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sábado, 25 de febrero de 2017

Va por todas


Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
Mentiría si negara que las mujeres en este siglo y postrimerías del anterior hemos tenido avances importantes en muchos ámbitos del quehacer humano, no obstante, hay todavía asignaturas pendientes; en la política particularmente tenemos camino que recorrer, puentes que tender y murallas que echar abajo.

Desde el Plan de Acción de Beijing, pasando por la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en la Ciudad de México en 1975, Nairobi en 1985 en la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, cuando los gobiernos y parlamentos se comprometieron a promover la igualdad de género en todas las esferas de la vida política, consolidándose 10 años después en el Plan de Acción de Beijing, adoptado en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer la representación de las mujeres en los parlamentos y sus repercusiones para la toma de decisiones políticas, ha corrido agua y aquí vamos. En 1992 La Unión Interparlamentaria (UIP), que se ha dedicado a la investigación y la recopilación de datos sobre las mujeres en los parlamentos, respaldó las iniciativas de las Naciones Unidas para lograr la participación plena de las mujeres en la política. Y esto se reflejó en su Declaración, que le comparto: “El concepto de democracia sólo tendrá un significado verdadero y dinámico cuando las políticas y la legislación nacional sean decididas conjuntamente por hombres y mujeres y presten una atención equitativa a los intereses y las aptitudes de las dos mitades de la población”.

Nuestra participación en el espacio político SÍ INFLUYE, ¿por qué? Porque aportamos visiones, aptitudes, puntos de vista y perspectivas diferentes que abonan a la conformación de un programa político integral. Esto ya se ha venido reflejando en los congresos federal y locales de nuestro país, en mayor o menor cuantía, pero ahí está. Han mejorado con la presencia femenina la manera de expresarse y comportarse en la arena parlamentaria, el orden de prioridades sobre la agenda política, la sensibilidad sobre los asuntos de género en aspectos gubernamentales, particularmente en presupuestos y en reformas e introducción de legislación que desde la pura óptica de los varones ni siquiera se contemplaban. 

De manera paralela a este avance a todas luces significativo, la participación política de las mujeres está enfrentando nuevos desafíos, como son el debilitamiento de la democracia, del Estado de Derecho  y formas “sofisticadas” de violencia con sello eminentemente político. ¿Qué es la violencia política? Transcribo textualmente la que acuña el Protocolo para atender la violencia contra las mujeres de marzo de este año: “Comprende todas aquellas acciones y omisiones –incluida la tolerancia– que, basadas en elementos de género y dadas en el marco del ejercicio de derechos político-electorales, tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogativas inherentes a un cargo público”.
Víctimas de esta violencia: Gisela Mota, alcaldesa de Temixco, asesinada un día después de asumir el cargo; la precandidata por el PRD, Aída Nava,  encontrada decapitada en las inmediaciones del poblado de Tecoanapa, un día después de haber sido secuestrada durante un acto político; la precandidata a la diputación federal por el PAN en Morelos, Gabriela Pérez Cano, sufrió un ataque en su domicilio en el cual le dejaron un mensaje que decía “Abandona la candidatura” y agredieron a su hijo de 14 años, entre otros múltiples casos.

Le comparto algunos ejemplos que contempla el Protocolo en comento, sobre violencia política contra las mujeres: Registrar a mujeres exclusivamente en distritos perdedores, lo cual ya está prohibido por las leyes electorales. Amenazas a las mujeres que han sido electas. Inequidad en la distribución de los tiempos de radio y televisión. Inequidad en la distribución de los recursos para las campañas. (En 2015, los hombres recibieron 28 millones más que las candidatas.) Uso inadecuado de los partidos del presupuesto destinado a la capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres. Obstaculización de la participación de las mujeres en las elecciones regidas por sistemas normativos internos. Agresiones verbales basadas en estereotipos y visiones discriminatorias sobre las mujeres. Acoso, ataques físicos, violencia sexual e, incluso, asesinato. 

Como bien lo ha dicho, Lorenzo Córdova, presidente del INE: “La violencia política contra las mujeres no sólo degrada la vida política del País, sino que atenta contra la igualdad y la inclusión que ha caracterizado la lucha democrática en México”.

Hemos tenido avances importantes en la legislación, pero no basta. En lo que tenemos que empeñarnos es en cobrar conciencia de que este mundo, de que la vida en este mundo, empezando por la comunidad específica a la que pertenecemos, necesita de hombres y de mujeres para construir espacios en los que todos vivamos de acuerdo a nuestra dignidad de personas. El próximo año tenemos elecciones y la participación femenina va a ser alta, por ministerio de ley, pero no será suficiente para ganar el cargo público, los partidos políticos tienen el deber de presentar a las mejores, porque las hay. Y el electorado tendrá que tomar cartas en el asunto.

Esther Quintana Salinastenemos que cobrar conciencia que este mundo necesita hombres y mujeres para construir espacios en los que todos vivamos de acuerdo a nuestra dignidad de personas

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