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sábado, 19 de noviembre de 2016

Para votar se necesita…

19 de Noviembre  2016
 
El próximo año tendremos elecciones en Coahuila. Usted ya lo habrá notado. Los medios dan cuenta del asunto todos los días y también las redes sociales. Se hacen listas de un partido y de otro de las probables candidaturas a los diferentes cargos de elección popular que estarán en la palestra. De hecho y de derecho, el primero de noviembre arrancó el proceso eleccionario en nuestra entidad. Me preocupa y se lo comparto, estimado leyente, que el tono de las descalificaciones pueda enturbiar el ambiente pre electoral y con ello propiciar que el que vuelva a ganar sea el abstencionismo. Sé que en las votaciones políticas entran en juego muchos elementos emocionales y por lo general son los que se imponen a los racionales. No debiera ser así, pero lo es. Todavía no hay candidatos pero ya los ánimos se van manifestando, sobre todo en las redes sociales, y es que la simpatía y la empatía de quienes se mencionan son factor que cuenta, al margen de que en su momento la gente se identifique o no con las propuestas que presenten. Y no perdamos de vista la expresividad y los gestos y formas de ser, que también definen las preferencias.

Con la debida proporción, pero elección al fin, acabamos de ver la de los vecinos. Y si algo quedó claro, es que la belicosidad y la grosería en mucho del discurso de Trump, no lo desfavorecieron, al contrario, le atrajeron un electorado que hacía tiempo que no se presentaba a votar. El derrotado fue el establishment de Washington, según los análisis de expertos. En un país que le permitió a un hombre de color ser presidente por dos periodos consecutivos, la mayoría, incluyendo a las mujeres… gulp… no le dio el mismo trato a Hillary Clinton, y no por el hecho de ser mujer, sino porque se trata de una mujer muy preparada y con muchas tablas en la política de su País. 

Nosotros tendremos en 2107 que elegir mujeres o varones para las 38 alcaldías y sus correspondientes planillas, para la conformación del Congreso local y para la Gubernatura. ¿Qué contará en el ánimo del elector? ¿La trayectoria? ¿La experiencia? ¿La honorabilidad? ¿Su espíritu de servicio? ¿El partido que lo avala o la independencia de partido? ¿El género será factor relevante? ¿Su desempeño en cargos públicos o su no participación en ellos? ¿Su congruencia entre el decir y el hacer? ¿La equidad y la proporcionalidad en sus acciones y decisiones políticas, si es que se trata de alguien con experiencia en el sector público? ¿Las evidencias de si en puestos anteriores genuinamente se han ocupado de generar bienestar para sus conciudadanos?  

Contestar estas interrogantes implica que el elector se informe, que indague de quien se trata, que pregunte, que revise el historial, incluso que hasta busque al ínclito o a la ínclita para que los conozca en persona y hable con ellos. ¿Usted cree que esto sea posible? ¿Forma parte de nuestra cultura cívica?


Yo soy ávida lectora, se lo comparto, también por autodisciplina veo y escucho noticieros, y me he vuelto seguidora también de redes sociales, porque hoy por hoy también cuentan. En las redes particularmente usted encuentra de todo, bueno, malo, regular, pésimo…Son opiniones, algunas con fundamento pero otras sin ninguno y además “aderezadas” con una linfa de insultos y majaderías que llegan hasta la leperada. Y no se vale, porque las redes no son estercolero de nadie. Si mucha de la energía, el tiempo y el talento que algunos utilizan para vaciar sus frustraciones y sus fobias, les dieran un vuelco y los emplearan en algo productivo, el resultado sería a favor de la comunidad. Pareciera, tristemente, que la diferencia política y el debate ideológico que enriquece, se han transmutado en simplismo intelectual, huérfano de argumentos, pervertido en la descalificación y la mediocridad.Recurrir al insulto, es evidencia clara de que se carece de argumentos y de capacidad dialéctica para llevar una discusión sana, serena y respetuosa, que es la que abreva para una democracia saludable como debiera ser la nuestra. 

La falta de respeto imposibilita el debate profundo, distrae en naderías, privilegia lo insulso porque margina lo sustantivo. No puede haber dignificación de la política con ese andamiaje. Además el odio y la vileza son veneno, destruyen cuanto tocan, y lo más lamentable es que contagian a una sociedad que no está acostumbrada a informarse, y entonces se convierte en presa fácil de cualquier vociferante. Jamás el enfrentamiento ha provocado, ni provocará, convivencia pacífica y progreso para la sociedad.

Aprendamos también a tomar con la debida reserva lo que arrojan las encuestas. Fallaron en Colombia, fallaron en Inglaterra y fallaron en Estados Unidos. Mejor indague quienes son los aspirantes y que eso determine su sufragio el día de la elección. Pero infórmese, lo que no le gusta del sistema político seguirá igual si se vota a ciegas —nomás por lo que “dice” la mercadotecnia— o si se abstiene. Las evidencias están a la vista.

La política no es ni por asomo esta ruindad en la que la han convertido muchos que han hecho de ella su modus vivendi. La política es servicio a la comunidad, es instrumento para generar bien común, no el de unos cuantos. Por eso es tan importante que usted analice la trayectoria de vida de quienes quieren ser sus representantes. Vote informado, piense en la trascendencia de su decisión.

No tienen m…

12 de Noviembre  2016 

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más preocupa es el silencio de los buenos”
Martin Luther King

Si usted consulta en el Diccionario de la Lengua Española el significado del término CINISMO, va a encontrarse con una diversidad de acepciones del mismo. Tan bella que es la lengua castellana y qué ingratas las connotaciones. Empecemos: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”. La segunda: “Impudencia, obscenidad descarada”. Y la tercera: “Afectación de desaseo y grosería”. 

En otro diccionario, el de María Moliner se apunta –para tener el mayor número de descripciones–  que se trata de una persona que comete actos vergonzosos sin ocultarse y sin sentir vergüenza por ellos, y enlista sinónimos, entre otros: cara dura, desfachatado, desvergonzado, fresco, impúdico, inverecundo, poca lucha, sin vergüenza, descarado. En español mexicanizado se les nombra: méndigos, hijos de su… no le sigo porque son impronunciables.

Con semejante rosario de calificativos, cínico es más que un insulto; describe a un individuo o individua, como decía Cantinflas, al que no le importa engañar, ser desleal, deshonesto hasta la médula, que ha hecho del engaño su modus vivendi. El cinismo es un mal que se ha encargado de engullirse la legitimidad de las instituciones que le dan sustento a una nación.

El cinismo en el ámbito de la administración pública conlleva a la deshumanización del sistema político y a la pérdida de confianza en lo político. No revisar la veracidad en la administración pública y conformarse con lo que dicen los encargados de la misma, ha traído como consecuencia esta debacle en la que vivimos. En Coahuila sabemos de desvergüenzas e impunidades y del CINISMO con que le dan la vuelta a las mismas. La última de estos días, publicada en VANGUARDIA. Durante 2015 y 2016 la empresa Riviera Álamo, vinculada a la mano derecha del gobernador Rubén Moreira, María Esther Monsiváis, facturó 21 millones de pesos por concepto de bolos, ocho millones de utensilios de cocina, dos millones por tinacos, mochilas  y colchones, casi un millón de pesos por concepto de “plataforma” (¿?), 148 mil pesos de impermeabilizantes. El total de los pagos a Riviera Álamo durante 2015 en 13 facturas ascienden a 24.2 millones de pesos, los que se suman a las seis facturas de este año por un monto de 24.2 millones de pesos, casi 50 millones en total en menos de dos años. Se trata de una empresa todóloga… y FANTASMA. Y la señora RENUNCIÓ a su alto cargo… ¿le suena? …¿Sabe usted que va a pasar? NADA. Está garantizado, aquí no hay división de poderes. Todo, pero TODO, está controlado. Es la red perfecta… no... qué perfecta, pluscuamperfecta. Quizá en unos años se repita lo acaecido a Javier Villarreal… pero nomás quizá, quizá, quizá… Bye, bye Marucha…

El cinismo se goza en su fechoría. Para el cínico, la democracia carece de significado y de razón de ser. Con el mayor desparpajo, al corrupto lo convierte en juez… ¿Recuerda el desfalco de los 90 millones de pesos en el Tribunal Superior de Justicia? Al ínclito magistrado no le han fincado ni le fincarán ninguna responsabilidad. Pruebe usted, simple mortal, robar un pan en cualquier tienda de autoservicio. Al cínico se le hace un polvo hablar de democracia y hacer cochupo y trapacerías para ganar una elección y poder seguir pegado a la ubre del dinero público, disponiendo del mismo como si le perteneciera. Igual no tiene empacho en referirse al respeto a la libertad de expresión y hace cera y pabilo con la misma… empezando por los corifeos espléndidamente pagados que cantan sus “glorias” y sus “hazañas”. Y hace alarde de la creación de quién sabe cuántas universidades de nueva creación, aunque las escuelas del sector público a las que por supuesto no envían a sus hijos… carezcan de todo. 

