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domingo, 7 de mayo de 2017

¡Que vuelvan!

En estas casi cuatro semanas de recorrido en el toque de puerta para solicitar el voto para el próximo 4 de junio, hemos estado percibiendo una especie de euforia que hacía tiempo no se presentaba en Coahuila. Hay esperanza en los saltillenses, y lo digo porque es el municipio que he estado caminando, la gente nos abre su puerta, tiene la generosidad de escucharnos y recibe la papelería que le entregamos, háblese de dípticos o volantes. La alternancia para el Gobierno Estatal ya está en el ánimo de los electores.

Y la simpatía por el Gobierno municipal de la capital del Estado se percibe en la calidez del recibimiento de nuestra propuesta.

Hay un marcado rechazo al Gobierno de los más de 84 años, algunas personas nos lo dicen abiertamente y otras con la claridad meridiana de su lenguaje corporal. Este fenómeno no lo había yo visto en las colonias más populosas, porque son las que tienen el llamado “voto duro” del PRI, pero hoy voy descubriendo que las amenazas, la manipulación, las prácticas de terror utilizadas por las llamadas “lideresas” de las colonias populares se van diluyendo en el disgusto 100 por ciento fundado de quienes se han dedicado a atosigar la voluntad de todos aquellos cuya falta de estudios y su pobreza material les ha impedido crecer por dentro y rebelarse ante un trato absolutamente ayuno de solidaridad y pleno de mezquindades y de amenazas. Son las personas que el sistema ha domado con las despensas, con las latas de pintura, con la beca. “¿Y usted que me va a dar? Dígame… pa ver si voto por usté”.

¡Qué sistema tan despreciable el del asistencialismo perenne! ¿Sabe por qué? Porque con este “instrumento” les enseñaron a ser pedigüeños eternos, conformistas sempiternos, dependientes hasta la consumación de los siglos. Y van heredándolo de generación en generación. Este es uno de los desafíos que tienen que atenderse y ganarse en este Siglo 21. Volver a la gente autosuficiente y, por ende, libre. Aquí es donde debe canalizarse el grueso del presupuesto de un Gobierno, se tiene que invertir en desarrollo humano, en programas que contribuyan al crecimiento integral de las personas. Esto es lo que va a salvarnos.

Me he topado también con personas verdaderamente indignadas con un Gobierno Estatal alejado de las causas comunes, y centrado en el único objetivo que los alienta: permanecer en el poder. No están dispuestos a seguir manteniendo un régimen asentado en décadas de contar mentiras, de manipulación consuetudinaria, y sobre todo de fincar su prosperidad personal, la de su parentela y la de toda su corte amigos, en el enriquecimiento ilícito. Y el colmo, nunca castigados. Y esto me alienta, porque el “hasta aquí” viene en el mismo paquete.

Hay quienes dirigen su repudio a toda la clase política, porque parten del supuesto de que todos los que nos dedicamos a esta actividad estamos cortados con la misa tijera, que ni a cual irle de ladrón. Te oyen pero no te escuchan y aunque no te lo dicen con palabras, te lo gritan con su silencio, con el hastío de su mirada, con todo el cuerpo. Son los que no votan, porque su manera de exteriorizar su malestar es rechazando lo que les indigna. Pero yo les digo respetuosamente que no se acojan a la pasividad del rechazo y que actúen en consecuencia. El abstencionismo ha dañado mucho a Coahuila, ha contribuido a la permanencia del régimen origen de toda la debacle que genera su repudio.

Y hay otra pregunta que se repite una y otra vez, en todos los estratos sociales: “¿Y va a volver? ¿O estará usted como todos los demás que han venido a tocar mi puerta, a prometernos el oro y el moro, y cuando se sientan –cuando llegan al cargo– se les borra de la cabeza y nomás roban, pero jamás vuelven?” ¿Cómo cambiamos esta percepción tan ganada a pulso por muchos que así actúan y que ha llevado a la generalización? ¿Cómo tendemos puentes entre una sociedad tan descreída de sus funcionarios? Esta es una de las tareas más difíciles, porque implica un actuar posterior a ocupar el cargo para demostrar que no todos se conducen con ese desapego. ¿Y por qué creer de nueva cuenta que éste o aquélla sí van a honrar el compromiso?

Por favor, analice las propuestas y las trayectorias de cada aspirante. No se permita votar sin este análisis. Gabriela Vargas, asesora en imagen pública, dice que el perfil del candidato ideal es: honesto, abierto al diálogo, competente y enérgico.
Usted tiene la última palabra. No se abstenga, por favor.

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