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martes, 22 de agosto de 2017

¿Así tiene que seguir siendo?

Hay que volvernos intolerantes a la demagogia y el enriquecimiento ilícito para lograr una democracia real y ciudadana
 
El valor no consiste en la bilis, ni en la sangre; consiste en la dignidad.
 
Ignacio Manuel Altamirano


¿Qué tenemos cómo democracia hoy día? Nuestra Coahuila sigue irredenta. Para políticos con vocación de enriquecimiento ilícito, voracidad sin límite, cero honestidad y orfandad de vocación de servicio, entre otras “perlas”, la democracia es eso. Para usted ¿qué es? Hoy día la corrupción masiva avanza a pasos agigantados, pero no a todos parece interesarles. A quienes han defraudado la confianza de los coahuilenses no se les castiga, el sistema los “condena” a vivir en la opulencia de lo que se robaron, a “vociferar” –para taparle el ojo al macho– en contra de lo que son parte sustantiva y lo serán hasta la consumación de los siglos porque el vínculo con las raterías perpetradas y solapadas es indisoluble y luego, a recular de lo expresado. 

Es metódica la liquidación del estado de derecho, los crímenes se premian con la legalización, al cabo que para eso el priato tiene el control absoluto de los poderes. La degradación de la justicia y la anulación de facto de las normas constitucionales, resulta estremecedor… Vamos en picada.

Y si nos vamos al ámbito social, el alcance de esta podredumbre no tiene parangón. La familia se desmorona, el núcleo primario, natural, de cohesión de una sociedad vale para puras vergüenzas, y cuidadito y opina usted en contrario, porque de mocho, huele incienso, hipócrita, espantado… por decir algunos de los epítetos más socorridos, no le bajan un centímetro. El ataque a la familia se ha vuelto consuetudinario… ¿a quién carambas le importa los niños no tengan un papá y una mamá juntos y en armonía, para formarlos y educarlos? 

Los divorcios son exprés, no funcionó el matrimonio, pues al demonio, a otra cosa mariposa, y los hijos, pues al mismo destino, al cabo que hay nanas electrónicas para atenderlos… los celulares, las compus y las iPads… ¿Cariño? ¿Diálogo? 

¿Abrazos? ¿Te “quieros”? ¿Convivencia?... No, son incordios… 


Los índices de fracasos familiares y conyugales son mastodónticos. Los abortos son la solución a una –a dos, a tres, a las que sean– acostada irresponsable. Al cuerpo hay que darle gusto, total, si hay embarazo, te deshaces del mismo en un santiamén, todo está legalizado. La violencia doméstica reverbera sin control alguno entre parejas, de padres a hijos y viceversa... Hermanos que violan a sus hermanas, padres que abusan de su propia carne… ¿Y qué?

El fracaso escolar in crescendo –hay instrucción “desde arriba”, de no reprobar a nadie aunque no sepan nada– , el bullying en las aulas “está de moda” y sin repercusión para los victimarios, no lo están atendiendo de fondo, el fondo viene desde su casa, de sus padres, de lo que ve y vive ahí… los criminales se “forjan” en casa y de ahí a la calle, a la delincuencia organizada que los recibe con los brazos abiertos, son su carne de cañón, su materia prima. El auge de la prostitución, las drogas, el alcoholismo… negocio floreciente para los sucesores de los chapos. Esta es la democracia que ha generado el sistema priísta. Ochenta y cuatro años de llenarla de parásitos y degradarla hasta volverla despreciable. Estas elecciones las “ganaron” con el voto de los más pobres, de los que han ofendido y denigrado más, las pagaron a diferentes precios… como siempre. Y por supuesto con la complicidad vergonzante de los ricos en billetes, de esos que nomás tienen billetes, pero ningún escrúpulo. Esta es la democracia que priva en Coahuila, nuestra amada Coahuila, preñada de demagogia, de corrupción, de impunidad y de abusos. Es imposible que haya democracia sin educación cívica y con tanta desinformación, pero sobre todo con tantas necesidades básicas sin resolver.

Frente a semejante elección cocinada con mañas por el PRI –porque así fue la del 4 de junio–, con votos comprados, con complicidades que rayan en la indecencia, con clientelismo electoral que altera las condiciones de equidad de la contienda, no se abona al fortalecimiento de la democracia, sino todo lo contrario. A la democracia la han prostituido con mucho dinero de por medio, abonando con creces a la ilegalidad. Manifestarse en contra del fraude electoral es un derecho que por primera vez en Coahuila la sociedad ha salido a ejercer a las calles. Ya se traspasaron las barreras de colores e ideologías, ahí radica su fuerza. Hago votos porque esto sea el principio de una nueva era para nuestra noble tierra. 

Por favor, vuélvase intolerante con los políticos sinvergüenzas, del partido que sean. Hágales sentir su repulsa ciudadana. El cochinero tiene que erradicarse, pero usted necesita intervenir, sin usted no habrá cambio alguno.

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