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domingo, 7 de mayo de 2017

Si no le gusta, combátala con su voto

Los Gobiernos corruptos no combaten la corrupción; al contrario, la protegen, es su garantía para seguir con vida
 
Decía Walt Whitman: “Rechaza todo aquello que insulte a tu alma”, y definitivamente la corrupción insulta no sólo el alma, sino cuanto toca. 

La política es una de las actividades más contaminadas por este cáncer. La proclividad de quien llega a un cargo público y ve en el mismo una catapulta para volverse rico sin más trámite que robarse el dinero de la comunidad, se ha vuelto tan cotidiano… tan deleznablemente cotidiano que a mundo y medio le parece ordinario… sin embargo, lo reprueban. Pero no basta con reprobarlo, hay que combatirlo, y el combate tiene que ser de fondo.

Hay dos tipos de corruptos, apuntan los estudiosos: el delincuente común y el inteligente. Muchos de los delincuentes comunes son producto del ambiente social en el que han crecido, donde la brutalidad y la frustración se hermanan para gestarlo. La mayoría son de todo, menos inteligentes, su manera de delinquir es mediocre y casi siempre terminan en la cárcel o muertos. El que sí es un verdadero cáncer es el inteligente, ése no tiene excusas de índole social que expliquen su perfil, éste es perverso esencialmente, es malo por convicción, es hipócrita, manipulador, mentiroso, ladrón, maestro del fingimiento, disfruta dañar, no tiene ética, es corrupto y corruptor innato. Éste usa el dinero para comprar poder, a su propia familia la compra con lujos y ostentación, ésta se acostumbra a no preguntar de donde viene la fortuna. Disfruta que lo idolatren, que le rindan pleitesía, se regodea con el vasallaje que le tributan los lambiscones y cómplices de los que se rodea. La verdadera perversión estriba en todo lo que hace para allegarse dinero: malversación, lavado de dinero, negligencia, nepotismo, maltrato, hasta crimen si ha lugar…

Este tipo de especímenes abundan entre la clase política, por eso la gente dice que todos los políticos son así, aunque no sea cierto el juicio, pero como la tendencia es generalizar, pues generalizan. Y eso da como resultado que la repulsa hacia todo cuanto se refiera a política y a políticos vaya in crescendo. 

De ahí que la lucha contra la corrupción suponga un gran esfuerzo, pero para iniciarla y alcanzar el éxito que se desea, debe empezarse por formar con valores, desde casa, a los niños y a los jóvenes. Si esto no sucede ya, todas las iniciativas para combatirla no tendrán buenos resultados.

Desterrar la práctica mezquina de dar dinero, de pagar por votos para alcanzar el cargo público, persistirá hasta que no se solucione el problema de fondo. El manipuleo que realiza como práctica sistemática el sistema priísta instituido para mantener a la gente de las colonias populares en estado permanente de necesidad es típico de los Gobiernos corruptos.

Entre más camino la calle y toco puertas, crece mi determinación de no quedarme de brazos cruzados viendo suceder las cosas. Las lideresas son temidas por quienes viven en los barrios más pobres de la ciudad. La perversa labor que tienen a cargo no conoce límites, ¿sabe por qué? Porque se les solapa y se les protege desde las más altas cúpulas del poder sempiterno que ejerce el PRI en Coahuila y en los municipios gobernados por la oposición, como es el caso de Saltillo, con marcaje personal. Esto es corrupción.

El mejor y más eficaz antídoto contra la corrupción es inculcar sentido de pertenencia en las personas. La corrupción se achica cuando comienza la pertenencia. Cuando florece la confianza, y una persona encuentra un sentido de seguridad en sus propias capacidades, la corrupción recibe un golpe de muerte. De generar este sentimiento, esta fuerza interior, esta conciencia de que mi comunidad me importa y no voy a permitir que la dañen ni la corrupción ni la impunidad venida de quien tiene el deber legal de salvaguardarla, es lo que va vacunarnos contra los gobernantes corruptos. Los Gobiernos corruptos no combaten la corrupción; al contrario, la protegen, es su garantía para seguir con vida. Por eso una de las inversiones más importantes que debe hacerse en las personas es aquella que conlleve a su desarrollo integral como tales. Cualquier Gobierno casado con el bienestar de sus gobernados hace esto. Sólo los corruptos actúan a contrario sensu.

Decía el prominente político y prócer de la independencia ecuatoriano, Eugenio Espejo, que: “Un pueblo que no ejerce sus derechos es un pueblo esclavo. Un pueblo que no cumple su deber es un pueblo corrupto. Un pueblo que no cumple sus deberes, ni ejerce sus derechos, es un pueblo bárbaro”.

El 4 de junio tenemos una cita en las urnas, no abdiquemos del ejercicio de un derecho ni del cumplimiento de un deber ciudadanos.

¡Que vuelvan!

En estas casi cuatro semanas de recorrido en el toque de puerta para solicitar el voto para el próximo 4 de junio, hemos estado percibiendo una especie de euforia que hacía tiempo no se presentaba en Coahuila. Hay esperanza en los saltillenses, y lo digo porque es el municipio que he estado caminando, la gente nos abre su puerta, tiene la generosidad de escucharnos y recibe la papelería que le entregamos, háblese de dípticos o volantes. La alternancia para el Gobierno Estatal ya está en el ánimo de los electores.

Y la simpatía por el Gobierno municipal de la capital del Estado se percibe en la calidez del recibimiento de nuestra propuesta.

Hay un marcado rechazo al Gobierno de los más de 84 años, algunas personas nos lo dicen abiertamente y otras con la claridad meridiana de su lenguaje corporal. Este fenómeno no lo había yo visto en las colonias más populosas, porque son las que tienen el llamado “voto duro” del PRI, pero hoy voy descubriendo que las amenazas, la manipulación, las prácticas de terror utilizadas por las llamadas “lideresas” de las colonias populares se van diluyendo en el disgusto 100 por ciento fundado de quienes se han dedicado a atosigar la voluntad de todos aquellos cuya falta de estudios y su pobreza material les ha impedido crecer por dentro y rebelarse ante un trato absolutamente ayuno de solidaridad y pleno de mezquindades y de amenazas. Son las personas que el sistema ha domado con las despensas, con las latas de pintura, con la beca. “¿Y usted que me va a dar? Dígame… pa ver si voto por usté”.

¡Qué sistema tan despreciable el del asistencialismo perenne! ¿Sabe por qué? Porque con este “instrumento” les enseñaron a ser pedigüeños eternos, conformistas sempiternos, dependientes hasta la consumación de los siglos. Y van heredándolo de generación en generación. Este es uno de los desafíos que tienen que atenderse y ganarse en este Siglo 21. Volver a la gente autosuficiente y, por ende, libre. Aquí es donde debe canalizarse el grueso del presupuesto de un Gobierno, se tiene que invertir en desarrollo humano, en programas que contribuyan al crecimiento integral de las personas. Esto es lo que va a salvarnos.

