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martes, 22 de agosto de 2017

Después de la elección

“…si el triunfo y el desastre no te imponen su ley y los tratas lo mismo como a dos impostores…” . 
Rudyard Kipling


En palabras de Lorenzo Córdova Vianello, Presidente del Consejo General del INE, la equidad de condiciones que permitan un cierto equilibrio en la contienda electoral es el “piso mínimo”. Esta construcción le corresponde garantizarla al árbitro de la elección. Asimismo, al referirse a la autonomía de los órganos electorales, subraya que más allá de ser un principio de orden constitucional, es “el resultado de las decisiones y de las actitudes que la autoridad electoral toma frente a los distintos intereses políticos, frente a la eventual pretensión de intromisión de algunos intereses, de algunos actores en sus decisiones”. Apunta también que la autonomía  se tiene “…que procurar permanentemente”. Es verdaderamente lamentable que estos conceptos no hayan sido tomados en consideración por el Consejo General del Instituto Electoral de Coahuila (IEC), cuyos integrantes fueron nombrados precisamente por el colegiado que preside Lorenzo Córdova. Yo, como diputada de la LXII Legislatura voté a favor de esta reforma –que no me llenaba del todo–  precisamente para evitar la injerencia del gobernador y de todo el aparato vetusto del priato, en los procesos eleccionarios de Coahuila. Me ha quedado claro, que NO SIRVIÓ PARA NADA. Acabamos de tener un proceso eleccionario repudiable, que me indigna y me rebela. Ni en los tiempos en los que el árbitro era el secretario de Gobierno se ha vivido en Coahuila tanto desaseo.

No tengo y lo he dicho con claridad, ningún empacho en reconocer la victoria del adversario, al final del día, desde que uno se registra para contender tiene bien claro que perder o ganar será uno de los dos resultados, quien no esté preparado para esto, pues es mejor que ni participe. Amén del reparto indiscriminado de despensas, de tinacos, de dinero en efectivo o en tarjetas que repartieron en cantidades estratosféricas antes y durante el día de la jornada electoral, sin pudor alguno, con CERO actuación de la Fepade y la indiferencia ABSOLUTA del IEC, con ausencia de funcionarios de casilla, presidentes sobre todo, a los que sustituyeron como lo marca la ley con electores formados en la fila, a todas luces priístas, porque así lo planearon, el remate lo consumaron con los PAQUETES ELECTORALES ABIERTOS –resguardados por la guardia pretoriana del gobernador– violados a todas luces, sin actas de la sesión de instalación, con paquetes VACÍOS, con boletas faltantes o sobrantes, con actas de cierre ilegibles condicionadas a la entrega de cuadernillos…ah…y la suspensión intempestiva del Prep del domingo, igual que en la elección de gobernador. ¿Cómo aceptar resultados con semejantes antecedentes?

Lo más simple sería dar por bueno el resultado, aceptar que… ¿qué importa? al cabo que la diferencia de la votación es muy grande… “que no se perder”, “que me deje de ridículos”, “que si no entendí la voluntad de la mayoría”, “que me estoy haciendo odiosa ante los saltillenses y que me regrese a mi pueblo”, esto me dicen entre otras cosas en las redes los corifeos del PRI, amén de palabras y frases soeces. Pero esto no me intimida, ni me achica, pueden cantar misa. Lo que no me perdonaría es quedarme de brazos cruzados mirando pasar semejante despropósito. Por cada voto que nos dieron los saltillenses sin coacción, ni compra de voluntad, en absoluta independencia, a la planilla que tuve el honor de encabezar, no estoy dispuesta a validar con mi silencio lo amañado por el prigobierno en contubernio con el árbitro de la elección.  Si cada paquete proveniente de las casillas hubiera venido cerrado, sin señal alguna de haber sido violentado, sin chistar le levantaría la mano al adversario. Hay quienes estiman, que con tal de ganar el poder, en política todo se vale. 

Yo pienso y actúo en sentido contrario, y si esto es ser mojigata, conservadora y tener doble moral, aceptado, lo soy y la tengo. Sé perfectamente que el camino es empinado y largo, que es nadar contra corriente, que vamos contra toda la maquinaria del sistema, que es factible que nos quedemos como Agar en el desierto en algún momento, que el desánimo y el cansancio son dos gárgolas que se crecen en estas condiciones y son depredadores inmisericordes. Pero ni así, esto va por Saltillo, por todas las personas que sueñan con que un día se cierre el ciclo del autoritarismo, de esta dictadura de más de 84 años que muchos aplauden y celebran porque son sus cómplices o sus vasallos. Va por los que nunca habían votado, teniendo credencial de elector, y esta vez decidieron hacerse cargo de su deber de amor con su ciudad y con Coahuila. Va también por los más pobres de la periferia y del área rural, cuya pobreza material e ignorancia usan para ganar elecciones, va por los jóvenes que tienen ideales y convicciones, va por los niños que aún no votan pero que merecen un futuro en el que la democracia deje de ser aspiración y se convierta verdaderamente en forma de vida.

Esto es brega de eternidad, como apuntaba don Manuel Gómez Morín, de modo que estoy en lo que creo y en lo que amo, con todo el corazón. 

Esther Quintana SalinasSi cada paquete electoral hubiera llegado sin señales de haber sido violentado, no habría empacho en reconocer la victoria del adversario

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