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sábado, 5 de noviembre de 2016

Se acabó la Presidencia…

3 de Septiembre 2016
 
En 1950, el norteamericano Sherman Kent, profesor de Historia en la Universidad de Yale, escribió un libro: “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Americana”, pionero de buena parte de las estructuras de inteligencia que hasta la fecha perduran. Sostenía que entre la inteligencia y la política hay un vínculo trascendente. Señaló con agudeza que “….la inteligencia no es quien determina objetivos: no es el arquitecto de la política; no es el hacedor de proyectos; no es el realizador de las operaciones. Su tarea es cuidar que los hacedores estén bien informados; brindarles la ayuda necesaria, llamar su atención hacia un hecho importante que puedan estar descuidando, y, a pedido de los mismos, analizar cursos alternativos …”

Sostuvo que el papel de la inteligencia “…es definido y simple, que su tarea se describía en dos fases: 1) el examen agotador de la situación para lo que es requerida una política y 2) la exploración objetiva e imparcial de todas las soluciones que el problema ofrece..”

Está visto que en el gobierno de Enrique Peña Nieto esto no existe. Ha venido quedando de manifiesto que su grupo político —Atlacomulco — no tiene el más mínimo interés en arroparlo, en protegerlo de sí mismo. No celebro que esto esté ocurriendo, como mexicana me abruma, como ciudadana me apesadumbra. Quiero explicarme racionalmente, sin permitirle a mis vísceras que intervengan, el grave momento por el que atraviesa nuestro país bajo la batuta de un hombre absolutamente incapaz de conducirlo. 

La discrepancia manifiesta entre lo que dice y lo que hace, daña gravemente la confianza de los mexicanos y cuando esto sucede los resultados de un gobierno dejan de ser creíbles. Todo desarrollo demanda esfuerzo y compromiso de políticos sensibles a la generación del bien común. Y esto está muy lejos de percibirse en el actual presidente de México. La política se dignifica cuando existe congruencia entre el dicho y el hecho, y es que conciliar la política de la imagen con la que revitaliza el ámbito democrático y la representación que ostenta el titular del Ejecutivo, son piedra angular en la agenda pública. Aquí hay ausencia.

Enrique Peña Nieto no está haciendo de la política “el arte de lo posible”, sino todo lo contrario, hoy en nuestro país estamos asistiendo a la negación de la famosa frase de Otto Von Bismark, el Canciller de Hierro alemán. El Presidente exhibe sus debilidades todos los días, se pierde en el laberinto de sus ineficacias, sus palabras, el discurso es cada vez más débil porque el hecho que lo antecede …o que lo precede lo desfonda…Y NO HAY QUIEN LO DETENGA…¿o lo quieren despeñado, sus ínclitos “maestros”?

 México se desangra en el profundo sur…y no pasa nada, su alfil, el Secretario de Educación no compone, y es que lo que natura non da salamanca non presta; su secretario de Gobernación está en la antesala del adiós porque tampoco ha podido abonar a la solución de un conflicto que va en crescendo porque lo minimizaron desde un principio, creyeron que estaban todavía en el México de los sesentas, cuando el poder del sistema era omnímodo y controlaban a sus aliados. Y el último dislate de la semana…de esta semana ¿De quién fue la “genialidad” de invitar al tipo que quiere ser presidente de los vecinos a venir a nuestro País? ¿Cómo se atrevió el presidente de México a invitar a nuestra casa a un individuo de la calaña de Trump? Superó al cobarde de López de Santa Ana. 

Lo que suceda de aquí a la conclusión del sexenio del hombre por el que votaron 19 millones de mexicanos, solo será trámite. Peña Nieto abdicó de su mandato. Pobre México…Que cercanos me resultan hoy los dolidos versos de León Felipe: “…que lástima, que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a la gloria de la patria…”

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