Me he topado también con personas verdaderamente indignadas con un Gobierno Estatal alejado de las causas comunes, y centrado en el único objetivo que los alienta: permanecer en el poder. No están dispuestos a seguir manteniendo un régimen asentado en décadas de contar mentiras, de manipulación consuetudinaria, y sobre todo de fincar su prosperidad personal, la de su parentela y la de toda su corte amigos, en el enriquecimiento ilícito. Y el colmo, nunca castigados. Y esto me alienta, porque el “hasta aquí” viene en el mismo paquete.

Hay quienes dirigen su repudio a toda la clase política, porque parten del supuesto de que todos los que nos dedicamos a esta actividad estamos cortados con la misa tijera, que ni a cual irle de ladrón. Te oyen pero no te escuchan y aunque no te lo dicen con palabras, te lo gritan con su silencio, con el hastío de su mirada, con todo el cuerpo. Son los que no votan, porque su manera de exteriorizar su malestar es rechazando lo que les indigna. Pero yo les digo respetuosamente que no se acojan a la pasividad del rechazo y que actúen en consecuencia. El abstencionismo ha dañado mucho a Coahuila, ha contribuido a la permanencia del régimen origen de toda la debacle que genera su repudio.

Y hay otra pregunta que se repite una y otra vez, en todos los estratos sociales: “¿Y va a volver? ¿O estará usted como todos los demás que han venido a tocar mi puerta, a prometernos el oro y el moro, y cuando se sientan –cuando llegan al cargo– se les borra de la cabeza y nomás roban, pero jamás vuelven?” ¿Cómo cambiamos esta percepción tan ganada a pulso por muchos que así actúan y que ha llevado a la generalización? ¿Cómo tendemos puentes entre una sociedad tan descreída de sus funcionarios? Esta es una de las tareas más difíciles, porque implica un actuar posterior a ocupar el cargo para demostrar que no todos se conducen con ese desapego. ¿Y por qué creer de nueva cuenta que éste o aquélla sí van a honrar el compromiso?

Por favor, analice las propuestas y las trayectorias de cada aspirante. No se permita votar sin este análisis. Gabriela Vargas, asesora en imagen pública, dice que el perfil del candidato ideal es: honesto, abierto al diálogo, competente y enérgico.
Usted tiene la última palabra. No se abstenga, por favor.

Asistencialismo que aniquila

Subsidiariedad y asistencialismo no son lo mismo. La subsidiariedad es un principio en virtud del cual el Estado social coordina las acciones de la sociedad con la finalidad de alcanzar el bien común. El asistencialismo es todo lo contrario;  limita las capacidades del ser humano al proveer los servicios sin llegar a la solución de los problemas sociales. La subsidiariedad hace parte del Derecho Natural y es uno de los principios sustantivos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica.

Este principio lo trajo el Papa León XIII en 1891, en su encíclica Rerum Novarum: “Los que gobiernan deben proteger la comunidad y los individuos que la forman. A los Gobiernos les ha confiado la naturaleza la conservación de la comunidad, de tal manera, que esta protección o custodia del público bienestar no es sólo la ley suprema, sino el fin único”.

Derivado de este concepto, el Estado social debe funcionar con base en la subsidiariedad, de tal suerte que se ayude a la comunidad a arribar a un desarrollo humano real, pero brindándole herramientas para que ellos mismos por sus medios y capacidades lo alcancen. Enseñarlos a pescar, no darles el pescado. La actuación del Estado es, pues, supletoria y subsidiaria. El Papa Pio XI, atendiendo a este concepto, escribió: “todo influjo social debe por naturaleza prestar auxilio a los miembros del cuerpo social, nunca absorberlos y destruirlos”. Y Juan Pablo II expresó que: “el Estado tiene el derecho a intervenir cuando situaciones particulares de monopolio creen obstáculos al desarrollo. Pero, además, puede ejercer funciones de suplencia en situaciones excepcionales, cuando sectores sociales o sistemas de empresas demasiado débiles o en vías de formación sean inadecuados para su cometido”.

El problema viene cuando el Estado se desnaturaliza, porque cambia este procedimiento. El Estado moderno creado en el Siglo 19 estableció como objetivo afianzar la libertad y la igualdad, derivado de esto se le encomienda la prestación de ciertos servicios públicos, como son: justicia, educación, salud y seguridad. Debiendo estar al alcance de todos y prestarse en forma eficiente y en igualdad de condiciones.

La eficiencia implica que el servicio debe prestarse por los mejores, por los más calificados, no por improvisados. La igualdad demanda que todos puedan acceder al servicio, sin discriminación de por medio.

El asistencialismo se lleva al traste todo esto. ¿Por qué? Porque genera una mafia para repartir bienes y servicios que depende directamente del político en turno o del grupo en el poder, pagados con recursos públicos, pero con criterios absolutamente ayunos de ética y partidistas. La igualdad pasa a segundo término, pues la prestación ha dejado de ser entre iguales. El control y el poder lo tiene y lo ejerce el que reparte la despensa, los tinacos, las latas de pintura, etc., etc., y quien lo recibe queda sometido a su manipulación. Todos los días le recuerdan quién es su “amo” y le amenazan con perder la dádiva al menor movimiento de emancipación.

El desarrollo que debiera provocarse con estos apoyos se pierde en la nada, porque no están diseñados para que la gente crezca, ni se vuelva autosuficiente, sino todo lo contrario. Lo que menos quiere el “amo” de sus vidas es que se conviertan en personas libres, eso es amenaza, pierde el control sobre ellos. El sistema priísta mexicano “desarrolló” esta perversión y la sigue alimentando, porque es la que le ha permitido permanecer tantos años en el poder. Las ejecutoras de semejante oprobio son sus lideresas, mujeres a quienes les dan poder sin medida para que cometan toda suerte de atrocidades. Son sus domadoras de voluntades. En Coahuila, el reparto está en su máximo. Tenemos elecciones. Pero la gente ya está harta del yugo. Las mujeres de las colonias populares ya lo dicen en voz alta, otras con sus ojos, con su coraje contenido…

Va a explotarles la caldera a los sempiternos dueños de la entidad…Como dice el canto nuevo: “La gente no aguanta más…”

Una lección de amor siempre vigente

Son momentos para recordar que el amor, la humildad y el perdón hacia nuestros semejantes no deben tener límites"
 
Es un tiempo precioso para el receso de lo cotidiano, para dejar un rato lo de todos los días y volver la vista al interior y fortalecernos espiritualmente, para unirnos en el amor y la fe en Dios, para reencontrarnos y para abrazar a lo más preciado que tenemos, que es nuestra familia.

Para quienes profesamos la fe católica, son momentos para recordar la muerte y la resurrección de Jesús, el divino nazareno que quiso ser hombre para entender al hombre y entonces amarlo y comprenderlo en toda la magnitud de su condición humana. Son momentos para recordar que el amor, la humildad y el perdón hacia nuestros semejantes no deben tener límites. El rabino de Galilea nos dio cátedra al respecto.