Dese una vuelta por ellas, parten el alma. Recorra la Coahuila que no sale en los promocionales… nomás para que vea cómo “viven” muchas personas… Y es cuando uno se cuestiona y se llena de ira… ¿Cómo pueden dormir después de robarse el bienestar de miles de seres humanos? Y se explica perfectamente, al cínico le vale sorbete generar democracia como modo de vida… porque eso antagoniza con su perfidia. 

Pero en esto tenemos décadas en Coahuila. Vivimos inmersos en un régimen en el que el ciudadano se sabe burlado, vilipendiado, ofendido, irrespetado… pero, pero tampoco pasa nada. Estamos viendo cómo chapotean en la complicidad, en la simulación, en el engaño ad perpetuam, porque el bienestar del que hablan en sus discursos y en su carísima propaganda triunfalista es eso… Mentira… La hipocresía y el cinismo que se viven en Coahuila están elevados a la enésima potencia… ¿Y?

Señores, la alternancia es asunto de vida para nuestra patria chica. Es hora de que dejemos de ser espectadores… Piénselo, por favor.

El valor de la unidad

5 de Noviembre 2016
A mis correligionarios, con mucho cariño y respeto.

El reto de Acción Nacional en Coahuila no es asunto menor, toda vez que la responsabilidad que implica cumplirlo no da para aplazamientos, y quienes lo hemos anhelado por décadas debemos de primarlo, ponerlo por encima de cualquier otro considerando o NO VAMOS A LLEGAR.

La alternancia en nuestra entidad federativa es inaplazable, el estado de cosas que se viven en Coahuila no da para más. El grado de corrupción y de impunidad es verdaderamente escandaloso. El lastre se arrastra desde la administración pasada, con la megadeuda impagable –sólo se han cubierto intereses– adquirida  en lo “obscuro” por el Gobierno del Estado y con la anuencia absoluta del grupo parlamentario del PRI de aquel momento. Si usted, estimado lector, tiene alguna duda respecto a cómo se ha defendido esa ratería perpetrada en contra de los coahuilenses, el último acto tuvo lugar el pasado 2 de noviembre. La mayoría tricolor del Congreso del Estado de Coahuila “sepultó” la controversia suscitada en días recientes respecto a las denuncias por las irregularidades detectadas en la deuda estatal que actualmente alcanza los 37 mil 089.5 millones de pesos, y a la incautación y subasta de bienes relacionados con el extesorero Javier Villarreal y a la comparecencia del procurador Homero Ramos Gloria y del auditor Armando Plata, ante el órgano legislativo, para aclarar las contradicciones que existen respecto a las denuncias que la Auditoría Superior del Estado (ASE) asegura haber presentado por el caso de la deuda y que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) niega que existan, y lo hizo  como siempre, con su mayoría aplastante. ¿Le queda a usted claro que los legisladores del PRI no representan los intereses de los coahuilenses, es decir, los suyos, sino los del gobernador de su partido?

Vuelvo al PAN. Los panistas sabemos que si no vamos unidos como uno solo, el PRI gana la gubernatura, la mayoría en el Congreso local y el grueso de las alcaldías. La unidad es armonía entre los integrantes de un grupo. La unidad prospera si todos concentramos nuestra energía y la enfocamos a aceptar y apreciar el valor de cada uno y lo que cada uno puede aportar a la encomienda, sin perder de vista la lealtad que le debemos al objetivo común.

La unidad se erige a partir de una visión compartida, de una esperanza realizable, de una causa para el bien común. La unidad aporta sustancia, fuerza y valor para hacer que lo imposible se vuelva posible. La tarea se hace más liviana cuando se acompaña de la determinación y el compromiso. La unidad no fructifica si no hay armonía dentro del propio ser y entre las personas del grupo. Uno debe primero en la soledad determinar su capacidad, su potencial y su especialidad y después entrar al grupo para ponerlas al servicio del objetivo común. Requisito sine qua non para que exista eficiencia individual es que haya claridad y limpieza en las motivaciones y en las intenciones. La grandeza de este valor tan bello es que en la unidad SE RESPETA A TODOS.

Si en nuestro trato nos permitimos la crítica destructiva, más devastadora aún cuando se hace a espaldas y con extraños, difícilmente se dará la sintonía. Las estridencias de la maledicencia hacen mucho daño, convierten distancias en abismos. Los egos desbordados y los complejos de inferioridad generan disonancia, acrecientan las debilidades de los demás en la compulsión de ser reconocido –al político inmaduro y mezquino se le vuelve delirio–, las personas se tornan agresivas y en muchos casos majaderas, y esto provoca oposición y conflicto.

Cuando entre hermanos de la misma lucha entra la insidia, la unidad se rompe, empieza a resquebrajarse y entonces va el retroceso, los puentes se van cerrando y las murallas cobran su espacio. Abrirle la puerta a sentimientos o cuasi sentimientos tan burdos como la antipatía, la envidia, el rencor… equivale a cortarle el paso al entendimiento, al diálogo, al ser racional que todos llevamos dentro y entonces ocurre el caos. Hay seis panistas que han dicho que aspiran a ser los candidatos a la gubernatura y sólo va a poder ser uno o una. Pero si al que vaya a ser, desde antes de la designación del Comité Ejecutivo Nacional, los simpatizantes de uno o de otro no abonamos con nuestra generosidad y con océanos de camaradería castrense a prepararle el trayecto, tengamos la certeza de que nuestra derrota está anunciada. Dejaremos de manifiesto que nos queda grande el saco, que no podemos con el desafío de aportarle a Coahuila la alternancia y cuanto ello conlleva, fortaleceremos con creces a nuestros adversarios y sobre todo, sobre todo, nos habremos fallado a nosotros mismos por nuestra incapacidad PROBADA para la concordancia y de paso… les daremos la razón, a quienes nos tienen en ese concepto.

No se vale… ¿Con qué derecho estamos atentando contra la gran causa de Gómez Morín y de todos los hombres y mujeres que antes que nosotros soñaron y trabajaron, con toda la adversidad por delante, pero con el corazón bien plantado, por hacer del ejercicio del poder público algo honorable y a favor de México? Coahuila es México.

De dulce para la Muerte…

29 de Octubre 2016

Si algo tengo bien presente de mis años niños llegado el mes de noviembre, son dos asuntos: la devoción de mi madre de ir al panteón a llevarles flores a sus muertos el mero día 2, y el otro… el otro era el mío, mis calaveritas de azúcar con el papel plateado en la frente en el que se distinguía mi nombre, eran una fiesta deliciosa que se deshacía en mi boca con cada mordisco que les asentaba. Rosario me compraba mi ración correspondiente con tal de que la dejara limpiar la tumba, poner las flores y hacer sus rezos.

A lo mejor por eso la muerte nunca me ha producido miedo, me acostumbré a concebirla como un postre de noviembre, a relacionarla con una fecha que para mí nunca fue sinónimo de dolor ni de partida, y seguramente algo tuvo que ver con mi afición de ir a los panteones en mis tiempos de estudiante de Licenciatura… sí, cuando no teníamos alguna clase, mi amiga Rosalía y yo nos encaminábamos al cementerio que bien cerca nos quedaba de la facultad y nos íbamos a cantar y a bailar en las tumbas, y a decir poemas, inclusive hasta una limpiadita le dábamos a algunas lápidas olvidadas. El panteonero nos echaba cuantas veces nos encontraba “faltándoles al respeto a los difuntos” –así nos decía con voz iracunda y con la pala en alto, amenazante–, pero eran las mismas que nosotras regresábamos a hacer lo mismo. Teníamos la idea de que los muertos estaban encantados, de que los sacábamos aunque fuera un ratito de su silencio eterno.

No niego la cruz de mi parroquia, en nuestro amado, bello y bullanguero País, la muerte es cuestión de risa y de fiesta para los fieles difuntos. Forma parte de nuestra idiosincrasia, nos reconocemos en ella… ahí tiene a la inigualable Catrina de Posada, muy curra y salerosa carcajeándose de sí misma, muy distinta de la impresionante Coatlicue de los ancestros mexicas, con el ceño hosco, más hosco por la piedra en la que labraron su imagen.

Nos reímos de la muerte, le cantamos con gozo: “La muerte ciriquisiaca jalando su carretón, parece una sombra flaca bailando en el malecón…” Y ¿qué tal los dichos alusivos a la Huesuda?: “matrimonio y mortaja del cielo baja”, ”mujeres juntas ni difuntas”, “el muerto al pozo y el vivo al gozo”, “el que por su gusto muere hasta la muerte le sabe”, “el muerto y el arrimado a los tres días apestan”, “de limpios y de tragones están llenos los panteones”.
El Día de Muertos se celebra en nuestro país desde tiempos inmemoriales, nuestras dos culturas madres, la mesoamericana y la hispana le aportaron a la hija mestiza tradiciones de ambas, por eso somos un pueblo que le damos una acepción tan singular. La muerte es principio y fin a la vez, es el inicio de la eternidad y el cierre de lo perecedero.

El Día de Muertos recordamos. Y recordar, del latín re-cordis, es volver a pasar por el corazón, es volver a caminar por mi memoria. Yo recuerdo a mi madre todos los días, pero evocarla no me genera dolor, sino todo lo contrario, me llena de alegría, a veces me rio hasta a carcajadas porque mi madre sigue siendo sol y luz en mi vida, mi roble frondoso y fuerte… y me resulta imposible recordarla con llanto. Extraño su presencia física, pero está tan vivo cuanto era que sigue estando presente y eso me genera una serenidad y una paz interior inigualables.

