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viernes, 17 de octubre de 2014

La nueva dimensión de la democracia (I)



9 de Agosto
No puedo pasar por alto lo publicado en los medios el lunes de esta semana, antes de entrar al tema de esta columna. Cuando se destaca como noticia de primera página en el San Antonio Express News, que personajazos vinculados a la administración de Humberto Moreira -  quien está relevado de cualquier responsabilidad por las autoridades nacionales y locales ¿¿¿¿???? –, entre los que destacan como reza la nota, “narcotraficantes, empresarios sin escrúpulos y funcionarios de alto nivel que lavaron más de 35 millones de dólares en sobornos para contratos estatales”, la náusea invade el ánimo y la repulsa hacia todo lo que tenga que ver con política, políticos, gobierno, estado se acrecienta. 

¿Cómo es posible, que el gobernador, el “profe”, el bailador de cumbias, el dicharachero, él… no tenga nada que ver con el asalto a Coahuila? ¿Cómo pudo la fiscalía del Estado – de ellos se explica – y luego la PGR – ahí ya no se explica – llegar a la conclusión de que no había delito que imputarle a Humberto Moreira? Si Villarreal era el titular del SATEC, él lo puso, lo nombró, la aprobación del Congreso fue puro trámite, como todo lo que hace la mayoría priísta, es decir, obedecer sin chistar, seguir instrucciones, si desde el SATEC se hicieron precisamente todas las tranzas y sinvergüenzadas, documentadas están… ¿Cómo? Y el sustituto, Jorge Torres López… acusado también por las autoridades norteamericanas… ¿Cómo es posible que un gobernador no esté enterado de las tropelías de sus subordinados? ¿Cómo se explica la riqueza de un señor que hasta antes de que Humberto Moreira llegara al poder, era minúscula, como lo subraya el exdiputado local Jorge Rosales Saade? Los vínculos entre RCG, voceros del gobierno moreirista, bueno, la televisora y radiodifusora solo dan cabida al prigobierno… ¿Ninguna sospecha? ¿Nada? ¿Cómo - diría mi abuela- se hizo de mulas Roberto Casimiro González Treviño, como para dedicarse a la “actividad” inmobiliaria en San Antonio?

Entro al tema de la democracia. Una democracia que guarda las formas de su diseño, es decir, del concepto de que se trata del gobierno del pueblo, pero que hoy día ya no dice nada, porque la realidad es otra. La representatividad que implica la democracia está cuestionada, yo diría que está en jaque, de tal suerte que habría que repensarla e incluso a atreverse a una regeneración de la misma.

El grueso de los mexicanos se declaran insatisfechos de la misma. Hasta hace poco la democracia representativa se veía como algo dado, hecho, pero en los últimos tiempos si le preguntamos a un mexicano si se siente representado por su Alcalde, legislador, Gobernador, Presidente de la República, la respuesta es no y de “hay pa’ delante”, como dice la canción, los calificativos que se le agregan son impublicables. De modo que su arquitectura política institucional está caduca, ya no da para más. La representación es intrínseca, pero así como está hoy, ya no sirve. 

La forma estándar de funcionar de una democracia: división de poderes, partidos políticos, elecciones periódicas, pues sí, es el diseño del traje, pero cuando se ven los resultados… La corrupción ha hecho estragos en mancuerna con su hermana la impunidad. ¿Quién diantres se va a sentir representado por individuos como el descrito en párrafos anteriores? Vale la pregunta ¿o no?  Y también hay que considerar que ha habido transformaciones sustantivas derivadas de la esfera económica, política, y de esta avalancha de tecnologías de la información. Estas últimas han puesto a la población en una dinámica diferente a lo tradicional, la circunstancia de que podamos acceder a la información o generarla, sin duda que ha fortalecido nuestra capacidad de empoderamiento.

Poder cuestionar a nuestros representantes a través de las redes sociales, le ha ido dando una fuerza a la sociedad muy importante. Ya se puede a través de las redes sociales decirles cuatro frescas a los gobernantes, nomás con un teclazo, y compartirlo con miles de personas en un instante; se pueden denunciar abusos, exhibir sinvergüenzadas de políticos de cualquier nivel, de empresarios, de dirigentes partidistas, de lideretes sindicales. Desde una computadora o un Ipad se pueden armar revoluciones en el campo de las finanzas, bueno, desde un teléfono celular. Hace 20 años, esto no era parte de la realidad de los simples mortales. Hace 20 años éramos simples espectadores de la política doméstica, ya no se diga de la internacional, y por lo general con un atraso que hoy no padecemos, apenas sucede, ya estamos enterados. Da igual que suceda en Iztapalapa o en Berlín, Tokio o Nueva York. 

Hoy día, ahí se ven los policías y los agentes del ministerio público – tan dulces personas – exhibidos en proyección nacional cometiendo atracos y/o dando “calentaditas” a los detenidos; o a alcaldesas e hijos de exgobernadores reunidos con capos de la delincuencia organizada para “acordar” lindezas, o a los juniors ganduleando la riqueza mal habida de sus progenitores senadores.

Todo esto nos dice que vivimos en un mundo diferente para el que fue diseñado el modelo actual. La lógica nos apunta que hay que adecuarlo a las circunstancias del siglo veintiuno. Concluimos el próximo sábado, Dios mediante, el tema. Gracias mil por leerlo.

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