Que estos días santos en los que se conmemora la pasión y muerte del Hijo de Dios, lo dejemos entrar en nuestro corazón para que salga todo lo que nos dificulta crecer como personas, para limpiar cuanto nos provoca comportarnos con mezquindad y sin amor al prójimo, para darle una estrujada al ego y permitirle a la humildad que impere, para ponerle un alto a la avaricia, a la desmesura del querer sin rienda que nos convierte en esclavos de lo perecedero, de lo que nunca colma. 


Dejemos que el ejemplo del Maestro nos lleve a entender que el amar sin medida es un bálsamo y que servir al más débil llena el alma.

Es un momento mágico para pensar y reflexionar sobre el pasado, sobre el hoy y sobre el mañana de nuestra existencia y en la de nuestro esposo o esposa, en la de nuestros hijos, en la de la sociedad a la que pertenecemos, para redireccionar lo que se amerite, para dejar atrás lo que no sirva y para construir lo que haga falta. Es tiempo de renovación de nuestra fe, de esa luz interior que no debemos permitir que languidezca y también de reconciliación con todos nuestros hermanos y de entierro de discordias y confrontaciones.
Es fecha para hacer reconsideraciones, revisión de nuestra vida e ir por los equilibrios que le dan el justo curso a cuanto hacemos. Es nuestro tiempo con Dios, no perdamos la oportunidad de encontrarnos con Él.

El materialismo de hoy, el consumismo rabioso que caracteriza estos tiempos en los que lo superfluo se ha impuesto a lo profundo, nos ha conducido al menosprecio de los valores, esto nos va dejando en la orfandad, por eso hay tanta soledad en los corazones. Y es que disociar la fe de la vida, hace que al hombre se le olvide que no sólo de pan se vive. La lucha entre el ser y el tener ha empoderado a la insolidaridad, por eso cada día hay más murallas y menos puentes entre nosotros. El no querer compartir ensancha las inequidades y las injusticias. Y a la larga se crea un profundo vacío interior y eso nos desintegra como humanos, nos come la divinidad que Dios puso en nosotros cuando su magnanimidad nos hizo a su imagen y semejanza.


Amigos todos, estamos en un tiempo de gracia para hacer un alto en el camino y preguntarnos qué estamos haciendo con nuestra vida, evaluar nuestras acciones, calificar nuestros hechos y cuestionarnos sin ambages si vamos bien o ajustamos. Seamos católicos o no, estos días de la Semana Mayor nos dan oportunidad para el análisis y las recapitulaciones donde hagan falta.

La reflexión es un asunto sustantivo del que no debemos privarnos. Debemos practicarla. Todos estamos llamados a profundizar en nosotros mismos, para conocernos integralmente, para descubrir nuestras virtudes y sanear nuestras flaquezas. Tenemos que empeñarnos en darle sentido a nuestra vida, en esforzarnos por colmarla de valores y virtudes, porque es este bagaje el que la vuelve luminosa y entrañable, y nos permite no sólo ser felices, sino también hacer felices a las personas que están a nuestro derredor. Esta hermosa y periódica “reingeniería espiritual” nos conduce a ver el mundo desde otra perspectiva, desde la esperanza de que es posible cambiar lo que no es justo ni equitativo, lo que atropella y discrimina y causa mucho dolor, porque fortalece nuestras convicciones y saca lo mejor de nosotros mismos, y entonces ayudar a otros se vuelve ligero y ya no pesa.
Les abrazo a todos, con el corazón.

Votar es un acto de amor patrio

El voto es un acto de conciencia, ir a las urnas y votar en congruencia con nuestros valores cívicos para fortalecer nuestra democracia

¿Cómo serán estas elecciones? ¿Seguirán el patrón de siempre? Ya tengo a mi amiga Laurita aquí a un lado opinando al respecto, con su natural ironía: “Pues nomás que no nos pongan a elegir entre lo nefasto y lo menos nefasto”. La experiencia nos dice, con evidencia de por medio, que las elecciones en Coahuila suele ganarlas el abstencionismo. Y ese es el peor enemigo de los procesos eleccionarios ¿Por qué tiene que ser de esta manera? ¿No hay algo que conmueva y mueva a quienes pasan por alto un acto tan trascendental para el éxito o el fracaso de una comunidad?

La gente está disgustada y con sobrada razón, de la clase gobernante, y es que hay quienes se han encargado con su actuación sobrada de voracidad y colmada de desvergüenza, de hacer del ejercicio del servicio público algo despreciable, y en ello hay de todos los colores, sabores, edades y género. Y esto debiera ser precisamente, lo que se convirtiera en acicate para acudir a las urnas e impedir la llegada de individuos así al cargo público. Anular el voto o no votar, favorece al sistema, al partido que lleva gobernando Coahuila desde hace más de 84 años. Esta  “rebeldía”, simple y sencillamente les beneficia, porque al no existir – también por voluntad de los tricolores – ningún mecanismo legal que obligue a alcanzar el cargo con un porcentaje mayor al cincuenta por ciento más uno de quienes sufraguen que hoy tenemos, pues a todo dar. Su voto cautivo, integrado con el de cada persona de las colonias populares a quienes controlan con el fuete de la despensa, material para la construcción, focos, tinacos, etc., etc., o la amenaza de perder todo esto, o de palizas o “accidentes” a familiares, aprovechando a todas luces su doble marginación, más el de burócratas y maestros amenazados con la pérdida de plaza, sumado al de los empresarios sin escrúpulos que han hecho a la vera del dragón fortunas y fortunotas, se GARANTIZA sus  “victorias”. ¡Que viva el abstencionismo! Su aliado insustituible, para desgracia de Coahuila.

Si usted quiere que nuestra entidad federativa siga transitando por el derrotero del fracaso, absténgase, pero no se queje después de quienes llegan a servirse del cargo público y a prodigar fortuna mal habida para el susodicho o susodicha y a toda su descendencia, per secula seculorum. Si ustedes, estimados jóvenes, que constituyen el segmento más grande de votantes, estiman que Coahuila vale un cacahuate y que no tiene sentido ir a marcar un recuadro de los que aparecen en la boleta, porque todos los aspirantes son lo mismo y ni a cual irle, tengan la certeza de que seguirá la dictadura, de que no habrá alternancia, de que en el Congreso local prevalecerán los súbditos del gobernador en turno, pero nunca los representantes de los intereses de ustedes. Y de que persistirá la hegemonía de los tricolores en los municipios. La misma historia de siempre, sin novedad alguna. El voto no es una apuesta en los gallos, ni equivale a un cachito de lotería, ni es un concurso de reina de la simpatía. El voto es un acto de conciencia, ir a las urnas y votar en congruencia con nuestros valores cívicos es lo que va a fortalecer a nuestra enteca democracia. No es cierto que todos los políticos son sinvergüenzas y ladinos, indague usted en sus trayectorias, ahí encontrará un número de evidencias que determinarán si es de fiar o es más de lo mismo. Y número dos, hágase cargo del electo cuando esté desempeñándose, exigiéndole que cumpla cuanto fue a prometerle cuando tocó a su puerta para pedirle el voto a favor. Es una manera eficaz de ir cambiando el desempeño de los servidores públicos, se tiene que entender que no se está tratando con mirones de palo, sino con los representados, con los dueños de la casa. Y que es una relación en la que tienen que privilegiarse la responsabilidad y el respeto. 

