerla en el debate público nacional, o vamos a seguir dando palos de ciego y postergando la construcción de un país diferente.

El nuevo municipalismo

Mayo 21, 2016

No hay autoridad más cercana desde el ámbito ejecutivo que la municipal. De ahí la urgencia de que este nivel de gobierno se redimensione y se adecúe a las necesidades de hoy, pero para que esto ocurra debe generarse un vínculo fuerte con la comunidad que representa. 

Hay una necesidad de reapropiarse -en el buen sentido- de las instituciones para ponerlas al servicio de la comunidad y el bien común. Sin duda que desde esta perspectiva lo que se privilegian son la ayuda mutua y la cooperación. Desde este primer nivel del ejercicio del poder público debe provocarse que las personas reconozcan a sus vecinos, creen interdependencia y lleguen a acuerdos para alcanzar un bien que sea para todos. 

El municipalismo, entendido como revitalización de las comunidades locales, es congruente con el pensamiento social que aspira al fortalecimiento de la comunidad y a la recuperación de valores que un día se vivieron, como el sentido de pertenencia, de buena vecindad y de arraigo, pero hoy están a años luz de nuestra realidad.

Aspirar a regenerar verdaderamente la política, entendida esta como cuidado del bien común, debe partir de los ayuntamientos ¿por qué? Porque es el centro de toma de decisiones MÁS CERCANO a la población. La proximidad y la  cercanía del mismo es la vía que facilita la inclusión del ciudadano de manera responsable, es el camino desde el que puede instrumentarse objetivamente el que el gobernado deje de “sentir” que su voz se pierde en la nada, que las decisiones trascendentales que afectan su vida son tomadas por un grupúsculo de extraños que no tienen ni la más pálida idea -o si la tienen les importa menos que un comino - de  sus circunstancias y, por ende, de su realidad. 

La perspectiva municipalista sitúa en el centro a la comunidad a la que debe SERVIRLE, a la que SE DEBE. El municipalismo entendido en estos términos ofrece oportunidades inimaginables de contestación a las demandas de los gobernados. Es urgente deshacerse del modelo arcaico de hacer política en provecho de unos cuantos, de erradicar el populismo que manipula a los más desfavorecidos, del corporativismo deleznable, del asistencialismo que domestica la voluntad, y de las complicidades que han hecho que la corrupción y la impunidad gocen de “cabal salud”.

Este gran movimiento lo debe provocar la propia autoridad municipal en cada colonia, en cada barrio de la ciudad, sin importar condición económica o social de sus habitantes. 

Y es que el espacio en el que vivimos  y trabajamos el grueso de la población es el municipio. Es en el municipio, después de la familia, donde se constituye la base primaria de la convivencia. Ahí se prestan bienes y servicios municipales y su calidad y eficacia dependen en mucho de la buena o mala gestión de las autoridades, pero también de la exigencia, en el buen sentido, de quienes son sus destinatarios.

Es desde ahí, sin lugar a duda, donde debe comenzar el proceso de gestación de una sociedad hermanada en la gestión del bien común, pero entendida en las dos vías, del que presta y del que recibe. La riqueza colectiva que se mueve desde el Ayuntamiento debe ser asunto también de la comunidad a la que gobierna. Por eso es fundamental la participación de esta última, no abandonar, como hasta ahora se ha estilado, esa tarea sustantiva  en la autoridad.

En un espacio municipal en el que la sociedad participa, los problemas sociales se abordan de manera conjunta, integral hasta donde sea posible, se facilita el desarrollo del apoyo mutuo y la gestión horizontal de las diversas actividades. Los comités de vecinos, los consejos integrados por autoridad y sociedad integran de maravilla a ambas partes. Así nacen, por ejemplo, los presupuestos participativos que benefician directamente a los vecinos de una colonia determinada en respuesta, verbi gratia, al pago puntual del predial, los microcréditos que estimulan la autosuficiencia económica y la bolsa de trabajo, las campañas de reforestación, la limpia y arreglo de espacios públicos, el apoyo fuerte a las actividades deportivas y artísticas, el embellecimiento y/o la construcción de espacios recreativos. Y algo sustantivo que es fundamental recuperar: las relaciones positivas de convivencia entre vecinos. Hay mucho mal que combatir: la pobreza, la exclusión, la violencia doméstica, la inseguridad pública, el desempleo, las carencias por la edad o por discapacidad, las adicciones, y el largo etcétera de cáncer social que está matando a la sociedad de nuestros días.

