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sábado, 19 de noviembre de 2016

Sin medias tintas

22 de Octubre  2016 

Cada vez se vuelve más “light” nuestra conducta, hemos entrado a un limbo de permisividad en el que el pragmatismo ha ido ganando terreno, y venderse hoy día por “un plato de lentejas”… o por un millón de pesos… o por lo que le ofrezcan y usted acepte, se ha vuelto de lo más común y corriente. Ya no hay congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, porque eso es la congruencia, una armonía entre pensamientos, acciones y emociones. Necesitamos hacer un verdadero acto de inmersión, de recapitulaciones interiores, de encaramientos con nosotros mismos, de darle a nuestras palabras el aval de los hechos, y la coincidencia debe de embonar con precisión matemática. 

Y todo este preámbulo, estimado lector, obedece al tema que hoy me voy a permitir compartir con usted. Solemos hablar mucho de cambio, del cambio que nuestro País, que nuestra entidad federativa, demandan, sobre todo cuando aludimos a los gobernantes, a la clase política, pero el primer cambio que se requiere es el personal, el que nos atañe como individuos con voluntad e inteligencia. Los gobernantes van a tener que modificar sus conductas, cuando empiecen a caer en cuenta que no bastan las urnas para generar confianza a la población, porque la confianza se gana con hechos, no con lengua, ni con  promesas hechas al vapor de la pedidera del voto a favor. Es urgente que al político se le exija la ratificación de confianza con su actuación, es insoslayable que honre con hechos lo que prometió en campaña. Se debe de traer de nueva cuenta al ser humano al ejercicio del cargo público, recordarle todos los días que es una persona y que gobierna para personas. Que los votos que se le otorgaron en las urnas fueron nada más el medio para llevarlo al sitio desde donde tiene que generar bien común. No se debe permitir que se queden en calidad de buenas intenciones sus promesas de campaña, dice el viejo adagio que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Necesitamos políticos con valores y principios, porque en el plano de las relaciones sociales o políticas se requieren hombres con esas prendas interiores. Separar de la política a la ética conduce a la tiranía. 

Ejemplos nos los da por toneladas la Historia. De sinvergüenzas y pillastres estamos hasta la coronilla… ¿O usted no? La política necesita dignificarse, por ello usted no se debe permitir seguir llevando a los cargos públicos a vividores y sinvergüenzas. Decía Platón 500 años antes de Cristo que los políticos deberían tener 3 características: Veraces, trabajadores y honrados. Quien cumple con estos requisitos es CONGRUENTE consigo mismo. Al arte del buen gobierno se le denomina POLÍTICA y los políticos son quienes tienen la responsabilidad de que esto entre al terreno de las realidades. Gobernar no es simplemente OCUPAR un cargo público, implica dirigir todos los esfuerzos hacia una mejora continua de los gobernados, en todos los ámbitos: social, educativo, laboral, cultural, de libertades, económico.

 Vivimos tiempos en los que la corrupción política y social nos resulta tan ordinaria que no alcanza para dejar de votar por corruptos. Es más, la cultura política imperante ha generado el que muchas personas piensen que solo “los vivos” ganan elecciones, esas “vivideras” incluyen trampas, mentiras, acuerdos en “lo oscuro”, compra de conciencias, bueno, hasta crímenes…con tal de alcanzar el poder. Hoy día los niveles de corrupción y de impunidad son escandalosos, tanto, que la ética se va antojando casi, casi, como una quimera, como algo absolutamente imposible de alcanzar.

En Coahuila la corrupción y la impunidad han hecho estragos, pero la gente no reacciona. Son 80 años de partido hegemónico en el Ejecutivo estatal y en el Congreso, el autoritarismo imperante ha ido dañando las instituciones que le dan fortaleza y credibilidad a un gobierno. En Coahuila el estado de derecho, que estriba en el respeto a las leyes y al ordenamiento jurídico por parte del poder político, el respeto a las instituciones y a sus funciones, la separación de poderes y la descentralización del poder, como efectiva garantía para la vigencia de los derechos humanos, no existen…pero no pasa nada. A Duarte, el gobernador veracruzano con licencia, hoy prófugo de la justicia, le están fincando responsabilidades por lo mismo que acusan al Gobierno estatal de Coahuila: el pago de cantidades millonarias a empresas fantasmas, pero aquí en una semana “arreglaron” el “impasse”. 

El periodista Pedro Ferriz acudió ayer a declarar al Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, tras la demanda interpuesta en su contra por el ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira por supuesto daño moral y daño patrimonial. Y no ha habido ninguna muestra de solidaridad hacia Ferriz de ninguno de los agraviados a los que se desvalijó durante la administración del profesor. Cuando denuncié ante los medios de comunicación por primera vez, las raterías traducidas a la megadeuda, la respuesta fue una victoria contundente para el PRI en el proceso electoral. Ah…volvieron a reformar la Ley de Deuda Pública los corifeos que integran la mayoría en el Congreso local… ¿sabe a quienes fastidiaron con semejante…? A LOS COAHUILENSES

¿Qué vamos a hacer?

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