Votar en las elecciones es IMPORTANTÍSIMO, es la vía para encomendar el gobierno de la entidad y de los municipios a quienes quedan obligados a organizar y promover el BIEN COMÚN, es decir las condiciones políticas, sociales y económicas que hacen posible el desarrollo de las personas acorde con su dignidad. Y esto estimado leyente, dicho con todo comedimiento y respeto: SI ES DE SU ABSOLUTA INCUMBENCIA, se trata de definir a quienes va usted a contratar para que CUIDEN la casa en la que viven usted y sus seres más queridos, y la casa es suya.

lunes, 1 de mayo de 2017

Apuntes sobre el Poder Legislativo…

Del Poder Legislativo se espera diversidad y pluralidad, puesto que es el órgano de representación de la población (diputados) y de las entidades federativas (senadores). El Congreso refleja lo que somos, y eso explica la presencia variopinta de los parlamentarios: vociferantes, apasionados, tímidos, inseguros, la del que no sabe ni porque está ahí –pero también cobra–, la del razonable, el necio, el talentoso, el honesto, el deshonesto, la del que debate con argumentos y del que sólo sube a decir… bueno... y también de los que ni la voz se les conoce. Estos cuerpos colegiados no gozan de las simpatías del pueblo, de hecho son los más duramente descalificados. La percepción es percepción, usted sabe de la afición que se tiene a generalizar la descalificación: “todos son iguales”, “no sirven para nada”, “no se hace con ellos”.  De tal suerte que desde esta perspectiva, el rechazo es devastador.

De los cargos de elección popular es el más desairado por quienes votan, ya ni hablar de quienes ni se ocupan. Los sufragantes no le dan importancia a la integración de este órgano del Estado –entendido como organización, no como entidad federativa– que el Constituyente estableció precisamente como contrapeso del Poder Ejecutivo. Al no darse este equilibrio, la cauda de abusos, de corrupción y de desvergüenza, entre otras “perlas”, de un Poder Ejecutivo absoluto se ha vuelto ordinaria. La actuación de comparsa del Presidente o del Gobernador en turno del grueso de los parlamentarios es característica implícita de las reglas “no escritas” del presidencialismo mexicano.

El Poder Legislativo tiene funciones sustantivas vinculadas a la gobernabilidad, puesto que le corresponde hacer las leyes que regulan la vida pública del País, las relaciones entre gobernantes y gobernados, la conformación y organización del poder público, los derechos y las obligaciones de los gobernados, la aprobación del presupuesto de egresos y la ley de ingresos, la revisión de la cuenta pública. Por esto, debiera ser una de las prioridades de los mexicanos la integración de este órgano colegiado, pero no lo es.


La actividad parlamentaria deja mucho que desear, en su interior la discrecionalidad y la opacidad no están superadas. Asimismo, no hay todavía espacios ni mecanismos ad hoc para que la vinculación entre representantes y representados genere una relación consistente y de resultados en favor de estos últimos. Quien buenamente quiere hacerlo, lo hace, pero no hay ninguna norma que establezca consecuencias para quien no lo realice. Detesto decir esto porque debiera darse de manera institucional, sobre todo por la naturaleza del cargo, se trata de una representación, de un actuar en “nombre de”, por eso es democracia representativa.

Cómo andaremos de desconectados, que la mayoría de la gente ni siquiera conoce el nombre de su diputado de mayoría, menos el de los plurinominales, a quienes repudian más. Pero no pasa nada, no le hace ni cosquillas a la muralla de indiferencia de los gobernados. Existe una partida para que los ínclitos hagan gestión social, pero si no utilizan el recurso, ni tampoco el que se otorga para casa de gestoría, no hay sanción ni exigencia de devolución, bueno, ni informe del destino de ese dinero público… ¿Cuál representación? ¿Cuál compromiso con los representados?

El sistema presidencialista está vivo, matizado, pero como ya lo hemos apuntado, permanece dominante, así se explica la debilidad institucional del Poder Legislativo, que ni por asomo es contrapeso del Ejecutivo. Subsiste un sistema vinculado a la sobrevivencia de una élite autoritaria, por eso los equilibrios no tienen ninguna importancia. No hay un avance de la representatividad ciudadana, ni hacia la responsabilidad pública. Lo que sí hay es desconfianza y, por ende, falta de credibilidad en los gobernantes. Y el desaliento se acentúa cuando se observa que el Gobierno no tiene ningún interés real en solucionar el problema de fondo: la deficiente, por no decir que absoluta ausencia de educación cívica, que no ha pasado de ser un mero relleno en el esquema de asignaturas que se imparten en la escuela. Y esto se vincula con el desconocimiento de la Historia de México, uno no puede enamorarse de lo que no conoce, todos los amores se engendran en esto, después crecen y se fortalecen, pero lo previo es lo previo.

Está muy difícil que en nuestro País –dadas las circunstancias planteadas en el párrafo anterior– prospere la participación ciudadana, nutriente primario para que el Poder Legislativo asuma sus funciones torales, las que son razón y motivo de su presencia en el esquema de la división de poderes; es decir, la de representante de los intereses de los gobernados a través de los Diputados, y la de control al Poder Ejecutivo. Hay mucho que replantearnos en nuestro carácter de dueños de la casa, la tragedia es que hay muchos mexicanos que ni siquiera están enterados de la existencia de su propiedad.

Sí hay de otros…

Recibo una infinidad de correos electrónicos en los que las personas me comparten sus puntos de vistas, opiniones, quejas… en todos los matices que nuestra castellana lengua nos permite, sobre política y políticos. ¿Qué he ido notando que se va acentuando en el grueso de ellos desde hace ya muy, pero muy buen tiempo? Que están hartos de la manera en que actúan los gobernantes de todos los niveles, que no vislumbran disposición de quienes están en el cargo público de corregir estilo y que va en aumento el número de aquellos que carecen de visión de Estado y menos, pero mucho menos, de previsión de futuro. “La política –me escribe una de estas personas– la han convertido en algo despreciable, no hay altura de miras, se empeñan en no ver más allá de sus podridas (textual) narices, no quieren ver que el País, a pesar de ellos, ha ido cambiando… y que lo que acostumbran hacer como Gobierno ya no sirve, ya no funciona”. Tiene razón, necesitamos políticos y políticas que tengan presente que el mundo de hoy está sufriendo cambios y eso nos afecta, y que también estarán afectando nuestro futuro y el de todas las personas que habitamos este planeta y que por ello hay que tomar previsiones desde ahora. No hay día de Dios que no se exhiban en los medios actos de corrupción y de impunidad de la clase política, a lo largo y ancho de la república, con la consabida desfachatez de los ínclitos. La exhibición de sus miserias ya alcanzó la superficie, muestran sin pudor alguno los entresijos de sus liviandades y raterías, siempre con la vista puesta en la inmediatez de la siguiente liana a la que van a colgarse. Lo que cuidan como cancerberos son sus intereses, los de sus representados ni les preocupan ni los ocupa.
No dan viso, buena parte de ellos, en estar interesados en generar un nuevo modelo social y económico acorde a los tiempos y sobre todo basado en las personas, en el bienestar de las personas. Un esquema en el que se privilegie la solidaridad responsable y no la dependencia ad perpetuam del deleznable populismo trasnochado que ha sido la desgracia de este amado País. El sistema instituido consiste en sobornar a millones de personas de las colonias populares  con dádivas ($) o con amenazas, y no batallan, porque se trata de personas que no están acostumbradas a pensar en abstracto ni a reflexionar sobre su condición de vida, ya que lo único que les interesa es el día a día, además de que es más fácil controlar a alguien con la voluntad domada. Son sus votantes de un día y súbditos de por vida. La política no es esto. 