Me gusta el colorido de la celebración de difuntos, los cempasúchiles, las veladoras, el papel picado, por supuesto las calaveras de azúcar, la comida y bebida, el incienso y el agua. Me encanta que haya un día, el 1 de noviembre, dedicado a los “angelitos” a los “muertos chiquitos”, y que se estile en los altares tan bellos que se ponen en las casas colocar juguetes y golosinas en su honor. Estoy cierta de que el mundo no se detiene y que todo va cambiando, es ley natural, pero me preocupa sobremanera que estas tradiciones tan nuestras se vayan perdiendo en la andanada de cuanto nos viene de fuera. Y que sea hoy día el Halloween, ajeno por completo a nuestros orígenes, el que vaya ganado terreno en el ánimo y en la memoria de los niños mexicanos.

No estoy peleada con lo extranjero, ni padezco xenofobia, pero no perdamos el gusto por lo nuestro, por lo que nos da identidad y pertenencia. Los altares de muertos y las festividades en los panteones son expresiones mexicanas, tenemos el deber de salvaguardarlas, hacer que nuestros niños las conozcan, las vean, las  disfruten, se enorgullezcan de ellas, porque en ellas va implícita la genética de la patria. Que no alteren las celebraciones extranjeras la riqueza incalculable de nuestra cultura, somos el pueblo al que le cantaba López Velarde en su “Suave Patria”, y es que México es así… suave como la tierra húmeda, cálido como un sarape de Saltillo… y dulce, tan dulce como las calaveritas de azúcar que me encantaban cuando niña…

Sin medias tintas

22 de Octubre  2016 

Cada vez se vuelve más “light” nuestra conducta, hemos entrado a un limbo de permisividad en el que el pragmatismo ha ido ganando terreno, y venderse hoy día por “un plato de lentejas”… o por un millón de pesos… o por lo que le ofrezcan y usted acepte, se ha vuelto de lo más común y corriente. Ya no hay congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, porque eso es la congruencia, una armonía entre pensamientos, acciones y emociones. Necesitamos hacer un verdadero acto de inmersión, de recapitulaciones interiores, de encaramientos con nosotros mismos, de darle a nuestras palabras el aval de los hechos, y la coincidencia debe de embonar con precisión matemática. 

Y todo este preámbulo, estimado lector, obedece al tema que hoy me voy a permitir compartir con usted. Solemos hablar mucho de cambio, del cambio que nuestro País, que nuestra entidad federativa, demandan, sobre todo cuando aludimos a los gobernantes, a la clase política, pero el primer cambio que se requiere es el personal, el que nos atañe como individuos con voluntad e inteligencia. Los gobernantes van a tener que modificar sus conductas, cuando empiecen a caer en cuenta que no bastan las urnas para generar confianza a la población, porque la confianza se gana con hechos, no con lengua, ni con  promesas hechas al vapor de la pedidera del voto a favor. Es urgente que al político se le exija la ratificación de confianza con su actuación, es insoslayable que honre con hechos lo que prometió en campaña. Se debe de traer de nueva cuenta al ser humano al ejercicio del cargo público, recordarle todos los días que es una persona y que gobierna para personas. Que los votos que se le otorgaron en las urnas fueron nada más el medio para llevarlo al sitio desde donde tiene que generar bien común. No se debe permitir que se queden en calidad de buenas intenciones sus promesas de campaña, dice el viejo adagio que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Necesitamos políticos con valores y principios, porque en el plano de las relaciones sociales o políticas se requieren hombres con esas prendas interiores. Separar de la política a la ética conduce a la tiranía. 

Ejemplos nos los da por toneladas la Historia. De sinvergüenzas y pillastres estamos hasta la coronilla… ¿O usted no? La política necesita dignificarse, por ello usted no se debe permitir seguir llevando a los cargos públicos a vividores y sinvergüenzas. Decía Platón 500 años antes de Cristo que los políticos deberían tener 3 características: Veraces, trabajadores y honrados. Quien cumple con estos requisitos es CONGRUENTE consigo mismo. Al arte del buen gobierno se le denomina POLÍTICA y los políticos son quienes tienen la responsabilidad de que esto entre al terreno de las realidades. Gobernar no es simplemente OCUPAR un cargo público, implica dirigir todos los esfuerzos hacia una mejora continua de los gobernados, en todos los ámbitos: social, educativo, laboral, cultural, de libertades, económico.

 Vivimos tiempos en los que la corrupción política y social nos resulta tan ordinaria que no alcanza para dejar de votar por corruptos. Es más, la cultura política imperante ha generado el que muchas personas piensen que solo “los vivos” ganan elecciones, esas “vivideras” incluyen trampas, mentiras, acuerdos en “lo oscuro”, compra de conciencias, bueno, hasta crímenes…con tal de alcanzar el poder. Hoy día los niveles de corrupción y de impunidad son escandalosos, tanto, que la ética se va antojando casi, casi, como una quimera, como algo absolutamente imposible de alcanzar.

En Coahuila la corrupción y la impunidad han hecho estragos, pero la gente no reacciona. Son 80 años de partido hegemónico en el Ejecutivo estatal y en el Congreso, el autoritarismo imperante ha ido dañando las instituciones que le dan fortaleza y credibilidad a un gobierno. En Coahuila el estado de derecho, que estriba en el respeto a las leyes y al ordenamiento jurídico por parte del poder político, el respeto a las instituciones y a sus funciones, la separación de poderes y la descentralización del poder, como efectiva garantía para la vigencia de los derechos humanos, no existen…pero no pasa nada. A Duarte, el gobernador veracruzano con licencia, hoy prófugo de la justicia, le están fincando responsabilidades por lo mismo que acusan al Gobierno estatal de Coahuila: el pago de cantidades millonarias a empresas fantasmas, pero aquí en una semana “arreglaron” el “impasse”. 

El periodista Pedro Ferriz acudió ayer a declarar al Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, tras la demanda interpuesta en su contra por el ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira por supuesto daño moral y daño patrimonial. Y no ha habido ninguna muestra de solidaridad hacia Ferriz de ninguno de los agraviados a los que se desvalijó durante la administración del profesor. Cuando denuncié ante los medios de comunicación por primera vez, las raterías traducidas a la megadeuda, la respuesta fue una victoria contundente para el PRI en el proceso electoral. Ah…volvieron a reformar la Ley de Deuda Pública los corifeos que integran la mayoría en el Congreso local… ¿sabe a quienes fastidiaron con semejante…? A LOS COAHUILENSES

¿Qué vamos a hacer?

domingo, 6 de noviembre de 2016

Ser sinvergüenza está de moda

15 de Octubre  2016

Sin duda que la transparencia constituye algo bueno para la política, a pesar de que los ínclitos en el poder se empeñen en empañar cristales y correr cortinas para no dejar a la vista sinvergüenzadas y trapacerías; no obstante, no hay día que no se exhiban en proyección nacional y a todo detalle. La transparencia contribuye a la sanidad de la democracia, aunque esto les importe un bledo a muchos de los que cobran en los cargos públicos, y ni sudan ni se abochornan cuando se embolsan lo que no es suyo. 

La política, cuando se ejerce con pulcritud, genera trasformación positiva de las condiciones de vida de la realidad de millones de personas. Así ocurre en aquellas latitudes en las que se entiende y se practica de esta manera. El Estado como hecho político por antonomasia debe reivindicarse porque se está yendo al traste su objetivo sustantivo, que es generar BIEN PÚBLICO. Dados los eventos que han venido presentándose en nuestro país, cada día se antoja más lejano alcanzar este fin, que más que fin va pareciendo quimera.

Los estándares de moralidad pública andan por los suelos, pero lo más desconsolador es que parece no importarle a casi nadie. Me duele pensar que la sentencia de Marco Tulio Cicerón, el brillante tribuno de la Roma antigua, tenga vigencia en nuestros días, dada la desvergüenza de los políticos y la indiferencia de un pueblo al que ya no parece hacerle mella: “Tal y como son las personalidades en los asuntos públicos así suelen ser los demás ciudadanos”.

Pesan los muchos vicios de un sistema político que debiera estar en decadencia, pero no lo está ni por aproximación. La oligarquía sigue viva en nuestro país porque la complicidad y la marginación, no sólo material sino de intelecto, lo han permitido. Lo único que ha tenido que hacer el régimen es dejar bien claro que todo se puede hacer, siempre y cuando no se metan con su hegemonía.

El sentido de ciudadanía, de jerarquía ciudadana, de dueño de la casa NO HA PERMEADO, la condición de súbdito continúa imponiéndose sobre la de ciudadano. 
La diferencia se explica porque el súbdito está acostumbrado a la genuflexión perenne a cambio de la dádiva miserable con que lo mantienen asido. El ciudadano se sabe sujeto de derechos y deberes. Y de ahí su vocación intrínseca de participar en los asuntos de su comunidad, de tomar decisiones y fijar prácticas que conlleven a la convivencia civilizada, pero aquí eso casi no ocurre.

