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martes, 22 de agosto de 2017

Resistir...

Fue una elección sucia en todo sentido, por eso se llama a la suma voluntaria y razonada de los ciudadanos para combatir un fraude descomunal
“Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar”. 

Marcelino Camacho Abad 

Hay quienes pensamos que la lucha por la democracia va indiscutiblemente hermanada con la de los derechos humanos, ¿por qué? Porque ambas desembocan en la misma búsqueda, la de la justicia y la equidad. Para quienes estamos convencidos de que luchar por la democracia representativa conlleva a hacer lo mismo por la participativa, nos queda claro que no se puede desvincular a una de la otra. En nuestra Coahuila hay una enorme concentración de poder político y por ende, control económico –vía la complicidad– en unas cuantas manos, dando como resultado que haya miles de coahuilenses viviendo como ciudadanos de quinta categoría, empobrecidos material e intelectualmente, y esto es incompatible con la democracia, al menos como se concibe en el 3ero. Constitucional: “como una forma de vida”. ¿Qué poder de decisión pueden tener personas en estas condiciones sobre su propia vida, si son absolutamente dependientes del sistema dictatorial que priva en la entidad desde hace más de 84 años?

Sin un mínimo de bienestar material resulta imposible que los hombres puedan practicar las virtudes cívicas necesarias en una democracia. Las personas que no comen tres veces al día, que no tienen un trabajo que les permita vivir de acuerdo a su condición, si carecen de servicios de salud y la educación que se les imparte no es de calidad, pues están en la lona, y son presa fácil del sistema imperante. Esta es nuestra tragedia cotidiana, acabamos de tener una elección para la renovación del poder ejecutivo y el “ganador” vuelve a ser el de siempre, el PRI, ¿cómo? Con todas las artimañas que él mismo se inventó e institucionalizó.

Fue una elección sucia en todo sentido, por eso se ha tenido que acudir a la instancia jurisdiccional, tendrán que ser jueces los que diriman la debacle. No tuvimos un proceso electoral honesto, no estuvo apegado a las normas jurídicas de la materia, el árbitro electoral no las observó, sino todo lo contrario. Hay un retroceso sobrecogedor. Los abusos, por llamarlos de manera educada, están al descubierto, los jueces tienen el deber de estudiarlos y determinar con apego a la ley las consecuencias. Estas circunstancias tan deleznables lograron lo que nunca se había visto: unificar a la sociedad civil. Hemos visto a la misma en marchas y concentraciones que no forman parte del comportamiento poselectoral.  ¿Cómo reconocer una victoria manchada por la duda, por la falta de transparencia, signada por la ilegalidad y la ausencia de certeza jurídica?

La sociedad civil está participando como nunca antes la habíamos visto. Nadie ha sido acarreado a las manifestaciones que han tenido lugar en diferentes regiones del estado. De alguna manera hay que agradecerle al Moreirato este despertar cívico, lograron aglutinar a los coahuilenses en esta novísima resistencia civil, que lejos de ser una insurrección, es nada más y nada menos que el inicio de un debate público, de una discusión civilizada sobre la necesidad de responder con estatura y prestancia a una intromisión inaceptable del Gobierno estatal en un asunto QUE NO LE COMPETE, como son las elecciones libres para la renovación del poder público. Su incivilidad es intolerable, es sinónimo de miseria, mezquindad y grosería.

Esto es sólo el principio. Sabemos que no va a ser fácil mantener el espíritu de esta genuina indignación, porque no es un ejercicio al que estemos acostumbrados, no obstante tenemos que esforzarnos,  va en ello lo que soñamos construir para nuestros hijos y nuestros nietos, paz duradera, respeto por las instituciones que le dan solidez y certeza a la división de poderes, al fortalecimiento de la democracia, a todo cuanto vuelve exitoso a un pueblo. El Moreirato tiene que entender que el absolutismo y sus engendros no tienen nada que hacer en la Coahuila de este siglo, tienen que aprender que están sujetos al imperio de la ley igual que todo el mundo, que no se vale enturbiar los procesos eleccionarios con dádivas y amenazas a sus cautivos para que a fuerza voten por sus candidatos, ni con arreglos con sus cómplices poderosos ($). 

No estamos llamando a la violencia contra el adversario quienes no estamos de acuerdo con lo sucedido, sino a la suma voluntaria y pacífica, razonada y razonable para combatir un fraude descomunal en perjuicio de nuestra democracia, queremos restituirle sus valores y principios. Nada más y nada menos. Resistamos, apenas está empezando, el camino es largo y sinuoso, pero nunca más grande que nuestro amor y nuestra devoción por Coahuila.

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