Este es el municipalismo que necesitamos, este que refuerza el papel de las ciudades y sus gobiernos, este que va más allá de la llana gestión pública, porque abreva en los principios preciosos del humanismo político.

Artesanos de hombres

Mayo 13, 2016
 
Estoy convencida de que cualquier actividad humana se vuelve extraordinaria cuando se realiza con pasión, y una de esas tareas que tienen que darse con todo cuanto tienes por dentro porque a quienes está dirigida es lo más valioso que tiene una sociedad, que son sus niños y sus jóvenes, es la de ser maestro. Dicen que “las obras más perfectas de los imperfectos seres humanos, son aquellas que nacen del corazón”.

Guardo memoria de todos y cada uno de mis maestros que le pusieron el corazón a su espléndida labor, esos que la volvieron fuera de lo común, porque no solo eran excelentes transmitiendo conocimientos, sino que nos enseñaron a estudiar y a disfrutarlo porque tuvieron la genialidad de convencernos de que cuanto aprendiéramos en las aulas nos iba a SER ÚTIL EN NUESTRA VIDA COTIDIANA.

Mis maestros fueron tan buenos que los tomé como ejemplo e inspiración, y es que con ellos me enteré de que las matemáticas, aunque jamás me gustaron, servían para razonar. Y que si quería expresarme con claridad verbal y por escrito, tenía que amar la lectura y practicarla todos los días, y en el trayecto adquirí gusto por ella y entonces ya mi imaginación no tuvo limites, y viaje por épocas y espacios insospechados, deslumbrantes, y lo puedo hacer desde un escritorio a veces con luz de día y otras con la de lamparita que me compró mi madre exprofeso.

A través de la lectura conocí la cultura de los olmecas, de los mayas, de los mexicas… acompañé a Bernal Díaz del Castillo e igual que él me quedé sin habla ante la magnificencia de la Gran Tenochtitlán. Y adoré la lírica de Sor Juana Inés de la Cruz y me aprendí sus preciosas “Redondillas”.

Y fue mi maestro de segundo de Secundaria el que me hizo apasionarme por la Historia de México. Nunca tuve un  profesor que al exponer tuviera la virtud de llevar a su clase completa a la batalla del Cinco de Mayo, de tal suerte que escuchábamos el silbar de las balas y los cañones y nos penetraba la nariz el olor de la pólvora, y hasta brincábamos en el banco para no ser arrollados por el brioso corcel que montaba el general Ignacio Zaragoza y aplaudimos a rabiar cuando venció al arrogante ejército francés… los zuavos derrotados… ¡Sí, señor!

El maestro tiene que tener vocación por educar, por formar. Es un forjador de talento, desarrollador de habilidades, impulsor de sueños, moldeador de conciencias, descubridor de continentes inimaginados, psicólogo, guía y, muchas veces, hasta mamá y papá de sus alumnos, confidente y amigo.

No hay otra profesión que exija tanto de quien la imparte como ésta. Nunca ha sido fácil ser maestro, por eso es tan admirable quien, a pesar de ello, se esmera en serlo. Al verdadero mentor nunca le falta la fe en sí mismo, o no podrá transmitirla a sus alumnos. Tampoco se permite la desesperanza, aunque esté cierto de que las posibilidades no son muchas, porque si sucumbiera nunca podrían sus alumnos alcanzar las estrellas, con las que les ha hecho soñar.

El que educa alumbra entendimientos y ayuda a esas personas a ser libres y solidarias, enseña a mirar sin miedo, porque los conocimientos dan arrojo y seguridad, y aprendes a confiar en tus propias fuerzas y entonces difícilmente te das por vencido.

Tuve la fortuna de tener maestros de esta estatura y, sin duda, les debo mucho de lo que soy y lo que hago. No se conformaron con darnos clases, si no que fueron más allá, nos explicaron el mundo como un espacio de oportunidades y nos entregaron junto con ello las cartas de navegación para que no nos perdiéramos en el trayecto y también una brújula para cuando se nos complicara el trasiego. 

El verdadero maestro asume la trascendencia de su tarea, por eso se prepara todos los días, por eso su entrega es genuina, por eso se ocupa de los niños y los jóvenes puestos bajo su directriz. Por eso convierte en apostolado lo que hace. Yo quiero agradecer a mis maestros cuanto hicieron por mí. Les comparto esta frase de la que infortunadamente desconozco su autor, pero me encantó. Les agradezco a mis maestros porque me enseñaron a “hablar con mariposas y tulipanes, a descubrir horizontes insospechados y a descansar en el pecho de la luna”. Y es que me enseñaron a soñar.

¡Feliz Día del Maestro!

Madre mía…

7 de Mayo 2016 

La próxima semana en este mayo glorioso estaremos festejando a las madres, martes 10 exactamente. No deja de llamarme la atención que las tiendas dedican grandes espacios a exhibir productos vinculados con la celebración en comento: licuadoras, aspiradoras, cafeteras, planchas, microondas… son los regalos ideales para las mamás… Todos relacionados con el trabajo doméstico que corre por cuenta de la mamá, en el concepto tradicional de lo que significa serlo. Se sigue apelando a un imaginario materno que poco tiene que ver con la realidad de estos tiempos.

Hace 25 años -y hace 40 era rarísimo- el grueso de las mamás nos dedicábamos a serlo de tiempo completo, pocas eran las que por decisión propia salían al campo laboral. En mucho porque así estaba estructurada la sociedad. 

Hoy día, la mamá no deja de encargarse de los aspectos domésticos y escolares de sus niños, pero también tiene obligaciones fuera de casa; sin embargo, muchas comparten las tareas comunes con el cónyuge… o pareja, como se dice en la actualidad. Y hay también un buen número que se las averigua sola. En 4 de cada 10 hogares de México hay una jefa de familia.

Las madres de hoy han aprendido a ser equilibristas, se dividen entre el trabajo y su familia. No es fácil, se requiere pasión por la profesión y a la vez devoción por su maternidad… ¡ah!, y sin olvidarse de sí mismas. No es fácil combinar las dos tareas, pero tampoco es imposible. 

Sin duda que cuando se vive una situación de esa naturaleza se entra en un proceso subjetivo muy complicado, toda vez que se tiene la responsabilidad de demostrarse a sí misma, primero, que se sigue siendo la misma, valga la redundancia; lidiar con el sentimiento de culpa por no rendir lo mismo, toda vez que las desveladas cobran un precio, o que hay que dejar al niño bajo el cuidado de un tercero. Son dos mundos que confluyen por vías distintas, pero se vive en los dos. 

Hay quienes se ven inmersas en esta realidad porque han decidido no renunciar a la profesionista, pero también las hay que trabajan para subsistir, son la única fuente de ingresos a su hogar.

La realidad es que hoy día las mujeres hemos salido y conquistado el mundo exterior. Hoy se nos han abierto las puertas para entrar al cosmos laboral, a las universidades, a la política, al deporte, al mundo empresarial, al dinero, a pensar de manera independiente. Finalmente hemos sido miradas, apreciadas y reconocidas en un espacio diferente al de nuestra casa.  Y esto no es cualquier cosa. Y esas nuevas mujeres acceden a la maternidad. Y esta se redimensiona. Nuestra propia genética nos permite ser multiprocesadoras, podemos hacer varias cosas a la vez, de modo que nos va mezclar la maternidad con la profesión u oficio que hemos elegido para realizarnos como seres pensantes, con talento e inteligencia.  

Ser mamá implica entrega y compromiso constante, es la ocupación más deliciosa, un beso, un abrazo de los hijos, el regalo de su sonrisa nos llena el alma. Una mujer puede ser médica, obrera, abogada, maestra, vendedora… pero primero que todo es MAMÁ. 

La maternidad es una manera de “constituirse subjetivamente” con otro, implica aceptar esa dependencia por un período de tiempo indefinido, fríamente entendido, hasta podría afirmarse que es contra su propia conveniencia, y no obstante, se acepta, se vive y se disfruta. No hay manera más entera de amar a alguien que esta, de verdad, porque a un hijo se le ama a plenitud, con todo.

¡Feliz Día de las Madres! Van por adelantado mis parabienes.

Respetuosa sugerencia: Invítenla a comer, a cenar, desayunar… pero FUERA de casa. Porque llegan todos a festejarla y quien acaba recogiendo el desorden es ella. No se vale.

Chispitas azules

30 de Abril  2016

Pertenezco a una generación en la que los niños fuimos educados y formados —la generalidad al menos — con mano dura, con severidad. A los niños de mis tiempos nos dominaban nuestras madres con la pura mirada, los regaños se daban con un determinante: “cuando te hable baja la cabeza”. Y nomás que no acatara la instrucción. Mis posaderas y mis pantorrillas supieron de buenos cuerazos que me atizó Rosario, mi madre, con singular regularidad, y bien ganados me los tenía, fui una niña muy rebelde, con “mucha iniciativa” para idear travesuras, me encantaba jugar, pero no atender mis deberes escolares, solo había algo que desde los cuatro años que lo aprendí: leer, me arrobaba, me encantaba. 