La política necesita recuperar su esencia de facilitadora de las relaciones entre gobernantes y gobernados organizados para interactuar bajo la directriz del orden jurídico; cuando se trabaja bajo su auspicio el concepto de lo que es gobernar se transforma, porque empieza a entenderse como la suma de todas aquellas acciones del Estado destinadas a satisfacer las demandas de la comunidad a la que sirve, con el objetivo toral de alcanzar el bien común. La política de altura privilegia el pluralismo democrático en el marco de una sana e inteligente discusión de ideas, nunca en esta diatriba de insultos y descalificaciones que hoy campea y de la que la gente ya está harta. Y también se encuentra profundamente decepcionada de una clase política que ha perdido prestancia, utilidad y grandeza. La desconfianza en los políticos y en la política no apareció de la nada, las conductas y actitudes de muchos de sus cofrades han abonado con creces a este desdén. La gente ha llegado a la conclusión de que a sus gobernantes no les importa ni la pobreza ni la inequidad ni la violencia ni la inseguridad ni el desempleo ni nada de lo que ha ido volviendo miserable la existencia de millones de mexicanos. La política es servicio, pero no se percibe así, lo que está a la vista es que quien llega al cargo público llega a servirse, no a servir.

La demagogia está colapsando la vía por la que transita la credibilidad de los gobernados hacia sus gobernantes, no es posible seguir ciego y sordo ante semejante debacle. No es sano que los destinatarios de este mal permanezcan inmutables. No es desde el silencio ciudadano que se construye vida social. La clase política tiene que sentir el rigor de la respuesta de quienes ha venido agraviando desde hace décadas. No es posible seguir siendo mirón de malo y número uno en renegar de los sinvergüenzas que gobiernan, nomás entre cuatro paredes. Es necesario convertirse en protagonista, asumirse en lo que es usted: dueño de la casa. En las latitudes en que se gobierna con respeto y en pro de los gobernados, los gobernados se convirtieron en primerísimo lugar en agentes de cambio social y obligaron a sus gobernantes a escuchar y a dialogar, a ser sensibles a sus demandas.

En el epitafio de Willy Brandt, el estadista y político alemán, se lee: “Se tomó la molestia”. De ese tipo de políticos necesitamos en México, necesitamos en Coahuila, de esos que se “tomen la molestia” de ocuparse de que quienes nazcan en el espacio en el que gobiernan, ya tengan asegurados educación, salud, vivienda, alimento, deporte, esparcimiento, empleos dignos. No caen del cielo, está más que visto, los eligen los ciudadanos.

‘Caminito de la escuela…’

Cuando el insigne filósofo alemán Emmanuel Kant —murió en 1804— se refería a la educación, expresaba que “no basta con el adiestramiento; lo que importa sobre todo es que el niño aprenda a pensar”. Y tenía y seguirá teniendo razón, porque la educación no sólo debe servir para que uno adquiera conocimientos, sino para QUE APRENDAMOS A PENSAR, cuando uno desarrolla habilidad para reflexionar críticamente nos volvemos autónomos, de ahí que la educación sea el instrumento principalísimo para detonar el progreso y el desarrollo de los pueblos. José Martí decía que un pueblo educado no tolera la corrupción y sabe distinguir entre un “discurso serio y una prédica demagógica”. También, cuando aprendemos a pensar ya no necesitamos memorizar. La expresidenta finlandesa Tarja Halonen en uno de sus discursos más conocidos sobre educación, manifestaba que un pueblo educado sabe elegir dirigentes honestos y competentes. Que los pueblos ignorantes viven de ilusiones, que desperdician sus recursos y por ende se empobrecen.  Y no tiene vuelta, así es, las evidencias están a la vista. El himno de Finlandia en una de sus estrofas reza: “Somos un país pobre,  que no tiene oro. El recurso que tenemos es nuestro pueblo.”  Por eso decidieron INVERTIR en EDUCACIÓN. México es un país rico en recursos naturales ¿y de qué nos ha servido? Tenemos dos costas enormes y no somos emporio pesquero, tenemos un clima que ya lo quisieran los fineses para un día domingo, tenemos tierras fértiles, yacimientos de plata, maderas preciosas, entre otras bondades naturales ¿Y qué? En Finlandia hay dos valores muy importantes en su cultura: la honradez y el trabajo, por eso no es casualidad que encabece las estadísticas de transparencia y menos corrupción pública a nivel internacional. Educar a los niños es algo compartido entre maestros y familias, desde casa se potencian valores COMUNITARIOS y no individualistas, por eso la solidaridad es COSA COMÚN, de ahí la prosperidad en todo sentido de este deslumbrante país nórdico. Nomás imagínese que aquí tuviéramos el desarrollo de los finlandeses, serían los gringos los migrantes a nuestro país, y en consecuencia el adefesio que hoy tienen como presidente ni siquiera existiría.  La Iniciativa de reforma educativa que envió el presidente Peña Nieto cuando tuve el honor de ser diputada federal, fue sometida a consulta externa, la opinaron maestros, organizaciones civiles vinculadas con la educación, expertos en el tema, me consta, como también me consta que la defendimos más los legisladores panistas que los priístas, la izquierda la rechazó. Voté a favor de que la educación que se impartiera en las aulas fuera “de  calidad, con base en el mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos” (II inciso d Art. 3ro. constitucional”) Y volvería a votar a favor de que: “… el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan —fue una de mis propuestas de campaña —. La ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación. Serán nulos todos los ingresos y promociones que no sean otorgados conforme a la ley…” Se cuidó y así lo lee usted en esta fracción III del mismo artículo, el respeto a los derechos laborales de los maestros, aunque desde la propia SEP no hayan levantado ni un dedo para defender esto, al contrario, dejaron correr el rumor de que atentaba contra el magisterio. Simulación y engaño ¿Qué de raro tiene? El lunes de esta semana el secretario —con minúscula— Nuño salió a decir en medios que habrá cambios en la educación que permitirán que los estudiantes adquieran conocimientos y habilidades útiles para toda la vida. El hilo negro ¿verdad? Eso ya lo plasmó el legislador, pero ha sido letra muerta. Y que tiene miedo que un cambio de gobierno —pensando en el 2018— “decidiera dejar de trabajar en favor de la reforma…” De veras que el cinismo no tiene límites. Del actuar ayuno de ética del gobierno en turno hay pruebas fehacientes, hizo polvo la reforma educativa de 2013. Y con respecto al aprendizaje del inglés, hace décadas que se plantea.
Vuelvo a Finlandia. En aquel país es obligatorio estudiar sueco e inglés además de su lengua materna, que es minoritaria; pero allá inician desde que van a preescolar y además se han ocupado de generar las condiciones para que no se quede en aspiración, verbi gratia, las películas y series de televisión extranjeras no están dobladas, todas se proyectan con subtítulos. Los niños están acostumbrados a escuchar otros idiomas y simultáneamente adquieren destreza lectora.