En México, la corrupción es un cáncer extendido y lo sabemos. Sabemos de las corruptelas de todo tamaño, del mal uso del dinero y de los bienes públicos, de los “moches” que se han convertido en algo cotidiano, de la mordida, de las partidas que no se ejercen y se diluyen en la “nada” del solapamiento, de los “lavados de dinero”, de los enriquecimientos millonarios de la noche a la mañana, del despilfarro y los gastos suntuosos… ¿Y qué? Hay una ristra de conductas vergonzosas de la clase política que a la gente ya le parecen “normales”, aunque de eso no tengan nada.

Hacernos de un bagaje cívico moral no es asunto de leyes solamente, sino de que la mayoría estemos convencidos de que se requiere el ejercicio de prácticas colectivas de ética pública. Renegamos entre cuatro paredes de los malandros que a lo único que llegan al puesto es a robar, a robar a manos llenas y en la absoluta impunidad… ¿qué ganamos con eso? A la hora de ir a votar no pesa en el ánimo ni en la voluntad la corrupción de la que renegamos. En Coahuila, el PRI sigue ganando elecciones, lo que sucedió en la administración de Humberto Moreira no tiene nombre y aunque la corrupción pesa en el descrédito generalizado que arrastra su sexenio, no alcanzó para que la población se sintiera ultrajada y decidiera, DESTACO, cobrar en las urnas el agravio. Hoy, el escándalo de las empresas fantasmas a las que la administración estatal pagó cantidades millonarias tampoco tendrá consecuencias… ¿Sabe por qué? Porque  aquí no hay división de poderes, el sometimiento al Ejecutivo es absoluto.

No nos es exclusiva la debacle, también Veracruz padece. El cinismo de Javier Duarte exhibido sin sonrojo alguno esta semana, sus declaraciones en las que manifiesta ser más puro que la Inmaculada… ¡Qué forma de insultar la inteligencia! No me ciego con Guillermo Padrés, si dispuso de lo ajeno, si se atrevió a burlarse de la confianza que le dieron sus coterráneos, que pague sus delitos. El día que la ley se imponga sin miramientos y su aplicación deje de ser discrecional, sin duda que iniciará un proceso de cambio real, no el de pacotilla que a cual más ofrece durante las campañas electorales.

sábado, 5 de noviembre de 2016

De su reflexión depende…

8 de Octubre 2016
 
El año próximo seremos alrededor de 1 millón 967 mil almas –seguramente variará un poquito porque este dato es a la fecha– quienes tendremos derecho a elegir el destino político de nuestra entidad federativa, con repercusiones en los diferentes ámbitos: 
económico, social, cultural, laboral, etc., en lo que esto impacta. Y los invito a que no vayan a renunciar a ello. El costo generado por la indiferencia, el desdén, la apatía, el “al cabo a mi qué” ha sido muy alto para Coahuila, usted lo sabe. Cuando usted no vota, hay quienes lo hacen por usted. Electos van a haber, con su voto o sin su voto, aunque sea una minoría la que los elija. Aquí no hay segunda vuelta, ni porcentajes específicos para ganar una elección, aquí si X saca dos y Z tres, gana Z. No nos distinguimos por ser un Estado en el que se acuda a votar de manera notable. De hecho, México no destaca por su altos niveles de participación política y menos tratándose de elecciones. 

Los elegidos son los que son, en mucho, gracias a la abstención. En Coahuila gana el abstencionismo de forma impresionante, realmente quienes han definido que no tengamos alternancia en el poder Ejecutivo Estatal, ni mayoría diferente a la tricolor en el Congreso, ni división de poderes –que es una desgracia–; que tengamos megadeuda con impunidad garantizada, entre otras “perlas”, son los que no votan. Hemos tenido elecciones en las que sólo sufragan alrededor del 40 por ciento del listado nominal… ¿y el 60 por ciento? Esto está más que probado que ha sido DAÑINO para Coahuila. Si repetimos el numerito el próximo año, quien sea votado por sólo la mitad más uno de ese 40 por ciento puede convertirse en Gobernador o Gobernadora, en Alcalde o Alcaldesa, Diputada o Diputado. O sea, uno de cada cinco coahuilenses va a determinar las próximas autoridades. Los electos ganarán si usted así lo decide, con poco más del 20 por ciento de los ciudadanos con credencial de elector. Mire nomás qué sustento van a llevar los ganadores: 80 por ciento de abstencionismo.

El abstencionismo es para la democracia lo que el ácido clorhídrico para los metales. Necesitamos gobernantes y legisladores que representen mayorías. Abstenerse es un acto de irresponsabilidad que daña a toda la comunidad, incluyendo, por supuesto, al que abdica de su derecho. A quienes han gobernado siempre en Coahuila les va de maravilla el abstencionismo, toda vez que con su fluctuante 30 a 32 por ciento tienen para seguir mangoneando a su antojo la entidad, quintuplicar el peso de quienes integran su primer círculo, de su clientela electoral y de su corte de colaboradores. Con la abstención se mantiene en firme la ausencia de alternancia y con ella a las dos gárgolas que están pudriendo a nuestro Estado: la corrupción y la impunidad.

Quejarse entre cuatro paredes de esta realidad, mentar madres en la intimidad y desearles todos los males del mundo a la nomenclatura que por siempre ha gobernado en Coahuila, no tiene ningún sentido, es absolutamente estéril. Los jóvenes, que son el sector que más desdeña a la clase política y que se manifiesta harta de su existencia, son los más perjudicados con el abstencionismo porque la corrupción imperante se fortalece y les resta día a día la posibilidad de generar condiciones para que accedan a mejores niveles de vida y se realicen como personas exitosas. Por favor, despotricar en Twitter o en Facebook sobre la desvergüenza de uno y otro político no cambia lo que está dañando a Coahuila. No se conformen con insultarlos y criticarlos porque eso NO RESUELVE NADA.

Amigos todos, un síntoma contundente del grave mal que fustiga a nuestra enteca democracia es sin duda alguna la entronización de los más desvergonzados, vividores y corruptos, a los altos cargos públicos en la entidad. No tiene nombre lo que se vive en Coahuila. Estamos frente a una demolición permanente de los valores y la violación sistemática de la ley. Tenemos conocimiento de manifestaciones públicas y notorias de la ínfima calidad moral y hasta intelectual de muchos de los liderazgos que aquí viven y moran… Y NO PASA NADA.

Y no es suficiente nada más con ir a votar para acabar con semejante despropósito, se tiene que analizar la trayectoria de los candidatos con lupa. No es cierto que todos los políticos son sinvergüenzas y rateros y que da lo mismo votar por uno que por otro. No propicie el “juego” de que “ahora te quitas tú para ponerme yo” y que todo siga igual. Esto sucede cuando se vota sin reflexión. Ya basta de acudir a las urnas en esos términos. Haga que les duela hasta el alma la derrota a los que pierdan y a los que ganen que les de pánico no estar a la altura de las expectativas de la confianza otorgada con el sufragio. Cóbreselas a su partido y a ellos mismos si no se comportan con probidad y responsabilidad con el NO a su reelección en el siguiente período. También los partidos tienen que asumir el costo de andar proponiendo candidatos sin principios y sin compromiso con la ciudadanía. Necesitamos gobiernos y congreso conformados por personas honorables, talentosas y con espíritu de servicio, pero usted tiene que elegirlas con la cabeza fría y privilegiando sus hechos, no lo que mercadea la propaganda electorera, de ahí la relevancia de que no decida a ciegas, sino con elementos contundentes que le digan quién es quién.

¿Hay lealtades en política?

1 de Octubre 2016

La lealtad, entendida como valor, es una virtud que anida y vive en nuestra consciencia, en ese entender y, por ende, defender aquello en lo que creemos y en quien creemos. 

Es una virtud vinculada estrechamente al honor, al respeto y a la gratitud. Una persona leal lo es a las instituciones y organizaciones de las que es parte. Las personas leales son dedicadas y con alto sentido de compromiso a las causas que abrazan. Éste es mi concepto de lealtad. No la entiendo de otra manera.

De las primeras cosas que alguien me dijo cuando incursioné en esta disciplina –confieso abiertamente que me apasiona–, como es la política, fue que era muy difícil el tránsito para las personas que piensan como yo. También me expresaron que en este medio no hay amigos, que lo que existen son intereses y coyunturas, y que más me valía entenderlo así o no tenía futuro. Asimismo, me subrayaron que ser frontal no es el mejor camino para llegar a acuerdos, y que además me iba a ganar enemigos a granel. 

Bueno, pues ya casi tengo 30 años en esto. Sigo siendo la misma, porque el día que cambie pues ya no seré yo, y si no soy yo… ¿qué caso tiene?

Tengo amigos entrañables y en esa relación la lealtad tiene sitial de honor. Y es que la lealtad es un compromiso personal con las causas, con los ideales y con las personas. 

La lealtad te define, te marca, dice de ti quién eres y lo que eres capaz de hacer. La política, como dice Diego Fernández de Cevallos, no es para pusilánimes, porque tiene tantos avatares que si no tienes consistencia, te quiebras.