Los cuentos de Hans Christian Andersen y de los Hermanos Grimm, me los bebía literalmente hablando, las letras, las hermosas ilustraciones que acompañaban los textos simple y sencillamente me fascinaban. Las matemáticas las detestaba, aprendí las operaciones básicas a cintarazo limpio en dos semanas, después de una tunda que me arrimó mi madre por reprobar tercero de primaria. “No quisiste aprender con tu maestra —me dijo Rosario— no te gustó su método, ahora vas a conocer el mío”. Su método hoy sería muy cuestionado, pero conmigo tuvo una efectividad al cien por ciento. 

Pero punto y a parte. La disciplina y el orden con los que me formó, se los agradezco en el alma, han sido directrices en cada día transcurrido de mi hermosa existencia y no me provocaron ningún trauma, ni resentimiento alguno hacia mi Rosario, ni hacia nada ni nadie.

Fui una niña muy feliz. Mi madre me amaba con todo su corazón, yo lo sabía en el mío, no había necesidad de palabras de por medio. Mi madre cuidó mi inocencia con esmero, me protegió de cuanto pudiera dañarla, pero hoy infortunadamente, ya no está ocurriendo lo mismo. Pareciera que se tuviera mucha prisa para que esa etapa concluya a la brevedad. Y es muy triste, porque es tan cortita la infancia. Los niños tienen que saborearla y sus padres tienen el deber de generar las condiciones para que así suceda.

Un niño inocente es ocurrente, prístino, espontáneo, es absolutamente feliz. Cuando te abraza es confiado y abierto. Todo lo que sucede a su derredor es mágico, cada detalle que percibe lo introduce en una geografía que lo llena de asombro. Un niño inocente no batalla para percibir y tocar lo bueno de quienes lo rodean. Son oro molido. No espera nada y espera aunque suene a contradicción, esperatodo. Vea a los ojos a un niño inocente, encontrará constelaciones de estrellas en su mirada.

Por qué hemos ido perdiendo los adultos respeto por todo eso. ¿Por qué robarles la inocencia? ¿Por qué ese empeño de tener criaturas miedosas, desconfiadas que a fuerza queremos que crezcan antes de tiempo, que no pueden dormir en la noche solos en su camita, que les espanta la oscuridad y amanecen en la cama de sus padres o se orinan en ella?

 Cuando uno elige tener hijos, se es padre o madre de tiempo completo, no de a ratos. Educar de medio tiempo es errático, y no se vale alegar que se está cansado y que llega hasta la ídem del trabajo, si es que trabaja fuera de casa o si está en casa que igual, porque el hartazgo ya se le subió hasta la mollera. Los hijos no son muletas, no vienen al mundo a llenar vacíos, ni huecos emocionales. Es mejor no tenerlos cuando se esté en semejantes condiciones. ¿Qué derecho le asiste para arruinarle la existencia a una persona que por principio no es apéndice suyo?

 Los niños nacen para ser bien amados, bien queridos, bien deseados, bien protegidos. La mejor manera de hacer personas de bien es hacerlos felices. Lo que usted les dé es lo que van a darle a la comunidad en la vivan. Ni más ni menos. Los niños no están como los adultos, que ya tenemos pasado y nos atormenta el qué va a pasar mañana, ellos solo tienen presente. Los niños saben quién los ama y quien no, ya de adultos perdemos esa cualidad o nos hacemos tarugos, porque así conviene a nuestros intereses. El secreto de la genialidad  - no me acuerdo ahora quien lo dijo, pero lo dijo – es conservar el espíritu de niño hasta la vejez, y esto equivale a nunca perder el entusiasmo.

Muchas felicidades a todos los niños, muchas felicidades a los padres que están haciendo niños felices, muchas felicidades a todos los que han sabido llevar siempre en su corazón al niño que fueron un día, porque eso les sigue permitiendo ser felices, alegrarse con las cosas simples y no llevar cargas odiosas en el ánimo.
 ¡Feliz día del niño!

Crónica para el futuro

23 de Abril 2016

Sonrío, me regocijo en el sabor dulce de la victoria. Me parece un sueño lo que estoy leyendo en los diarios locales, no se diga en los nacionales. Y lo que han venido expresando los comentaristas más renombrados de las cadenas de televisión y la radio, es música para los oídos de todos los que anhelábamos que esto sucediera. Y es que haber alcanzado la alternancia en uno de los estados más priístas del País, no es cualquier cosa”.  Así empezaría mi texto.

