.

.

lunes, 1 de mayo de 2017

Lo que hemos ido perdiendo…

Ya le he compartido en otras reflexiones que tengo fascinación por la Roma de la antigüedad, y hoy lo traigo a colación porque estamos viviendo tiempos muy difíciles como sociedad, la caída de Roma, del imperio más grande su tiempo se originó precisamente por el caos que originó la ausencia de valores, esto fue lo que lo debilitó y ya mermado fue presa fácil de sus enemigos. Su fuerza no radicada ni en sus logros, ni en sus conquistas, sino en el legado moral de sus antepasados: la lealtad, la austeridad, la laboriosidad, la responsabilidad. A quien se admiraba era al hombre que reunía esos méritos, el concepto que los acuñaba lo denominaban gravitas, que quiere decir gravedad, el hombre grave era aquel que se tomaba en serio las cosas de la vida, aquel que no vivía a la ligera, que tenía conciencia del valor. Los valores del pater familias eran defender a su familia, su patria y su religión. Con este triduo de raigambre tan profundamente colectiva, el individualismo en su dimensión unipersonalista no prosperaba, ese sentido de comunidad fue lo que los convirtió en un gran imperio. Y su ausencia fue la que los desmoronó.

Y es que los valores son convicciones profundas de las personas y son los que determinan nuestra manera de ser y de actuar. A más de que nos dan identidad y se vinculan íntimamente con nuestros sentimientos y emociones. Cuando se les margina lo que priva en el comportamiento humano son la insensibilidad, la falta de respeto, la deshonestidad y la injusticia. 

La sociedad actual está plagada de antivalores en todos los espacios del quehacer humano: familiar, social, cultural político, económico, religioso, y esto provoca confusión, desorientación, conductas dañinas, porque el sentimiento de vergüenza, culpa y honor ya no aparecen. La falta de tolerancia y de respeto ha hecho estragos en el ámbito familiar, mire como ha crecido la violencia doméstica. En la escuela lo que predomina desde hace décadas es la anticultura del esfuerzo, —“los mexicanos, señalan algunos expertos,  ubican el esfuerzo en última instancia y anhelan la obtención de las cosas de manera fácil, sus relaciones se guían más por el pragmatismo que por la ideología y por el poder más que por la ley”—  ahora la instrucción de la propia Secretaría de Educación Pública es que no se repruebe a nadie, vayan como vayan en su desempeño académico, y el bullying por todo lo “alto”. En el ámbito laboral el acoso psicológico y sexual. En los medios de comunicación lo que se exhiben son el mercantilismo y la invitación perenne al consumo compulsivo. En el ámbito político, la perpetuación de una caterva de vividores y sinvergüenzas empeñados en la manipulación y en hacerse del poder hasta la consumación de los siglos, con la consabida repulsa de la población…que ya aprendió a vivir con eso y hasta lo considera “normal”.

Quiero hacer hincapié, porque me preocupa sobremanera semejante debacle, que los niños y los jóvenes están “integrando” sus valores con programas de televisión y ahora el ribete del internet sin SUPERVISIÓN  ¿Dónde están sus padres? Porque el problema radica en mucho en LA FALTA DE SUPERVISIÓN. Los Simpson es una de las series más populares de la TV, son el prototipo de una familia sin reglas, con comunicación interpersonal de CERO, en la que sus miembros solo se preocupan por sí mismos y el ídolo es el dinero. Son la antítesis de la familia… ¿Y qué? Lo ven millones de muchachos ¿Qué más les receta la TV sin supervisión? Relaciones sexuales prematuras con quien sea…le han quitado a la sexualidad todo su encanto… y de la responsabilidad para ejercerla ya ni hablamos. ¿Y qué más? VIOLENCIA y más violencia, como si fuera asunto de vida o muerte promocionarla. Mire lo que tenemos: delincuencia, adicciones, embarazos no deseados, abortos, homicidios, conductas antisociales. Los muchachos ya no respetan ni a sus progenitores, menos a sus maestros, y a ninguna autoridad, y todo esto va en detrimento de la misma sociedad a la que ellos pertenecen.

¿Cómo nos afecta? Usted dirá... Hoy día la corrupción, la impunidad y la simulación se han convertido en el peor obstáculo para el desarrollo del País. Cada día crece más el clima de desconfianza, no solo hacia las autoridades sino entre la población… ¿Hacia dónde vamos con estos lastres? La desconfianza inhibe la participación y sin participación no hay democracia.

Y sin democracia la división de poderes, el respeto a los derechos humanos, el ejercicio pleno de nuestras libertades, el bienestar generalizado, todo cuanto hace sentido para vivir en una comunidad…se pierde en la nada. Y me niego a aceptar semejante destino, porque en esa comunidad, estimado lector, lectora, están nada más y nada menos, que quienes más amamos. Tenemos el deber de recuperar los principios que le dan razón y motivo a nuestra vida, porque es de ellos de donde se nutre nuestra fuerza interior, ese flujo maravilloso que nos vuelve imbatibles porque alimenta la fe en nosotros mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario