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lunes, 27 de febrero de 2017

Las odiosas dictaduras

Para nadie es desconocido los perjuicios que provocan los regímenes como el que Fidel Castro impuso en su país a partir de 1959. Más de 100 mil muertes, más de dos millones de emigrados. Desde que los hermanos Castro se apropiaron de Cuba, 11 cadáveres de cubanos han sido encontrados en los aeropuertos de Madrid, Londres, Dusseldorf y Varese; los cubanos viajaban en el tren de aterrizaje de un avión, sólo Armando Socarrás vivió para contarlo en 1969, tras su odisea en una aeronave de Iberia. También dan cuenta de semejante infamia los más de 77 mil cubanos muertos en el mar, huyendo de la tierra que los vio nacer.  ¿Se imagina el tamaño de la desesperanza y el dolor de quienes tienen que abandonar sus raíces? Yo moriría de tristeza fuera de México.

Las dictaduras siempre están manchadas de mentira y simulación. La nomenclatura impuesta por el “Comandante” se incorporó al totalitarismo que gusta de un tren de vida absolutamente distinto al que disfrutan el común de los cubanos. Casas lujosas, autos, buenas viandas, viajar al extranjero y enviar a sus hijos, nietos y bisnietos a cursar estudios allende los mares… con cargo al erario. La gerontocracia isleña, particularmente la que llegó de Sierra Maestra, junto a los burócratas de ayer y los de nuevo cuño, ya no finge austeridad; todos ellos decidieron vivir de acuerdo a las ventajas materiales que les otorga ser parte del séquito del dictador, y que la gente se jo… Hijos y nietos de los generales de la primera hora residen en el extranjero disfrutando de lo que sus ascendientes pergeñaron gracias a su “obediencia y aportes” al régimen. Y si no viven, pueden viajar sin restricción alguna. Es muy común encontrarse cubanos de la isla, amén de los de Miami –que ahí no tiene nada de extraño– en los aeropuertos europeos vacacionando, aunque usted no lo crea; obviamente no pertenecen al común de los mortales de su país. También están los emprendedores que tienen negocios propios y nadie explica de dónde salen los dólares para echar a andar el business, sin faltar los que trabajan para empresas extranjeras con espléndidos salarios, relaciones inmejorables, nada que ver con la política, pero derivado, todo, de ella. Y están, por supuesto, los descendientes “pobres” porque condenaron al régimen.

En las postrimerías de los 60 se publicó el libro “Psicología de los dictadores”, escrito por el psicólogo Gustav Bychowski, en el se describen rasgos de la personalidad de diferentes políticos autoritarios; he aquí la conclusión: “Ciertos factores psicológicos colectivos favorecen el ascenso de la dictadura. La obediencia y la sumisión ciegas a una autoridad auto designada son posibles únicamente cuando el pueblo se siente debilitado por su propio yo y renuncia a la crítica y a la independencia conquistadas previamente. Ese debilitamiento puede manifestarse bajo el influjo de la ansiedad, el temor y la inseguridad. En tales circunstancias, el yo colectivo, jaqueado por su sentimiento de impotencia, regresa a una etapa más infantil y busca ansiosamente ayuda, apoyo y salvación. Así, el grupo confía en este individuo y lo venera, del mismo modo que el niño ingenuo confía en el padre y le confiere poderes mágicos. 

Por lo tanto, envuelve a la persona del líder en un aura de mitología. Para ellos el dictador es como la encarnación de sus propios ideales y deseos, la realización de su propio resentimiento y su propia grandeza. Creen en las promesas del líder, pues le atribuyen omnisciencia y casi omnipotencia. Y es cuando el influjo del dictador sobre las masas recuerda el poder exhibido por un hipnotizador”. Éste es el trasiego, la ruta en la que se gesta el dictador.

La dictadura es la negación de la democracia, presupone la proscripción de elecciones libres. Los partidos políticos, por lo menos el del personajazo, quedan subordinados a la voluntad de aquél. La violación a los derechos humanos es permanente, no hay división de poderes. Existe un control férreo de los medios, una estructura militar al servicio del ínclito y un culto a la personalidad. Fidel Castro Rus no rompió el esquema. Se engolosinó con el poder, se creyó indispensable, único e irrepetible. Agravió a sus compatriotas. Durante su larga estancia de amo y patrón de Cuba  fueron más relevantes su esquizofrenia de mando, su ambición sin límites y su borrachera de poder, que el bien de su pueblo. Sacó al pillastre de Batista y luego él se perpetuó en la silla hasta que la salud le cobró factura. Escribió José Martí, el libertador de Cuba, que: “La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes”. A Castro Rus le importó un carajo –discúlpeme la vulgaridad– el concepto y sobre todo el ejemplo de su ilustre compatriota.

Hace unas semanas unos buenos amigos viajaron a Cuba, allá contrataron un guía de turistas. Fue un chico de 14 años, culto, educado, bien portado, le preguntaron ¿cuáles eran, según su punto de vista, los grandes aciertos del régimen de Fidel? Y contestó que la educación, la salud y el deporte. ¿Y los grandes problemas? El desayuno, la comida y la cena. Ni sus avances en educación, ni en medicina, ni sus glorias deportivas justifican la traición de Castro Rus a su pueblo.