El año que viene, 2017, es de elecciones para Coahuila. Es la renovación de los dos niveles de Gobierno, estatal y municipal, y la del Congreso local. Vamos a ver si somos capaces en la oposición de convencer al electorado de que la alternancia es impostergable. 

Nuestro primer reto, en Acción Nacional, es determinar si tendremos los arrestos y la inteligencia para ir juntos, como uno solo, con quienes resulten candidatas y candidatos a los diferentes cargos de elección popular, al margen de simpatías y antipatías personales. El segundo es y vinculado estrechamente con el primero, si decidiremos tener candidatos que no únicamente ganen las internas, sino que resulten triunfadores en las constitucionales. Esto se llama UNIDAD.

Vuelvo a mi crónica del futuro. Apuntaría: “A lo largo de estas semanas de campaña por este inmenso y amado terruño me fui convenciendo de que lo conseguiríamos, dudé -lo confieso- a veces preguntándome si seríamos capaces de semejante heroicidad, pasaron por mi corazón toda la gama de sentimientos que nos estremecen a los humanos cuando nos encontramos ante lo desconocido. He llorado, he reído, me he enojado, me he peleado, he aprendido, he escuchado, he callado, he dormido muy poco pero he soñado mucho. Mis dudas fueron disipándose cuando fui percibiendo en las miradas, en las sonrisas, en las simples palmadas en el hombro, que la decisión estaba tomada.

“Es una victoria en plural, es de todos los que le apostaron a la transformación de Coahuila, de todos los que se aferraron al ‘Sí se puede’, y se empezó a trabajar para que se pudiera, porque no hay otra explicación de esta victoria, más que la de haber trabajado en equipo. Fue una tarea titánica, solo atenuada por la abundante y entusiasta participación. Se habló con cuantos quisieron escuchar, se les convenció del ahora o nunca, se les retó a poner punto final a tanto año de aguantar callados los desmanes de un régimen podrido por dentro y por fuera como resultado de su inmovilidad; logramos llegar al ya basta de quejarse entre cuatro paredes y salir con determinación a las urnas a finiquitar una dictadura que se volvió insoportable.

“Estamos haciendo historia, tenemos por delante un camino que no va a ser fácil recorrer, pero por décadas soñamos con que llegara ese día, y aquí está. Y la victoria es doble, porque también por primera vez las mujeres no nos quedamos en la galería del coro, no más segunda fila, dejamos de ser música y acompañamiento, vamos, válgase la expresión, a los estelares.

“Las mujeres hemos estado trabajando hombro con hombro con los varones, sabiendo que sin nosotras el cambio no sería cambio. Por décadas luchamos por nuestras reivindicaciones, por ser visibles. Y desde anoche, con actas en mano, sabemos que el cambio tiene cara de mujer. 

Estaremos en cada espacio que nos dieron los electores ejerciendo con responsabilidad el compromiso encomendado. Las mujeres que en este 2017 han alcanzado un cargo público tienen carácter a prueba de desesperanza, nunca se dejaron vencer por el abatimiento y saben trabajar en proyectos comunes. Muchas felicidades a todas ellas.

“Este es el primer Gobierno de la alternancia. Quien ha ganado la Gubernatura se ha comprometido a limpiar a fondo la casa, y  a fondo es a conciencia. Ya ha declarado que el día de su toma de posesión informará a los coahuilenses las condiciones en las que recibe las finanzas, y lo hará, porque fue un compromiso de campaña que tiene que honrar en los hechos. Prometió acompañarse en su gabinete de hombres y mujeres no solamente capaces de ejercer con profesionalismo y eficacia el cargo, sino con HONRADEZ, tendrá que cumplirlo a cabalidad. Va a tener que demostrar con su actuar, que valió la pena haberle otorgado la confianza en las urnas.

“Bienvenida la nueva composición del Congreso local, en el que por primera vez en la historia de Coahuila, la mayoría no la alcanzaron los de siempre. Enhorabuena por la conformación plural y equilibrada en los cabildos de los 38 Ayuntamientos que componen la entidad federativa”. Hasta aquí la reseña del futuro.

Cuanto ocurra el próximo año dependerá de cada uno de nosotros, de nadie más. Ojalá que se imponga la jerarquía ciudadana.