Para andar en esto es requisito sine qua non tener bien claro que no es posible llegar solo, que tienes que construir puentes para transitar, para dialogar, para discutir, para generar consensos, y por eso la lealtad es sustantiva. En política, las ínsulas no tienen futuro, lo gregario es lo que construye continentes. La vida política mantiene a prueba TODO el tiempo a la lealtad.

Hay “lealtades” ostentosas, son las que se prodigan al líder cuando le va bien, cuando está en la punta del grito. No sirven las de ese tipo, no pasan la prueba del añejo, se desmoronan al primer impacto que reciben. Se vale, pasa una vez, por la inexperiencia, por la tozudez, por la vanidad –ésta es una de las más presentes–, pero dos… ya es un problema. El que la padece tiene que aprender su lección, bajar de su nube y empezar a apreciar a quienes se hayan quedado a su lado hasta el final.

Las lealtades son imprescindibles para quienes pretendan hacer carrera política. Sin ellas no hay carrera. Por eso es tan importante distinguir entre las auténticas y las falsas. En la política se tiene que aprender a convivir con la diversidad de intereses, de carácter, de percepción, de visión, de fragilidades de la condición humana. Las discrepancias son cotidianas y si usted les da más peso del que tienen, está frito. Tomarse las cosas a pecho es veneno para el espíritu, cianuro para el estomago y neblina cerrada para el entendimiento. Va como anillo al dedo aquello de que el “que se enoja pierde”.

La política sirve para ponerse de acuerdo, es un instrumento inmejorable para ello, de ahí que la lealtad deba primarse, porque la política no genera lealtad pero necesita de ésta para allegarse de seguridad y certeza. Ojo, la lealtad no es sinónimo de reverencia y aplauso, ni de edulcorante de oreja, ay de aquel político que se las crea y se las coma. Desconfiar de los corifeos es regla de oro que debe observarse. Entre leales hay que hablarse con la verdad, no hacerlo es actuar con DESLEALTAD y además es traición.

La política y la lealtad bien comprendida caminan juntas, no antagonizan. La lealtad bien entendida no es sumisión, sino una manera de hablar con la verdad en todo momento, de comprometerse con las causas del País, que es lo que México necesita en estas horas en que la corrupción y la impunidad en la clase política y en la política están comiéndose vivas a la confianza y a la credibilidad, que son las dos columnas que le dan fortaleza a las instituciones que sostienen a una nación.

Sólo un remedo…

24 de Septiembre 2016
 
La reelección consecutiva de un cargo público, como es el caso de la legislativa y la de ayuntamientos, abre la puerta a que el pueblo pueda premiar o castigar a quienes les depositó su confianza en las urnas. Para el politólogo Dieter Nohlen, la reelección es el “derecho de un ciudadano (y no de un partido) que ha sido elegido y ha ejercido una función pública con renovación periódica de postular y de ser elegido una segunda vez o indefinidamente para el mismo cargo (ejecutivo) o mandato (parlamentario)”. Es también la posibilidad jurídica de un individuo que haya desempeñado algún cargo de elección popular, para contender nuevamente por el mismo cargo al finalizar el período de su ejercicio.

Producto de la reforma electoral federal de 2014, las Entidades Federativas tuvieron también que hacer las propias e incluir la reelección en su legislación.  Nuestra Entidad Federativa no fue la excepción y a querer o no –y esto lo digo porque la mayoría tricolor hizo cuanto tuvo a su alcance para llevar la reforma entera hasta el último minuto– la tenemos y está próxima a estrenarse en 2018. La de alcaldes particularmente tiene como prerrequisito la presidencia por un año. Una de las características de la reelección mexicana es que no es indefinida, está acotada. Por ejemplo, la de alcaldes en Coahuila es hasta por dos períodos. Con la incorporación de la reelección a nuestra legislación se pretende dar una nueva dinámica al sistema político, a los partidos políticos y a la rendición de cuentas. Por ello es indispensable la participación de la sociedad civil, porque esta injerencia más directa, derivada de la posibilidad que tiene de calificar la actuación de legisladores y ediles, según sea el caso, tendrá que acicatear el buen desempeño de éstos, si es que pretenden repetir para el siguiente período.

La reelección consecutiva en este primer tramo sin duda que estará a prueba. En teoría, sus bondades estriban en que mejorarán aspectos sustantivos en el ámbito social y administrativo, partiendo de la premisa de que tendrá que promoverse una planeación efectiva de programas y acciones del ámbito municipal para consolidar una democracia de resultados a ese nivel.

Sin duda que tres años resultan insuficientes para que un Ayuntamiento pueda terminar sus proyectos de mediano y largo plazo, pues la realidad es que en el primero el Presidente municipal llega a conocer el Municipio, en el segundo va consolidando las innovaciones, y ya el tercero es para despedirse. Entonces, a partir del 2018 el escenario puede ser distinto para aquel Alcalde y su equipo que se esmeren en el cumplimiento de la responsabilidad que les encargaron los electores. La reelección privilegia la continuidad de las labores y de las decisiones que se tomen en el cabildo, la profesionalización del ejercicio del poder público y hasta la especialización en las tareas municipales administrativas. Implica también una vinculación permanente con la comunidad que los eligió como sus representantes toda vez que su responsabilidad estará todos los días puesta a prueba, y de su cumplimiento cabal dependerán sus aspiraciones futuras.


Claro que en Coahuila esto no será posible en el estreno de la reelección. La mayoría priísta se encargó de que no suceda así. En 2017 habrá elecciones para Gobernador, diputados locales y alcaldes. Estos últimos tomarán posesión el 1 de enero de 2018 y si aspiran a la reelección tendrán que pedir licencia el 5 de enero del mismo año, y entrar si es que sus partidos les dan la venia para postularse de nueva cuenta –no usted, elector– a la precampaña y luego a la campaña… ¿Cómo evaluar su trabajo con este plazo rabón? ¿Sobre qué indicadores se calificará su actuación tan… tan fugaz? Pudieron haber mantenido un mandato de cuatro años de los electos en 2017 por única ocasión y haberlo empatado con las elecciones federales del 2021. Pero estamos en Coahuila, en una Entidad Federativa en la que la mayoría legislativa NUNCA ha representado los intereses de sus representados, sino los del Gobernador en turno.

Sin duda que vendrán tiempos mejores para nuestra tierra, pero no los generarán los que desde siempre han mandado en la entidad, sino usted, coahuilense, porque usted es el único dueño de esta casa.  Por favor, por favor, ya asuma su jerarquía.

El desafío

Con motivo del 77 Aniversario de la fundación del Partido Acción Nacional
17 de Septiembre 2016

En una entrevista que el periodista Juan Manuel Ramírez hizo en 1963  a Adolfo Christlieb Ibarrola, refiriéndose a lo que implicaba la militancia en Acción Nacional, expresó lo que a continuación transcribo: “Nuestra permanencia en la actividad política no resulta, por inercia de la adhesión primera al partido, cualquiera que haya sido su motivación. La permanencia de todos nosotros en Acción Nacional obedece, afortunadamente, a la convicción profunda que tenemos de que la política es, antes que nada, disposición y capacidad de servicio, y no ocasión para satisfacer apetitos personales. La militancia en el PAN no es camino indicado para lograr seguridad y ventajas económicas. En Acción Nacional la actividad política es una carga, no una inversión productiva”.

Adolfo Christlieb es una de las mentes más brillantes y talentosas de Acción Nacional, “dardos puntiagudos” como apuntaba Federico Ling Altamirano –otro panista de excepción– salían de su pluma; maestro en la argumentación y el debate, dueño de una serenidad inamovible que lo convertía en un polemista de primer nivel. Sumado a esto, la otra vertiente de su personalidad la constituía su congruencia entre lo que pensaba y sus hechos, sus actitudes y su conducta, rayana muchas veces en el heroísmo. Cito a Christlieb porque es uno de los ideólogos del partido que más admiro y respeto. La inteligencia siempre me ha deslumbrado y don Adolfo la tenía en grado superlativo, y si a esto concurre su congruencia intachable, se vale traerlo como ejemplo a seguir.

Yo llegué al PAN en los días en que se discutían ideas, proyectos para incidir en los cómos se arribaría a la construcción de la “patria ordenada y generosa”, tuve el privilegio de escuchar debatir a Juan Antonio García Villa, a Jorge Zermeño Infante, a don Edmundo Gurza, entre otros panistas distinguidos. Eran los tiempos en los que apenas algunos militantes habían llegado a ocupar un cargo público y el arribo había sido aciago, porque se sorteaban una serie de obstáculos en los que definitivamente las condiciones no eran las mismas de las que gozaban los del partido de enfrente. La alternancia en la Presidencia de la República aún estaba lejos. Al panista de ese entonces lo alentaban el sueño de llegar al poder para servir, para demostrar que la política era y sigue siendo el mejor “instrumento para generar bien común”. La unidad campeaba en los ideales y en los comportamientos, no era pose, ni imagen para fotografías, era auténticamente “camaradería castrense”, honraba los principios en los que sustentó Manuel Gómez Morín el partido que fundó para “mover almas” y formar ciudadanos. Hoy la unidad es elemento sine qua non para los que soñamos que suceda en Coahuila, los panistas sabemos que si le permitimos a la irracionalidad y su cauda de oscuridades intervenir e imponerse, la alternancia no podrá darse, ni alcanzaremos mayoría en el Congreso local y abonaremos a la perversión que el PRI generó con sus alcaldías de un año, en las que se tiene que pedir licencia a los cinco días de haberse convertido en Alcalde o Alcaldesa, para ir por la reelección. Se burlaron del espíritu de la reelección, pero ése es otro tema.

El nuestro es que tenemos seis correligionarios que aspiran a ser candidatos del PAN a la gubernatura, pero también sabemos que solo llegará uno o una, y no más, y que con ese uno o una tendremos que ir todos. Si esto no permea a TODOS los entendimientos y a los corazones, demos por sentado que la derrota está anunciada y no podremos cargarle a nadie la culpa, sólo a nosotros mismos. 

Afuera, el electorado, está harto de ver nuestra casa dividida y nos lo ha dicho con toda claridad en los dos procesos eleccionarios inmediatos anteriores. 

“Una casa dividida contra sí misma no se mantiene en pie”, como expresó Abraham Lincoln en un momento muy difícil para su país, y vale el concepto para hacerlo nuestro en estos tiempos en que JUNTOS tenemos que decidir que queremos para Coahuila, y que estamos dispuestos a dar para lograrlo.

Larga vida a Acción Nacional.

La patria de uno

A México, mi patria, mi casa, mi todo.
10 de Septiembre 2016

Lo primero que me viene a la memoria cuando de la patria se trata es la instrucción imperativa de mi madre: “Ponte de pie, se está tocando el himno nacional”. Y tenía que hacerlo de inmediato, sin chistar. En una de aquellas ocasiones le pregunté ¿Y por qué, mamá? Estamos aquí en la casa… ¿Para qué? Su respuesta fue inmediata: “Por respeto, porque es el himno de nuestro país”. Mi madre lo escuchaba con verdadera devoción y permanecía de pie hasta que concluía. Me parece que es asunto de casa, de lo que nos enseñan nuestros padres en casa, respeto opiniones diferentes. A México, yo aprendí a amarlo a la vera de mi madre, ella se encargó de que así fuera. En la escuela también hicieron su parte, tuve maestros de Historia que se empeñaron en que así sucediera, sobre todo uno, el de segundo de secundaria, él hizo que me enamorara de mi país. 

También contribuyeron a este apasionamiento los libros que he leído a lo largo de mi vida, responsables de ello: Vasconcelos, Juan Rulfo, Juan de Dios Peza, Ramón López Velarde, Ricardo López Méndez, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Enrique Krauze…por citar algunos. Y por supuesto el haber estado en tantos espacios preciosos de la geografía nacional. 

Usted, amable lector, se ha preguntado ¿Qué es la patria? ¿El significado que tiene para usted? Me voy a permitir compartirle, abusando de su generosidad, lo que es México para mí. México es un lugar entrañable para mi corazón, aquí han sucedido y siguen sucediendo todas las cosas que han hecho de mi vida algo maravilloso, también las que me han agobiado y me han hecho llorar; por supuesto las que han encendido mi rabia y mi impotencia, también las que me han provocado ser inmensamente feliz.

México es mi casa, mi espacio, a quien pertenezco y me pertenece, porque aquí nacieron mis padres, mis hijos, mi marido, mis amigos, mi familia ampliada y hasta mis malquerientes que, dicho sea de paso, refuerzan mis convicciones y mis principios y me engallan para seguir luchando.

México me sabe a México, a semitas de piloncillo, a pozole, a mole, a dulces cristalizados, a carne asada, a carnitas, a barbacoa, a buñuelos, a tortillas panzonas recién salidas del comal, a delicias de harina rellenitas de huevo con chorizo, a glorias, a tamalitos rojos y de dulce, a plátanos fritos con crema, a chapulines de Oaxaca aderezados con salsa de chile verde y unos buenos trocitos de aguacate, a tasajo, a cecina, a asado de puerco como el que hacía mi suegra que en gloria esté… 

¿No se le hizo agua la boca?

México es mi refugio y mi abrigo, no quiero otra casa más que ésta, no obstante que a veces me dan ganas de salir corriendo, ante tanta mugre que le han echado encima los que no lo aman, ni lo respetan, ni lo quieren… pero no me voy, ni me iré, porque aquí están mis raíces y el aire que respiro. 

¿Cómo podría vivir en otro lado? Si mi lado está aquí, aquí están todos mis lados. Amo a mi país, me subyuga su belleza natural. Adoro sus aromas a vainilla, a chocolate, a orégano, a cilantro, a epazote… No podría vivir sin los colores suaves de sus amaneceres, ni los deslumbrantes del mediodía, ni los inspiradores del atardecer, ni sin la fiesta de sus flores. No concibo un país con playas más lindas que las que bañan los océanos a la izquierda y a la derecha de su cuerpo de sirena, ni montañas más imponentes que cada una de las que forman sus sierras madres. 

La patria es música, toda la que nos despierte el sentimiento. Y habrá quien vibre con las notas de un mariachi, o enloquezca de gusto ante el acordeón del conjunto norteño, o sienta que el corazón se le ensancha con el argüende grandote de la banda, o la del arpa cristalina que armoniza el taconeo de “La Bamba”, o la de la marimba que se toca en los portales de tantos pueblos del sur. Y esto no está peleado con que a los jóvenes les guste el rock, y cuanto ritmo les place hoy día, lo que importa es que no se olviden de lo nuestro. 

La patria es identidad, es palabra, es lengua, es mundo en común. La patria es una herencia que tenemos el DEBER de cuidar y ennoblecer, no de comérnosla a dentelladas como ahora está ocurriendo. La patria necesita para fortalecerse de valores compartidos y diferencias consensuadas. No puede haber patria sin dialogo, sin acuerdos, sin voluntad y sin buena fe. No puede ser que permitamos que se siga fragmentando, que la sigan separando la corrupción, el saqueo, el egoísmo, la desidia, la indiferencia y la impunidad. 

La patria se construye entre todos, sin distingo alguno. 

¡Que viva México, que viva México!

Se acabó la Presidencia…

3 de Septiembre 2016
 
En 1950, el norteamericano Sherman Kent, profesor de Historia en la Universidad de Yale, escribió un libro: “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Americana”, pionero de buena parte de las estructuras de inteligencia que hasta la fecha perduran. Sostenía que entre la inteligencia y la política hay un vínculo trascendente. Señaló con agudeza que “….la inteligencia no es quien determina objetivos: no es el arquitecto de la política; no es el hacedor de proyectos; no es el realizador de las operaciones. Su tarea es cuidar que los hacedores estén bien informados; brindarles la ayuda necesaria, llamar su atención hacia un hecho importante que puedan estar descuidando, y, a pedido de los mismos, analizar cursos alternativos …”

Sostuvo que el papel de la inteligencia “…es definido y simple, que su tarea se describía en dos fases: 1) el examen agotador de la situación para lo que es requerida una política y 2) la exploración objetiva e imparcial de todas las soluciones que el problema ofrece..”

Está visto que en el gobierno de Enrique Peña Nieto esto no existe. Ha venido quedando de manifiesto que su grupo político —Atlacomulco — no tiene el más mínimo interés en arroparlo, en protegerlo de sí mismo. No celebro que esto esté ocurriendo, como mexicana me abruma, como ciudadana me apesadumbra. Quiero explicarme racionalmente, sin permitirle a mis vísceras que intervengan, el grave momento por el que atraviesa nuestro país bajo la batuta de un hombre absolutamente incapaz de conducirlo. 

La discrepancia manifiesta entre lo que dice y lo que hace, daña gravemente la confianza de los mexicanos y cuando esto sucede los resultados de un gobierno dejan de ser creíbles. Todo desarrollo demanda esfuerzo y compromiso de políticos sensibles a la generación del bien común. Y esto está muy lejos de percibirse en el actual presidente de México. La política se dignifica cuando existe congruencia entre el dicho y el hecho, y es que conciliar la política de la imagen con la que revitaliza el ámbito democrático y la representación que ostenta el titular del Ejecutivo, son piedra angular en la agenda pública. Aquí hay ausencia.

Enrique Peña Nieto no está haciendo de la política “el arte de lo posible”, sino todo lo contrario, hoy en nuestro país estamos asistiendo a la negación de la famosa frase de Otto Von Bismark, el Canciller de Hierro alemán. El Presidente exhibe sus debilidades todos los días, se pierde en el laberinto de sus ineficacias, sus palabras, el discurso es cada vez más débil porque el hecho que lo antecede …o que lo precede lo desfonda…Y NO HAY QUIEN LO DETENGA…¿o lo quieren despeñado, sus ínclitos “maestros”?