No hay mejor edad para aprender un idioma extranjero que cuando eres niño, y entre más pequeño, MEJOR. A esos años no tienes telarañas en la cabeza, nada te da pena, pronuncias como Dios te da a entender y te haces entender, igual que cuando nos enseñamos a expresarnos en español.  

Cuando a un niño se le enseña a leer para que comprenda… ya no hay barreras que detengan el desarrollo de su intelecto. Esa es la reforma cultural que necesitamos.

Lo que hemos ido perdiendo…

Ya le he compartido en otras reflexiones que tengo fascinación por la Roma de la antigüedad, y hoy lo traigo a colación porque estamos viviendo tiempos muy difíciles como sociedad, la caída de Roma, del imperio más grande su tiempo se originó precisamente por el caos que originó la ausencia de valores, esto fue lo que lo debilitó y ya mermado fue presa fácil de sus enemigos. Su fuerza no radicada ni en sus logros, ni en sus conquistas, sino en el legado moral de sus antepasados: la lealtad, la austeridad, la laboriosidad, la responsabilidad. A quien se admiraba era al hombre que reunía esos méritos, el concepto que los acuñaba lo denominaban gravitas, que quiere decir gravedad, el hombre grave era aquel que se tomaba en serio las cosas de la vida, aquel que no vivía a la ligera, que tenía conciencia del valor. Los valores del pater familias eran defender a su familia, su patria y su religión. Con este triduo de raigambre tan profundamente colectiva, el individualismo en su dimensión unipersonalista no prosperaba, ese sentido de comunidad fue lo que los convirtió en un gran imperio. Y su ausencia fue la que los desmoronó.

Y es que los valores son convicciones profundas de las personas y son los que determinan nuestra manera de ser y de actuar. A más de que nos dan identidad y se vinculan íntimamente con nuestros sentimientos y emociones. Cuando se les margina lo que priva en el comportamiento humano son la insensibilidad, la falta de respeto, la deshonestidad y la injusticia. 

La sociedad actual está plagada de antivalores en todos los espacios del quehacer humano: familiar, social, cultural político, económico, religioso, y esto provoca confusión, desorientación, conductas dañinas, porque el sentimiento de vergüenza, culpa y honor ya no aparecen. La falta de tolerancia y de respeto ha hecho estragos en el ámbito familiar, mire como ha crecido la violencia doméstica. En la escuela lo que predomina desde hace décadas es la anticultura del esfuerzo, —“los mexicanos, señalan algunos expertos,  ubican el esfuerzo en última instancia y anhelan la obtención de las cosas de manera fácil, sus relaciones se guían más por el pragmatismo que por la ideología y por el poder más que por la ley”—  ahora la instrucción de la propia Secretaría de Educación Pública es que no se repruebe a nadie, vayan como vayan en su desempeño académico, y el bullying por todo lo “alto”. En el ámbito laboral el acoso psicológico y sexual. En los medios de comunicación lo que se exhiben son el mercantilismo y la invitación perenne al consumo compulsivo. En el ámbito político, la perpetuación de una caterva de vividores y sinvergüenzas empeñados en la manipulación y en hacerse del poder hasta la consumación de los siglos, con la consabida repulsa de la población…que ya aprendió a vivir con eso y hasta lo considera “normal”.

Quiero hacer hincapié, porque me preocupa sobremanera semejante debacle, que los niños y los jóvenes están “integrando” sus valores con programas de televisión y ahora el ribete del internet sin SUPERVISIÓN  ¿Dónde están sus padres? Porque el problema radica en mucho en LA FALTA DE SUPERVISIÓN. Los Simpson es una de las series más populares de la TV, son el prototipo de una familia sin reglas, con comunicación interpersonal de CERO, en la que sus miembros solo se preocupan por sí mismos y el ídolo es el dinero. Son la antítesis de la familia… ¿Y qué? Lo ven millones de muchachos ¿Qué más les receta la TV sin supervisión? Relaciones sexuales prematuras con quien sea…le han quitado a la sexualidad todo su encanto… y de la responsabilidad para ejercerla ya ni hablamos. ¿Y qué más? VIOLENCIA y más violencia, como si fuera asunto de vida o muerte promocionarla. Mire lo que tenemos: delincuencia, adicciones, embarazos no deseados, abortos, homicidios, conductas antisociales. Los muchachos ya no respetan ni a sus progenitores, menos a sus maestros, y a ninguna autoridad, y todo esto va en detrimento de la misma sociedad a la que ellos pertenecen.

¿Cómo nos afecta? Usted dirá... Hoy día la corrupción, la impunidad y la simulación se han convertido en el peor obstáculo para el desarrollo del País. Cada día crece más el clima de desconfianza, no solo hacia las autoridades sino entre la población… ¿Hacia dónde vamos con estos lastres? La desconfianza inhibe la participación y sin participación no hay democracia.

Y sin democracia la división de poderes, el respeto a los derechos humanos, el ejercicio pleno de nuestras libertades, el bienestar generalizado, todo cuanto hace sentido para vivir en una comunidad…se pierde en la nada. Y me niego a aceptar semejante destino, porque en esa comunidad, estimado lector, lectora, están nada más y nada menos, que quienes más amamos. Tenemos el deber de recuperar los principios que le dan razón y motivo a nuestra vida, porque es de ellos de donde se nutre nuestra fuerza interior, ese flujo maravilloso que nos vuelve imbatibles porque alimenta la fe en nosotros mismos.

La alternancia: Rara Avis

José María Aznar, el expresidente de España decía que hay dos cosas a considerar para concretar la alternancia en el poder: tener la voluntad de cambiar las cosas y claridad acerca de lo que se quiere hacer, porque: “…no se llega al Gobierno para heredar y ponerse a flotar. Se llega al Gobierno con el deseo de cambiar las cosas”. También expresaba, que frente a la posibilidad de la alternancia se debe hacer “…un cambio inteligente. No se debe cambiar lo que está bien sólo por el hecho de que no lo hicimos nosotros”. No son palabras al viento, es sustantivo que no se pierda de vista, toda vez que la alternancia en Coahuila está a la vuelta de la esquina, y sería muy lamentable que no ocurriera así.

