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viernes, 17 de octubre de 2014

¿Resarcir el daño?

6 de Septiembre
Hace tiempo que en nuestro país se ha ido perdiendo el sentido de pertenencia al mismo, a las nuevas generaciones se les va haciendo más difícil encontrar vínculos de identidad con la sociedad – al menos teóricamente – a la que pertenecen. Sin duda que mucho tiene que ver en esto la globalización en la que estamos inmersos, no obstante, estimo que también es determinante en el resultado, la manera en que hoy convivimos con los demás, empezando con la familia. Ahora, por ejemplo, muchos niños ya no tienen mamá de tiempo completo, porque ellas se han incorporado a la plantilla laboral, igual que el padre, y esto ha determinado una serie de cambios sustantivos en la conducta de los menores, que influyen sin duda en su comportamiento al llegar a la adultez. Aquella vida comunitaria tan intensa que vivimos las generaciones de hace 30, 40 años, es bien distinta de la que hoy se tiene. Los niños de mi generación teníamos padres y madres por docenas, no solo los biológicos, los vecinos y amigos de nuestros padres, lo eran también, en la colonia, en el barrio, en la cuadra en la que estaba nuestra casa había una familia extendida, todos nos conocíamos. Eso hoy ya se perdió. Nos hemos ido volviendo ínsulas solitarias, es como si nuestra naturaleza gregaria se fuera diluyendo en la vorágine individualista en la que hoy nos conducimos.

La solidaridad prácticamente no existe, ni en casa, ni en la escuela, por ello es bien difícil que se refleje en el seno de la comunidad en su conjunto. La moda es que cada quien se rasque con sus uñas y entre más rápido se aprenda, mejor. Los valores y los principios van siendo erradicados, pero ni siquiera se tiene conciencia del suceso, quizá por ello la humanidad pierde terreno y la violencia lo gana a pasos agigantados. Por eso la corrupción se institucionaliza en todos los ámbitos de nuestra vida y se ha ido convirtiendo en algo común y corriente. Ya nos acostumbramos a tener gobernantes sinvergüenzas y a vivir en la displicencia del gobernado indiferente. Total, concluimos, hagan lo que hagan los pillastres en el cargo público, nunca se les llama a cuentas. 

En la ley se establecen sanciones para los funcionarios corruptos, estas pueden ser administrativas o penales. Las penales implican en última instancia cárcel, las administrativas van desde la amonestación hasta la inhabilitación del cargo público. En otras latitudes del mundo están cobrando vigencia otro tipo de medidas, aquellas en las que se conmuta, verbi gratia, la cárcel o la multa, según sea el ilícito, por trabajo comunitario. Traigo el caso de Silvio Berlusconi, exprimer ministro de Italia, que en lugar de purgar una sentencia de arresto domiciliario, se le conmutó por servicio comunitario. Acude una vez a la semana y por un período de no menos de cuatro horas consecutivas a un centro para ancianos y discapacitados, especializado en enfermedades mentales, en el pueblo de Cesano Boscone cerca de Milán, Italia. Esto lo tendrá que hacer durante un año.

Estaré presentando una Iniciativa de ley en este perio do ordinario de sesiones que recién iniciamos el día 1 de este mes, en ese sentido. Propongo una reforma al artículo 13 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, para que estos realicen servicio comunitario en instituciones de asistencia social públicas por las horas a la semana que determine la autoridad, que en ningún caso podrá ser menor a cuatro semanas, como sanción adicional a la que le sea impuesta.

Creemos que realización de un servicio comunitario brinda una oportunidad al servidor público sancionado, a través de un modo constructivo y proactivo de reparar los daños causados por su conducta ilícita, con el beneficio potencial de mejorar la percepción general que tiene el servidor de su propia valía. Cabe destacar que en México, entre el primero de diciembre de 2012 y el 30 de junio del presente año, la Secretaría de la Función Pública (SFP) ha impuesto 5 mil 710 sanciones a 4 mil 884 servidores públicos, por lo que no es descabellado pensar que esos más de 5 mil servidores, son 10 mil manos más en servicios comunitarios, que no le costarían al Estado y que con sus actividades beneficiarían a muchísimos ciudadanos. 

Sé de antemano que habrá muchos peros para aprobarla, pero no me perdonaría quedarme de brazos cruzados.

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