 México se desangra en el profundo sur…y no pasa nada, su alfil, el Secretario de Educación no compone, y es que lo que natura non da salamanca non presta; su secretario de Gobernación está en la antesala del adiós porque tampoco ha podido abonar a la solución de un conflicto que va en crescendo porque lo minimizaron desde un principio, creyeron que estaban todavía en el México de los sesentas, cuando el poder del sistema era omnímodo y controlaban a sus aliados. Y el último dislate de la semana…de esta semana ¿De quién fue la “genialidad” de invitar al tipo que quiere ser presidente de los vecinos a venir a nuestro País? ¿Cómo se atrevió el presidente de México a invitar a nuestra casa a un individuo de la calaña de Trump? Superó al cobarde de López de Santa Ana. 

Lo que suceda de aquí a la conclusión del sexenio del hombre por el que votaron 19 millones de mexicanos, solo será trámite. Peña Nieto abdicó de su mandato. Pobre México…Que cercanos me resultan hoy los dolidos versos de León Felipe: “…que lástima, que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a la gloria de la patria…”

¿Recular por interposito?...

Desde hace un año hay niños sin clases y el ‘maistro’ en las manifestaciones de la CNTE… ¿No siente usted nada, estimado lector? ¿No le dan ganas de llorar?
27 de Agosto  2016
 
Si usted busca el significado de recular en el diccionario, tiene dos acepciones a saber: Retroceder y/o Ceder en su opinión. El INEE, el miércoles de esta semana anunció que la evaluación de desempeño de los maestros será voluntaria este año. Su presidenta, Sylvia Schmelkes, dijo que contrario a lo que se programó a principios de 2016, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) decidió que, en virtud de las fallas de implementación que hubo en 2015, por única ocasión participarán solo los maestros que así lo deseen, y esto solo obliga a los veinticuatro mil que salieron reprobados el año pasado. 

También informó que hasta 2017 se aplicará un nuevo modelo de pruebas, que tendrá tres etapas, en vez de cuatro. Por supuesto apuntó que esta determinación no obedece a las “exigencias” de la CNTE, ya que solo es un periodo de transición, pero que confía en que coadyuvará a las distensión del conflicto magisterial. Asimismo, la pedagoga en cita, subrayó que los 134 mil profesores que estaba planeado fueran evaluados por primera vez en este año, en noviembre para precisar, pues ya no será obligatorio, solo los que decidan hacerlo. Otra de las consejeras, Teresa Bracho, expresó que el maestro tiene derecho a ser evaluado con pruebas pertinentes y justas a su práctica y la evaluación anterior no fue así, seguramente que eso explica la reprobación de los veinticuatro mil. ¿Y los que si aprobaron? Porque hubo aprobados y reprobados de una misma región ¿ Qué hizo la diferencia? ¿O es pretexto para que el INEE obre como interposito del gobierno de EPN, que no ha podido imponer la ley, alegando lo que mandata el artículo 8 de la Ley del INEE: “…Estas evaluaciones deberán considerar los contextos  demográfico, social y económico de los agentes del Sistema Educativo Nacional, los recursos o insumos humanos, materiales y financieros destinados a éste y demás condiciones que intervengan en el proceso de enseñanza-aprendizaje. “ ¿No lo ponderaron? ¿No que son expertos?

Y por  otro lado, su determinación de que la evaluación que está pendiente sea voluntaria, pues también es contraria al precepto jurídico, toda vez que le están quitando la obligatoriedad. Usted dirima y concluya: 

“La evaluación del Sistema Educativo Nacional que lleve a cabo el Instituto, así como las evaluaciones que en el ámbito de su competencia lleven a cabo las Autoridades Educativas, serán sistemáticas, integrales, obligatorias y periódicas.”  ¿Qué tal?


Otro aspecto más que me inquieta es la flagrante violación a la propia Constitución de la República, que en su numeral III romano del artículo 3ro, establece que: “…La ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación.” 


 ¿Qué facultad jurídica asiste al INEE para decidir que sea voluntario presentar o no la evaluación de los 134 mil obligados a ello? No tiene ninguna, usted puede comprobarlo si ingresa a su ley reglamentaria a los artículos 27 y 28. Ni en la ley suprema, ni en ninguna otra. Total ¿qué importa? Que se evalúen cuando a bien tengan. El derecho de los educandos que debiera estar por encima de cualquier otro, está visto que carece de relevancia. Prueba de ello tenemos de sobra, la CNTE no está sujeta a ningún orden jurídico. ¿A quién carambas le importa que los profesores que están frente a grupo sean los idóneos para impartir educación de calidad? ¿Al gobierno peñista? ¿A los lideretes sindicales de la CNTE? Pues no, más claro no puede estar. Pero ya con esta “determinación” del INEE “resuelven” la debacle de su incapacidad y de su falta absoluta de compromiso con sus gobernados, y al País, bueno, pues al País que se lo siga cargando la trampa. La ley sirve en México para dos cosas: para Nada y para NADA.

Niños de sexto año que no saben leer, decía un padre de una comunidad indígena del sufrido estado de Chiapas en el noticiero de Denise Maerker, el miércoles  por la noche… Desde hace un año sin clases, la escuela cerrada, y el “maistro” en las manifestaciones de la CNTE… ¿No siente usted nada, estimado lector? ¿No le dan ganas de llorar? ¿No le duele nuestro País?...

No más poder por el poder

Me niego a aceptar que la política tiene un lazo indisoluble con la corrupción, es el poder que ella implica lo que en un momento determinado resulta corruptor 
20 de Agosto  2016

Eduardo Galeano expresaba: “Todo mi desprecio a los oportunistas políticos que predican ideologías, ofreciendo falsas esperanzas y espejismos libertarios, engañando y mintiendo mientras cobran por ello. Mi desprecio a los embaucadores que se disfrazan de emprendedores. Mi desprecio al progreso basado en el abuso y la desigualdad…” Triste, amargamente, tenía y tiene razón. Hace una descripción fiel de muchos miembros de la cofradía en mención, a quienes hace mucho tiempo se les olvidó, si es que alguna vez lo supieron, de que ser político no es sinónimo de ladrón, ni de desvergonzado, ni de ratero, ni de oportunista, ni de vividor… pero, pero –qué enorme es este PERO– se han empeñado en que así se conceptualice y esté generalizado.

La política es cosa COMÚN. Todos nacimos políticos porque nuestra propia naturaleza nos compele a ello, pero en lugar de ser protagonistas de nuestra vida y de la sociedad de la que somos parte, le hemos permitido a una caterva de traidores de su propia comunidad que engañen y roben ante nuestros ojos una y otra y otra vez. Nos hemos negado a asumir que la democracia más que una forma de gobierno es una forma de vida, y por ello nuestra participación debe ser esencial a nuestra cotidianeidad. Me niego a aceptar que la política tiene un lazo indisoluble con la corrupción, es el poder que ella implica lo que en un momento determinado resulta corruptor. Y con el debido respeto a Lord Acton, no comparto la máxima de que “el poder corrompe, y que a más poder más corrupción”. ¿Sabe a que obedece mi punto de vista? A que es cierto que el poder corrompe, pero al que se DEJA. Y la corrupción anida en todos los gremios, en la banca, en el magisterio, en la iglesia, en el periodismo, en… en cualquier sitio donde se le permita crecer y enraizarse. También al dinero le endilgan que todo pudre, no estoy de acuerdo tampoco; el billete no pudre nada, solamente “facilita” que salgan las “liviandades” que los humanos guardan en su interior. El cobre, dice la conseja popular. La corrupción es señera en todos los niveles de poder, a grado tal que se ha convertido en la “marca” más visible del sistema. Ocupa el lugar en el que debieran estar la eficacia en la gestión y la responsabilidad en el mandato.

Vivimos inmersos en un caldo en el que la autoridad es desvergonzadamente condescendiente con los delitos de corrupción. Desde el de más arriba hasta el de más abajo. Se protege a los pillos, no se tiene ningún prurito en ir a salvaguardarlos hasta allende los mares. Y es que la telaraña se les revienta si no cuidan a su ínclita membresía.
Todas las corruptelas se minimizan: La “casa blanca”, el “departamento de Miami”… no pasa nada… el exlíder sindical de los trabajadores de la CFE con una pensión jubilatoria “modestísima”: $474 mil 945 pesos mensuales y toda su parentela de jubilados… más despensa y aguinaldo… ¡qué poca m…! Discúlpeme el francés, pero de verdad ¿no importa?

¿Y la popularidad por la que no vino el presidente Peña Nieto?... No sé si reír o llorar. ¿Quiénes lo asesoran? Hay un desprecio absoluto a la inteligencia de los mexicanos. Son vergonzosos los niveles de cinismo y egoísmo imperantes ¿De verdad le siguen apostando al mal endémico de la desmemoria que padece el grueso de los compatriotas? ¿De verdad piensan que la impunidad los protegerá hasta la consumación de los siglos? ¿No han caído en cuenta de que a pesar suyo el mundo está mudando y que hay cambios irreversibles que ya no podrán controlar? ¿Es tan grande su soberbia o su tozudez que están pasando por alto que cuanta perversión han hecho se ha quedado guardada en la memoria de los discos duros de las computadoras, en la tecnología cada día más refinada de los aparatos digitales, y que los guardianes son el sector más numeroso de la población de este País –es decir, los jóvenes– y que sus fechorías se comunican a todo el mundo en cuestión de segundos en las redes sociales?

El año que viene tendremos elecciones en nuestra Coahuila. Por el amor y el respeto que se debe a sí mismo y que les tiene a las personas que sean más caras a su corazón, no vaya a votar a ciegas. Somos, recuerde, el único Estado norteño en el que JAMÁS ha habido ALTERNANCIA, ni una mayoría en el Congreso local que no le rinda pleitesía al gobernador en turno, por encima de los deberes que tiene con usted, que es quien les paga la dieta. Que no lo venza el miedo ni la desesperanza, atrévase a romper con una inercia que ya no da para más.

Las ranas no gobiernan

El año que viene tendremos elecciones en coahuila y van a llover historias de quienes se presentarán como aspirantes a los diferentes cargos públicos
13 de Agosto  2016
 
Todo indica, me comentaba un buen amigo, que el abandono de muchos valores y virtudes humanas está batiendo record en la sociedad de nuestro tiempo, se va imponiendo con más fuerza en el día a día. 

El ámbito político está que ni mandado hacer para ejemplificar. Salvo contadísimas excepciones, el grueso de los profesionales de esta disciplina practican con singular “alegría” todo cuanto la ha vuelto deleznable. 

La corte que rodea al político encumbrado teje una red alrededor de éste,  Erasmo de Rotterdam refiriéndose a estos expresaba: “¿Qué os puedo decir que ya no sepáis de los cortesanos? Los más sumisos, serviles, estúpidos y abyectos de los hombres y, sin embargo, quieren aparecer en el candelero’”. Este séquito de lambiscones, vividores y cómplices se encargan de  tejer una red en torno a éste y le construyen una historia, la historia está plagada de medias verdades y de mentiras completas. Pero esto no es nuevo, nadie ha dicho que la verdad y la política sean hermanas. Y además, está “aceptado” por el grueso de la sociedad. Por eso está en chino mandarín darle un puntapié a la corrupción, solo se le hace cosquillas. Y es que en un lugar en el que violentar la ley es el deporte favorito, la corrupción se convierte en ley. Y hablar de honor, de justicia, de equidad, es recurrir a un lenguaje en el que nadie cree, y a quien lo dice lo toman si bien le va, por excéntrico…Para decirlo de manera educada, porque la palabrota usada en nuestro País empieza con P.

La hipocresía en el ejercicio de la política es, ha sido y seguirá siendo —al paso que vamos — un ingrediente sine qua non en el trato que se dispensan entre los propios políticos y el que le ofrecen a los gobernados. El académico argentino Alberto Benegas Lynch comenta que “El problema de las hipocresías políticas es que se intentan disimular por medio de las reiteradas e incondicionales alabanzas de los cortesanos que suelen rodear al poder. “ ¿Coincide usted?

El año que viene tendremos elecciones en Coahuila y van a llover historias y más historias de quienes se presenten como aspirantes a los diferentes cargos públicos que estarán a consideración del electorado. No se deje usted llevar por los cantos de sirena, la mercadotecnia electoral convierte en príncipes y princesas a las ranas — con perdón de las ranas — al toque del billetal que se invierte en eso precisamente…Las ranas no gobiernan. 
Indague en su trayectoria de vida, usted es quien decide a quien quiere como su representante, vuélvase meticuloso en su investigación, no se deje llevar por las imágenes, solo son eso, usted busque al que está atrás de la fotografía, conozca su desempeño como persona en las diferentes actividades a las que se ha dedicado, esas son las que le van a decir de quien se trata. 

Desconfíe de quien le manifieste que llegado al cargo va a cambiar el mundo entero de un plumazo, es promesa electorera, es populismo, es chapuza, es polvo engatusador. 

Asuma usted su papel de patrón que contrata a personas para que le sirvan, usted es el dueño de la casa, es el empleador, los aspirantes que usted elija serán sus empleados. No les abra su casa a los deshonestos, no permita que le roben…Ya hágase cargo de su propiedad. 

Coahuila necesita alternancia en la gubernatura y una mayoría en el Congreso que no vuelva a ser la de los de siempre. ES URGENTE LA DIVISIÓN DE PODERES, jamás hemos tenido esa experiencia, sin esta división estamos fritos, cuanto presente el aparato estatal solo será un montón de papeles con contenidos que no pasan la prueba del añejo.
Usted es quien debe decidir…¡NADIE MÁS!

sábado, 24 de septiembre de 2016

Una carga muy pesada

5 de Agosto  2016

Cuando asistía al catecismo, allá en mis años niños, la paciente catequista  —porque vaya que se necesitaba serlo— nos ponía a repetir el listado de los siete pecados capitales, para que los ahuyentáramos de nuestras vidas porque eran  “una plaga horrible que dañaba el corazón”. La envidia es uno de ellos. La envidia ha estado y está muy presente en la naturaleza humana, hay quienes le permiten enraizar y crecer. Debe ser muy pesado llevar semejante carga. El envidioso padece con los logros de los demás, le duele en lo más profundo el éxito ajeno, le frustra. 

Se trata de personas siempre insatisfechas, por ello son proclives a analizar a los demás en función de sus logros y experimentan un profundo daño interior al compararse con ellos, entonces se generaliza una especie de rencor extremo que se manifiesta en una actitud crítica destructiva y manipuladora. El envidioso o envidiosa tienen muy baja su estima, se sienten por debajo de los demás y esto les genera mucha insatisfacción. Se estancan en sí mismos, se desgastan en desear lo que tiene el de enfrente y no reparan en lo suyo. En el fondo son personas solitarias y tristes.

En el medio político, la envidia incuba con mucha facilidad, derivada de la competitividad y rivalidad continua y permanente, esto provoca en la mente de quienes le permiten la injerencia, la errónea percepción de que el valor del político depende de lo poco o mucho que la gente lo valore. Y es que el desconocimiento de los propios límites y cualidades que sufre el envidioso por estar más pendiente de los de enfrente, favorece el pavor que lo atosiga de no estar a la altura de sus propias capacidades y de las expectativas que de él tengan quienes lo rodean. 

Esta circunstancia, este “empanicamiento” se exhibe en la constante diatriba de improperios y descalificaciones que se procuran vía sus propias declaraciones o por interpósita persona en las columnas y noticias impresas, televisadas o en la radio. Con demasiada frecuencia algunos ínclitos hacen uso de los medios para erigirse en juez y parte, o en recinto cerrado con unos cuantos, porque la envidia los corroe y tienen que despotricar en contra de su presunto adversario, con un listado de insultos, burlas y etc., etc... Y es que “la gente sin valor nunca aprende a ser indiferente; prefiere envidiar o lastimar”. Lo leí en algún lado.

¿Cuáles son los síntomas del envidioso? Los estudiosos del tema han hecho un listado. Me voy a permitir compartirle algunos de ellos: “El envidioso tiene la necesidad imperiosa de hacerle algo al envidiado, de mostrarle y demostrarle que no es el mejor en todo”. Tiene compulsión por corregir al envidiado, porque eso, desde su perspectiva le da cierta superioridad sobre aquel. Eso es miel para su amarga mediocridad. La raíz de la envidia es la soberbia. El envidioso es soberbio porque esconde en ella su “aborrecible” pequeñez. El envidioso maquina estrategias para dañar a su envidiado, verbi gratia, tiende a generar una atmósfera hostil hacia la persona envidiada, un ambiente de rechazo hacia la misma. Y es que la envidia se alimenta de la maledicencia compartida. 

Le molesta tanto cuanto hace su envidiado que incluso hasta cuando recibe un bien de aquel, le cae como purga en el estómago, y sólo por pose política, no lo externa. El envidioso, si está en sus manos, margina al envidiado. Lo deja al margen de cualquier cargo, función o encomienda en que tenga aunque sea mínima, la oportunidad de sobresalir. Llega a convertir esto en estrategia de largo plazo, fríamente calculada. Los síntomas de la envidia son tan evidentes, que hasta Poncio Pilato la supo detectar, no me cabe duda.

 Lo consigna San Mateo en su evangelio: “… Sabía que lo habían entregado por envidia” (Mt 27,18). Refiriéndose a Jesús de Nazaret, tasado en los 30 denarios que pagó el Sanedrín al Iscariote.

Miguel Ángel Cornejo en una de sus presentaciones en el Estadio Nacional del Perú hacía hincapié en que en nuestro continente latinoamericano, se ha insistido mucho en que ser pobre es una virtud y que el sufrimiento es un galardón, y esto precisamente, esta creencia equivocada, es la que estanca a nuestros pueblos y les impide crecer. Y tiene razón, esa no es la actitud… 

Pero como les ha servido a la nomenclatura mexicana y a los mesías y redentores de pacotilla para controlar a las personas. El acicate que debiera permear es el de la admiración a los exitosos que logran sus sueños a base de empeño, esfuerzo propio, inteligencia y perseverancia, y sobre todo con procedimientos legítimos, esto es lo que hay que emular, no envidiar. La victimización, los lamentos, los reclamos, la envidia hacia quienes si se han realizado, no son más que actitudes y conductas estériles, destinadas como apunta Cornejo, a perpetuar el fracaso.

“La envidia, expresaba Napoleón Bonaparte, es una declaración de inferioridad”. Y es verdad.