Don Héctor Gros Espiell, distinguido jurista y Vicepresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y antiguo Relator de las Naciones Unidas sobre Libre Determinación de los Pueblos expresa que: “La alternancia en el Gobierno es un elemento esencial de la democracia (porque) la continuidad indefinida en sus cargos del o de los mismos titulares del Ejecutivo, aún en el caso hipotético de que ello sea el resultado de un pronunciamiento electoral libre del pueblo, sin coacción ni fraude, es un factor distorsionante para la democracia… porque el continuismo indefinido genera peligrosos elementos personalistas y autocráticos que afectan negativamente la existencia de una democracia real”. 
Y comparto absolutamente lo que dice porque lo que ha venido sucediendo en Coahuila, deviene precisamente de esa permanencia indefinida. Una de las más graves consecuencias es que en nuestro Estado no existe la división de poderes, aunque así se establezca en la ley, y por ende no existen contrapesos para el Poder Ejecutivo, cuya preeminencia sobre los otros dos, nos convierte en ejemplo contundente del despreciable presidencialismo, lo que acarrea corrupción e impunidad. Esta es nuestra historia de manera sintetizada.

Por otro lado, el ideal democrático es que los gobiernos sean electos por el pueblo, pero aquí quien los elige es el abstencionismo, aliado absoluto del voto cautivo con los que el PRI se ha mantenido gobernando por más de ocho décadas, y si a esto le suma los votos que se anulan como sinónimo de protesta, pues estamos aviados. Y aún hay más, porque en el fondo lo que constituye la FUENTE de este desapasionamiento por todo cuanto se vincule con política y poder, es la AUSENCIA devastadora de CIVISMO. Puesto así, se explica con claridad meridiana, que el pueblo soberano —nomás de nombre—  se convierta en un mero instrumento de ratificación de “más de lo mismo” ad perpetuam. No hay forma desde esta perspectiva, que la cosa pública en Coahuila sea diferente. Y esta circunstancia para nada fortalece a nuestra enteca y deteriorada democracia. La continuidad indefinida en el poder, como ocurre en Coahuila, es posible gracias al entramado perverso de privilegios, clientismo, complicidades para el grupúsculo de aliados incondicionales del régimen, y la amenaza y la dádiva de migajas a las clases menos favorecidas económica e intelectualmente. 

Sin ejercicio LIBRE de la voluntad al ejercer el voto, es imposible concebir una verdadera alternancia que tenga sentido en el Estado Democrático moderno. En Coahuila hoy, es urgente, imprescindible y necesaria. Se trata de una invitación a liberar al sufragio de ataduras políticas y que al momento de depositarlo en las urnas se piense en lo que es BUENO para la sociedad de la que uno es parte.

Tantos años en el poder por lo mismo y haciendo lo mismo, deteriora la eficacia y la eficiencia de las instituciones públicas, se convierte en caldo de cultivo ad hoc para el abuso y para que crezcan a sus anchas la corrupción y la impunidad, y todo esto en perjuicio directo de la comunidad, y esto significa alejarse en el día a día,  más y más, de alcanzar el BIEN COMÚN. Es tiempo de hacer cuentas y de exigir que se asuman errores sin odios y sin llantos, nada más con firmeza. Coahuila merece esa oportunidad. Debemos abrirle espacio a un derrotero distinto, quienes lleguen tendrán que demostrar en los hechos que es genuino el compromiso de ejercer el poder en favor de los gobernados, y de limpiar la casa de TODOS a fondo y de frente. La alternancia es un instrumento de gobernabilidad democrática, usémoslo a nuestro favor.

Estamos conscientes que el voto es libre y voluntario, que nadie puede obligar a nadie a sufragar de manera obligatoria, pero también tenemos el deber de actuar cuando estamos viendo —y pagando las consecuencias— que los intereses que vienen favoreciéndose desde hace más de ocho décadas en Coahuila, no son los de Coahuila. En el caso del PAN, si el voto favorece el advenimiento de la alternancia, el reto, como bien lo expresara Luís Felipe Bravo Mena en otro momento, pero que nos viene como anillo al dedo en este, será “no convertirnos en una lastimosa caricatura de nuestros adversarios”.

Un deber ciudadano

La compra y venta de votos en nuestro país viola la libertad del sufragio, porque el voto debe de ser emitido en base a la reflexión personal, pensando en lo que es mejor para la comunidad de la que uno es parte. Comprar votos es una práctica deleznable de larga data, hace 2 mil 500 años el voto se intercambiaba por una dracma en la antigua Grecia, los políticos vividores de hoy la han ido “perfeccionando”. Y eso es público y sabido. Además de dinero y retención de credenciales, van las despensas —aunque sean del Fondo de Desatres Naturales (Fonden)—, las latas de pintura, las varillas, y todo el largo etcétera que usted conoce de sobra, estimado leyente. Según la elección es la naturaleza del reparto, si usted recuerda, se han “obsequiado” pantallas y computadoras.¿Recuerda la elección del 2012? Las dos semanas previas a la fecha de la elección el PRI repartió en Edomex 1.8 millones de tarjetas de prepago de las tiendas Soriana a cambio del voto ciudadano para “darle” el respaldo a su candidato a la presidencia de la República. Manipular la democracia en nuestro País no ha tenido hasta ahora ninguna consecuencia. Vivimos en el imperio de la corrupción y la impunidad. Comprar y vender el voto también es asunto de índole moral, porque llegar a un cargo público con esa “instrumentación”, es absolutamente falto de ética. Las consecuencias que ha traído consigo están a la vista. Las condiciones en las que viven las personas con las que se lleva a cabo esta compra-venta, son las mismas de hace décadas: Pobreza y más pobreza, subdesarrollo, marginación. Es muy difícil el arraigo de la democracia en un País en el que existen enormes desigualdades sociales y sumadas a estas, la ignorancia. Con un conglomerado así, el cemento, las láminas, las despensas, las amenazas de las lideresas, funcionan de maravilla para mantenerlos a perpetuidad de rodillas y cooperando. Son personas “educadas” con telenovelas, es el sedante más eficiente que el sistema priista ha encontrado para seguir gobernando ad perpetuam y por ende controlando a este País. Un pueblo educado de otra manera, sin duda, que sería intolerante con gobernantes que no se ocupan durante su mandato de generar condiciones de vida acordes con la dignidad de sus gobernados. Y es que sin educación…no puede haber democracia…pero ¿a quién le importa? La reforma educativa la envenenaron los ejecutores desde la presidencia de la República, no obstante de tratarse de una iniciativa de Enrique Peña Nieto. 

