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sábado, 5 de noviembre de 2016

La patria de uno

A México, mi patria, mi casa, mi todo.
10 de Septiembre 2016

Lo primero que me viene a la memoria cuando de la patria se trata es la instrucción imperativa de mi madre: “Ponte de pie, se está tocando el himno nacional”. Y tenía que hacerlo de inmediato, sin chistar. En una de aquellas ocasiones le pregunté ¿Y por qué, mamá? Estamos aquí en la casa… ¿Para qué? Su respuesta fue inmediata: “Por respeto, porque es el himno de nuestro país”. Mi madre lo escuchaba con verdadera devoción y permanecía de pie hasta que concluía. Me parece que es asunto de casa, de lo que nos enseñan nuestros padres en casa, respeto opiniones diferentes. A México, yo aprendí a amarlo a la vera de mi madre, ella se encargó de que así fuera. En la escuela también hicieron su parte, tuve maestros de Historia que se empeñaron en que así sucediera, sobre todo uno, el de segundo de secundaria, él hizo que me enamorara de mi país. 

También contribuyeron a este apasionamiento los libros que he leído a lo largo de mi vida, responsables de ello: Vasconcelos, Juan Rulfo, Juan de Dios Peza, Ramón López Velarde, Ricardo López Méndez, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Payno, Enrique Krauze…por citar algunos. Y por supuesto el haber estado en tantos espacios preciosos de la geografía nacional. 

Usted, amable lector, se ha preguntado ¿Qué es la patria? ¿El significado que tiene para usted? Me voy a permitir compartirle, abusando de su generosidad, lo que es México para mí. México es un lugar entrañable para mi corazón, aquí han sucedido y siguen sucediendo todas las cosas que han hecho de mi vida algo maravilloso, también las que me han agobiado y me han hecho llorar; por supuesto las que han encendido mi rabia y mi impotencia, también las que me han provocado ser inmensamente feliz.

México es mi casa, mi espacio, a quien pertenezco y me pertenece, porque aquí nacieron mis padres, mis hijos, mi marido, mis amigos, mi familia ampliada y hasta mis malquerientes que, dicho sea de paso, refuerzan mis convicciones y mis principios y me engallan para seguir luchando.

México me sabe a México, a semitas de piloncillo, a pozole, a mole, a dulces cristalizados, a carne asada, a carnitas, a barbacoa, a buñuelos, a tortillas panzonas recién salidas del comal, a delicias de harina rellenitas de huevo con chorizo, a glorias, a tamalitos rojos y de dulce, a plátanos fritos con crema, a chapulines de Oaxaca aderezados con salsa de chile verde y unos buenos trocitos de aguacate, a tasajo, a cecina, a asado de puerco como el que hacía mi suegra que en gloria esté… 

¿No se le hizo agua la boca?

México es mi refugio y mi abrigo, no quiero otra casa más que ésta, no obstante que a veces me dan ganas de salir corriendo, ante tanta mugre que le han echado encima los que no lo aman, ni lo respetan, ni lo quieren… pero no me voy, ni me iré, porque aquí están mis raíces y el aire que respiro. 

¿Cómo podría vivir en otro lado? Si mi lado está aquí, aquí están todos mis lados. Amo a mi país, me subyuga su belleza natural. Adoro sus aromas a vainilla, a chocolate, a orégano, a cilantro, a epazote… No podría vivir sin los colores suaves de sus amaneceres, ni los deslumbrantes del mediodía, ni los inspiradores del atardecer, ni sin la fiesta de sus flores. No concibo un país con playas más lindas que las que bañan los océanos a la izquierda y a la derecha de su cuerpo de sirena, ni montañas más imponentes que cada una de las que forman sus sierras madres. 

La patria es música, toda la que nos despierte el sentimiento. Y habrá quien vibre con las notas de un mariachi, o enloquezca de gusto ante el acordeón del conjunto norteño, o sienta que el corazón se le ensancha con el argüende grandote de la banda, o la del arpa cristalina que armoniza el taconeo de “La Bamba”, o la de la marimba que se toca en los portales de tantos pueblos del sur. Y esto no está peleado con que a los jóvenes les guste el rock, y cuanto ritmo les place hoy día, lo que importa es que no se olviden de lo nuestro. 

La patria es identidad, es palabra, es lengua, es mundo en común. La patria es una herencia que tenemos el DEBER de cuidar y ennoblecer, no de comérnosla a dentelladas como ahora está ocurriendo. La patria necesita para fortalecerse de valores compartidos y diferencias consensuadas. No puede haber patria sin dialogo, sin acuerdos, sin voluntad y sin buena fe. No puede ser que permitamos que se siga fragmentando, que la sigan separando la corrupción, el saqueo, el egoísmo, la desidia, la indiferencia y la impunidad. 

La patria se construye entre todos, sin distingo alguno. 

¡Que viva México, que viva México!

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