Lo que le hiciste a Cuba no te enaltece. La historia no te va a absolver, Fidel, nunca ha absuelto a ninguno de los de tu clase.

sábado, 25 de febrero de 2017

Va por todas


Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
Mentiría si negara que las mujeres en este siglo y postrimerías del anterior hemos tenido avances importantes en muchos ámbitos del quehacer humano, no obstante, hay todavía asignaturas pendientes; en la política particularmente tenemos camino que recorrer, puentes que tender y murallas que echar abajo.

Desde el Plan de Acción de Beijing, pasando por la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en la Ciudad de México en 1975, Nairobi en 1985 en la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, cuando los gobiernos y parlamentos se comprometieron a promover la igualdad de género en todas las esferas de la vida política, consolidándose 10 años después en el Plan de Acción de Beijing, adoptado en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer la representación de las mujeres en los parlamentos y sus repercusiones para la toma de decisiones políticas, ha corrido agua y aquí vamos. En 1992 La Unión Interparlamentaria (UIP), que se ha dedicado a la investigación y la recopilación de datos sobre las mujeres en los parlamentos, respaldó las iniciativas de las Naciones Unidas para lograr la participación plena de las mujeres en la política. Y esto se reflejó en su Declaración, que le comparto: “El concepto de democracia sólo tendrá un significado verdadero y dinámico cuando las políticas y la legislación nacional sean decididas conjuntamente por hombres y mujeres y presten una atención equitativa a los intereses y las aptitudes de las dos mitades de la población”.

Nuestra participación en el espacio político SÍ INFLUYE, ¿por qué? Porque aportamos visiones, aptitudes, puntos de vista y perspectivas diferentes que abonan a la conformación de un programa político integral. Esto ya se ha venido reflejando en los congresos federal y locales de nuestro país, en mayor o menor cuantía, pero ahí está. Han mejorado con la presencia femenina la manera de expresarse y comportarse en la arena parlamentaria, el orden de prioridades sobre la agenda política, la sensibilidad sobre los asuntos de género en aspectos gubernamentales, particularmente en presupuestos y en reformas e introducción de legislación que desde la pura óptica de los varones ni siquiera se contemplaban. 

De manera paralela a este avance a todas luces significativo, la participación política de las mujeres está enfrentando nuevos desafíos, como son el debilitamiento de la democracia, del Estado de Derecho  y formas “sofisticadas” de violencia con sello eminentemente político. ¿Qué es la violencia política? Transcribo textualmente la que acuña el Protocolo para atender la violencia contra las mujeres de marzo de este año: “Comprende todas aquellas acciones y omisiones –incluida la tolerancia– que, basadas en elementos de género y dadas en el marco del ejercicio de derechos político-electorales, tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogativas inherentes a un cargo público”.
Víctimas de esta violencia: Gisela Mota, alcaldesa de Temixco, asesinada un día después de asumir el cargo; la precandidata por el PRD, Aída Nava,  encontrada decapitada en las inmediaciones del poblado de Tecoanapa, un día después de haber sido secuestrada durante un acto político; la precandidata a la diputación federal por el PAN en Morelos, Gabriela Pérez Cano, sufrió un ataque en su domicilio en el cual le dejaron un mensaje que decía “Abandona la candidatura” y agredieron a su hijo de 14 años, entre otros múltiples casos.

Le comparto algunos ejemplos que contempla el Protocolo en comento, sobre violencia política contra las mujeres: Registrar a mujeres exclusivamente en distritos perdedores, lo cual ya está prohibido por las leyes electorales. Amenazas a las mujeres que han sido electas. Inequidad en la distribución de los tiempos de radio y televisión. Inequidad en la distribución de los recursos para las campañas. (En 2015, los hombres recibieron 28 millones más que las candidatas.) Uso inadecuado de los partidos del presupuesto destinado a la capacitación, promoción y desarrollo del liderazgo político de las mujeres. Obstaculización de la participación de las mujeres en las elecciones regidas por sistemas normativos internos. Agresiones verbales basadas en estereotipos y visiones discriminatorias sobre las mujeres. Acoso, ataques físicos, violencia sexual e, incluso, asesinato. 

Como bien lo ha dicho, Lorenzo Córdova, presidente del INE: “La violencia política contra las mujeres no sólo degrada la vida política del País, sino que atenta contra la igualdad y la inclusión que ha caracterizado la lucha democrática en México”.

Hemos tenido avances importantes en la legislación, pero no basta. En lo que tenemos que empeñarnos es en cobrar conciencia de que este mundo, de que la vida en este mundo, empezando por la comunidad específica a la que pertenecemos, necesita de hombres y de mujeres para construir espacios en los que todos vivamos de acuerdo a nuestra dignidad de personas. El próximo año tenemos elecciones y la participación femenina va a ser alta, por ministerio de ley, pero no será suficiente para ganar el cargo público, los partidos políticos tienen el deber de presentar a las mejores, porque las hay. Y el electorado tendrá que tomar cartas en el asunto.

Esther Quintana Salinastenemos que cobrar conciencia que este mundo necesita hombres y mujeres para construir espacios en los que todos vivamos de acuerdo a nuestra dignidad de personas