En Coahuila tenemos más de 80 años gobernados por el mismo partido político, décadas de vivir inmersos en el limbo de las falsas promesas, del mal uso del dinero público, del fomento grosero de la corrupción y la impunidad. Somos el único estado norteño sin alternancia y sin Congreso local con mayoría distinta a la tricolor. ¿Cómo elevar nuestro sistema democrático con semejantes lastres? Tenemos una democracia enferma, con estos saldos tan deplorables ¿cómo inyectarle entusiasmo ciudadano a la vida pública? Lo que está en el escenario son las maniobras, las tristes mañas de siempre para mantenerse pegados a la ubre, al hueso del que han vivido toda la vida, porque no saben hacer otra cosa. El desprestigio que arrastran es impresionante y que no le importe a su clientela fija no tiene nada de extraordinario, pero que no conmueva ni tantito a los que no forman parte de ella, a la mayoría que sostiene a Coahuila con su trabajo diario, con su comportamiento apegado a las normas de Derecho, con su paga religiosa de impuestos, con su perseverancia cotidiana a escalar mejores niveles de vida para ellos y sus familias…francamente resulta INAUDITO. Que el robo y el pillaje a ojos vistas no estremezcan al destinatario ineludible de estos males, es contra natura. Tenemos una crisis económica encima, disfrazada con las loas y los cantos de la mercadotecnia millonaria que se paga con recursos de los mismos que permanecen inmutables. ¿Por qué se ha perdido la capacidad de indignarse? ¿Por qué fingir demencia ante la politiquería, el discurso manipulador y las fanfarrias ensordecedoras con que mantienen viva esta simulación de prosperidad con que se vende un sistema infestado de mezquindad y falto de solidaridad con sus gobernados?El voto de conciencia se impone en las próximas elecciones y no es simple, porque implica un análisis riguroso de las propuestas que se presenten en su momento por los diferentes candidatos, y esto no forma parte de los hábitos de un pueblo tan desacostumbrado a la lectura y que solo repudia a los políticos y les mienta madres entre cuatro paredes. No es fácil para una población abatida por el desgano, la confusión, la falta de confianza en todo lo que huela a política y no obstante, toda esta realidad desmotivadora, la única tabla de salvación que tiene Coahuila, que es sine qua non para su salud democrática, es anteponer el análisis informado y guiado por la conciencia y la responsabilidad, antes de emitir su voto.

Y a los jóvenes particularmente, no es anulando el voto, les digo con todo respeto, que esta debacle que ustedes repudian, va a desaparecer. Por el contrario, la favorece.

¿Fuenteovejuna…?

El término rebeldía proviene del vocablo latino “rebellis”, compuesto por “re” que significa regresión, y por “bellum” que se traduce como guerra. De ahí que la actitud de rebeldía pueda definirse como volverse contra la autoridad establecida en posición de querella o guerra. Es una actitud que puede aplicarse a título individual, es decir “contra uno mismo”, cuando se decide cambiar la forma de ser o de pensar, como respuesta a una situación en lo particular que nos produce inconformidad.Rebelarse no equivale estrictamente a tomar las armas para hacer frente al fenómeno que está produciendo rechazo, ha habido rebeliones pacíficas, como la del Mahatma Gandhi, con ella liberó a su pueblo del dominio inglés. La acción de rebeldía implica un previo cara a cara con uno mismo, un recuento de lo que está ocurriendo a nuestro derredor y la manera en que nos está afectando, se trata de un ejercicio que es FUNDAMENTAL hacer con la cabeza fría, porque si no se da en esa tónica, corremos el riesgo de perder objetividad, y entonces se pierden también perspectiva y contundencia en la decisión que tomemos, y generalmente no se obtienen los resultados que se esperan. Fácil no es, porque los sentimientos intervienen y dificultan la toma de conciencia, no obstante, la inteligencia y la voluntad tienen que imponerse.

Nuestra tierra Coahuila, porque quiero centrarme en ella —aunque lo nacional también está del nabo— está viviendo momentos aciagos, producto de una dictadura disfrazada de democracia, de larga data… sobrepasa los ochenta años. Vivimos en una entidad federativa en la que parece que dejaron de existir hombres de la talla de Miguel Ramos Arizpe y  de Francisco I. Madero. Cito a estos ilustres mexicanos porque la intervención de ambos, en su época, fue piedra de toque. Hoy la mansedumbre, el conformismo, la apatía, la indiferencia…generalizadas, han ido haciendo estragos en la voluntad y en el carácter de quienes pueblan esta tierra, y obviamente esto le viene como anillo al dedo al sistema político imperante, porque no encuentra oposición a sus desmanes. Nada más lea usted los periódicos, escuche la radio y vea la televisión, o entre a las redes sociales, y lo que se destacan son los estragos que han hecho la corrupción y la impunidad consentidas por quienes debieran combatirlas. Tenemos una entidad federativa en la que no existe la división de poderes, en la que el presidencialismo sigue vivo y coleando, toda vez que los poderes Legislativo y Judicial solo lo son de nombre, porque en el ejercicio no son más que subordinados del Ejecutivo en turno. Y esto es precisamente lo que engendra a la corrupción y la impunidad. Todo se “arregla y se pacta” en la clandestinidad de la abdicación de principios éticos en el ejercicio de la política, y es que la política sin ética, no es más que este estercolero en el que está hundida Coahuila.

Un buen Gobierno se distingue por generar condiciones, desde el ámbito de sus atribuciones por mandato de ley, para que sus gobernados vivan acorde con su dignidad de personas. Esto no está ocurriendo en Coahuila, aquí la prosperidad derivada de las acciones de Gobierno solo alcanza a una élite de privilegiados y la vía es y ha sido y está siendo: la complicidad. Tienen tres aliados más, pero a unos los subyugan con la dádiva miserable, toda vez que la dignidad se las han domesticado —discúlpeme el verbo, pero no hay otro que mejor describa el daño que les han causado—  y a los otros dos, con la amenaza de perder la plaza laboral. En una sociedad desigual no puede haber prosperidad para todos. La clase media en Coahuila está disminuyendo, aunque no forme parte de la información oficial, y cuando esto sucede la inseguridad y la delincuencia organizada van a la alza. Cuando se tienen autoridades solidarias con sus representados, hay programas de desarrollo social con los que se enseña a las personas a hacerse autosuficientes, porque la autosuficiencia es la antesala de la independencia; se combate a la pobreza en serio, no con ese asistencialismo deleznable que ha condenado a los más pobres a seguir siéndolo hasta la consumación de los siglos, se invierte en infraestructura para hacer atractivo el espacio geográfico para las inversiones y por ende para la generación de empleos; se invierte en educación no en arreglos con los lideretes sindicales para seguir dándole en la torre al presente y al futuro de nuestro país; se establece un sistema impecable de pensiones para que cuando las personas dejan de ser laboralmente activas puedan vivir sin sobresaltos y sin las limitaciones que padecen actualmente porque les robaron descaradamente sus propios lideretes y con la venia de la autoridad. Y hay más trapacerías, muchas más.

¿No está usted harto de tanto abuso? Nadie va a resolver la debacle de Coahuila, los únicos que pueden hacerlo son los dueños de la casa, Coahuila es la casa. No se vale permanecer impasible frente a semejante destrozo. Hay niños y jóvenes y vendrán más… 
¿Esto es lo que vamos a dejarles?...