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lunes, 1 de mayo de 2017

¿Fuenteovejuna…?

El término rebeldía proviene del vocablo latino “rebellis”, compuesto por “re” que significa regresión, y por “bellum” que se traduce como guerra. De ahí que la actitud de rebeldía pueda definirse como volverse contra la autoridad establecida en posición de querella o guerra. Es una actitud que puede aplicarse a título individual, es decir “contra uno mismo”, cuando se decide cambiar la forma de ser o de pensar, como respuesta a una situación en lo particular que nos produce inconformidad.Rebelarse no equivale estrictamente a tomar las armas para hacer frente al fenómeno que está produciendo rechazo, ha habido rebeliones pacíficas, como la del Mahatma Gandhi, con ella liberó a su pueblo del dominio inglés. La acción de rebeldía implica un previo cara a cara con uno mismo, un recuento de lo que está ocurriendo a nuestro derredor y la manera en que nos está afectando, se trata de un ejercicio que es FUNDAMENTAL hacer con la cabeza fría, porque si no se da en esa tónica, corremos el riesgo de perder objetividad, y entonces se pierden también perspectiva y contundencia en la decisión que tomemos, y generalmente no se obtienen los resultados que se esperan. Fácil no es, porque los sentimientos intervienen y dificultan la toma de conciencia, no obstante, la inteligencia y la voluntad tienen que imponerse.

Nuestra tierra Coahuila, porque quiero centrarme en ella —aunque lo nacional también está del nabo— está viviendo momentos aciagos, producto de una dictadura disfrazada de democracia, de larga data… sobrepasa los ochenta años. Vivimos en una entidad federativa en la que parece que dejaron de existir hombres de la talla de Miguel Ramos Arizpe y  de Francisco I. Madero. Cito a estos ilustres mexicanos porque la intervención de ambos, en su época, fue piedra de toque. Hoy la mansedumbre, el conformismo, la apatía, la indiferencia…generalizadas, han ido haciendo estragos en la voluntad y en el carácter de quienes pueblan esta tierra, y obviamente esto le viene como anillo al dedo al sistema político imperante, porque no encuentra oposición a sus desmanes. Nada más lea usted los periódicos, escuche la radio y vea la televisión, o entre a las redes sociales, y lo que se destacan son los estragos que han hecho la corrupción y la impunidad consentidas por quienes debieran combatirlas. Tenemos una entidad federativa en la que no existe la división de poderes, en la que el presidencialismo sigue vivo y coleando, toda vez que los poderes Legislativo y Judicial solo lo son de nombre, porque en el ejercicio no son más que subordinados del Ejecutivo en turno. Y esto es precisamente lo que engendra a la corrupción y la impunidad. Todo se “arregla y se pacta” en la clandestinidad de la abdicación de principios éticos en el ejercicio de la política, y es que la política sin ética, no es más que este estercolero en el que está hundida Coahuila.

Un buen Gobierno se distingue por generar condiciones, desde el ámbito de sus atribuciones por mandato de ley, para que sus gobernados vivan acorde con su dignidad de personas. Esto no está ocurriendo en Coahuila, aquí la prosperidad derivada de las acciones de Gobierno solo alcanza a una élite de privilegiados y la vía es y ha sido y está siendo: la complicidad. Tienen tres aliados más, pero a unos los subyugan con la dádiva miserable, toda vez que la dignidad se las han domesticado —discúlpeme el verbo, pero no hay otro que mejor describa el daño que les han causado—  y a los otros dos, con la amenaza de perder la plaza laboral. En una sociedad desigual no puede haber prosperidad para todos. La clase media en Coahuila está disminuyendo, aunque no forme parte de la información oficial, y cuando esto sucede la inseguridad y la delincuencia organizada van a la alza. Cuando se tienen autoridades solidarias con sus representados, hay programas de desarrollo social con los que se enseña a las personas a hacerse autosuficientes, porque la autosuficiencia es la antesala de la independencia; se combate a la pobreza en serio, no con ese asistencialismo deleznable que ha condenado a los más pobres a seguir siéndolo hasta la consumación de los siglos, se invierte en infraestructura para hacer atractivo el espacio geográfico para las inversiones y por ende para la generación de empleos; se invierte en educación no en arreglos con los lideretes sindicales para seguir dándole en la torre al presente y al futuro de nuestro país; se establece un sistema impecable de pensiones para que cuando las personas dejan de ser laboralmente activas puedan vivir sin sobresaltos y sin las limitaciones que padecen actualmente porque les robaron descaradamente sus propios lideretes y con la venia de la autoridad. Y hay más trapacerías, muchas más.

¿No está usted harto de tanto abuso? Nadie va a resolver la debacle de Coahuila, los únicos que pueden hacerlo son los dueños de la casa, Coahuila es la casa. No se vale permanecer impasible frente a semejante destrozo. Hay niños y jóvenes y vendrán más… 
¿Esto es lo que vamos a dejarles?...

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