Por Esther Quintana Salinas
Mejorar la educación en
nuestro país, es asunto de todos, de participación activa de TODOS los
implicados.
Soy una convencida de que
las instituciones pueden mejorar si se conjugan la voluntad, la inteligencia y
el esfuerzo de sus gestores. La calidad de la educación en nuestro país
mejorará, si los maestros se convierten – valga la redundancia- en mejores docentes.
Pero esto no se da en automático, ni por arte de magia, ni por decreto. Hay una
suma de elementos que debe darse para que esto ocurra.
Un sistema de evaluación
educativa, desde la óptica de los expertos en el tema, debidamente diseñado y
aplicado, se convierte en un recurso eficaz del que se puede disponer para
medir la calidad del servicio y decidir, en su caso, las mejoras a que haya
lugar. También permite la detección oportuna para intervenir en aspectos que
tengan que ver con sus estructuras, con el funcionamiento de los procesos de
selección, con la formación de sus profesores y con la organización del tiempo
y el espacio requeridos para alcanzar los objetivos planeados. Dimensionada
así, la evaluación supone una interpelación continua a la organización y
estructura de la institución. En la evaluación, los procesos de su
implementación son importantes, no solamente sus resultados. ¿Por qué? Simple,
a través de los primeros se alcanzan los segundos. De ahí que estén
estrechamente vinculados.
Llegar a ofrecer una
educación de calidad, como se plasmó en la pasada reforma constitucional,
supone la generación de una serie de condiciones relacionadas con el marco
institucional del sistema escolar, con el financiamiento de la educación, con
el desarrollo de la educación pre escolar, que es sine qua non en una sociedad
tan desigual como la nuestra, con el mejoramiento radical en la formación
inicial y en el desempeño de los profesores, con un sistema integral de
aseguramiento de la calidad para mejorar el desempeño. Y estas condiciones, se
establecen con reformas legislativas, con políticas de inclusión y con
programas e inversiones del Estado.
Mejorar la educación en
nuestro país, es asunto de todos, de participación activa de TODOS los
implicados. Sin duda, las dos principales variables vinculadas a este objetivo,
son la familia y la escuela. Tanto en casa como en el salón de clases se gesta
y empuja la relevancia de los esfuerzos y las expectativas de cara al
aprendizaje, así como su papel a la hora de explicar y modificar conductas y
actitudes.
Aspectos tan sustantivos
como la convivencia, la prevención y la resolución de conflictos – descuidados,
yo diría que hasta olvidados, nomás hay que ver la violencia desatada en las
escuelas – con la introducción de alternativas para mejorar la comunicación y a
través de la recuperación de los principios y valores que le dan sentido a la
vida, deben privilegiarse. Asimismo la recuperación de la autoridad moral del
educador, es imprescindible, necesitamos esa fuerza que se perdió en la madeja
de mezquindades e intereses oscuros de quienes dirigen el gremio y con la
bandera de la “dizque” defensa de los derechos laborales de sus representados,
envilecieron una profesión noble y respetable, en perjuicio de los mexicanos.
El educador tiene todo el
derecho al reconocimiento a su labor, pero este tiene que estar sustentado en
indicadores objetivos, medibles, a la luz de una evaluación profesional en la
que la retroalimentación tenga sitio de privilegio. Los niveles de rendimiento
académico y de fracaso escolar que arrojan las evaluaciones hoy día, nos
obligan a una revisión exhaustiva de las principales variables que los están
produciendo. La finalidad es adoptar medidas que conduzcan a optimizar el
aprendizaje, por eso es tan relevante, subrayo, generar las condiciones que
propicien el fortalecimiento de la formación y el desarrollo de los educadores.
El miércoles 21 inicia el
debate en el Congreso de la Unión, para dirimir los “cómos” tiene que suceder
esta transformación. Si los legisladores, al margen de colores partidistas,
privilegiamos, como es nuestro deber, el bien común, tendremos la legislación
idónea para un país que necesita a gritos igualar a los desiguales, y no hay
mejor instrumento que la educación.
Por favor manténgase
informado. Es asunto suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario