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lunes, 17 de junio de 2013

Elegir en conciencia

En un régimen democrático el poder está efectivamente distribuido, no concentrado en sus oligarquías económico-políticas.

Por Esther Quintana Salinas
 
En un régimen democrático el poder está efectivamente distribuido, no concentrado en sus oligarquías económico-políticas. En una democracia, las personas son percibidas como seres capaces de defender sus intereses colectivos y sus proyectos para mejorar su vida en comunidad, sujetos claro a la regulación y a los controles públicos, es decir al orden normativo.
 
De ahí la relevancia de desarrollar la solidaridad y la colectivización, tan sin presencia en una comunidad como la nuestra. Los mexicanos no hemos sido educados para la participación en los asuntos que nos atañen, como parte sustantiva de la sociedad, por eso ha sido tan fácil para quienes llegan al cargo público de elección o de designación, actuar como si los gobernados no existieran, y cometer toda suerte de tropelías, abusos, raterías, en la más absoluta de las impunidades, lo que ha provocado a la vez, en el ánimo de la población un rechazo rayano en la repulsión a cuanto tenga que ver con política, políticos y autoridad.
 
Romper con ese círculo no resulta nada fácil, pero tampoco es imposible. La política necesita una inyección masiva de energía popular, no populista, necesita un movimiento genuino, serio, contundente, de la sociedad ante el que se cuadren gobernantes, legisladores, jueces, partidos políticos, sindicatos y por supuesto candidatos a cargos de elección popular.
 
La política atañe al gobierno y a la administración del estado, por eso tiene que ser desempeñada cabalmente. Cuando alguien dice “yo no soy político”, está equivocado, ser político es parte intrínseca de nuestra naturaleza gregaria, todos somos políticos, y no hay mejor espacio para realizarnos, para serlo a plenitud, que en el seno de la comunidad.
 
Por eso, no obstante el desprestigio que se carga a cuestas la política, gracias al accionar de políticos sinvergüenzas y faltos de escrúpulos, tengo que subrayar, que se trata de una actividad humana valiosa, necesaria, fuente sine qua non del estado moderno, en la que el ciudadano tiene un papel fundamental. No participar en ella implica no decidir, mantenerse al margen de los asuntos que son prioritarios para la vida en común. La política debe ser un espacio natural en el que se discutan diferencias y se tomen acuerdos, es en su ámbito donde problemas como la pobreza, la desigualdad, la inequidad, la injusticia sociales, deben ser tratados y solucionados con inteligencia.
 
Quien no participa ni siquiera tiene derecho a quejarse de los malos gobernantes, de la corrupción y la impunidad que priva tanto en lo público como en lo privado, de la violencia, de la inseguridad pública, del desempleo, de la educación mediocre que se imparte en la escuela a la que asisten sus hijos, de los pésimos servicios de salud que recibe, de la información sesgada de los medios que se prestan a ello… en fin, de todo eso que le quita dignidad a la vida.
 
El domingo 7 de julio tenemos elecciones en Coahuila. Como ciudadana, como coahuilense, como parte de esta comunidad en la que vivo, quisiera que los diferentes partidos políticos que participan en la contienda, a través de sus candidatos, estuvieran ocupados en presentar a los electores cuatro propuestas concretas, llanas, claras, objetivas, del proyecto con el que gobernarán de llegar a la alcaldía, pero también quisiera que los electores estuvieran indagando en la hoja de vida de los aspirantes para enterarse cuáles son sus méritos, sus trayectorias, para aspirar a semejante responsabilidad. Y también revise con lupa la planilla que lo acompaña, no es asunto menor.
 
No se deje tomar el pelo por la propaganda electoral, permítale a su sentido común que mande en su voluntad y privilegie espacio para su memoria. No premie la incompetencia, ni la irresponsabilidad en encargos anteriores, no les conceda oportunidad a los mentirosos, ni a quienes han solapado y legalizado raterías y rinden pleitesía al gobierno en turno.
 
Usted es el mandante, es el dueño de la casa, usted tiene en consecuencia, todo el derecho del mundo de elegir en conciencia y con LIBERTAD a quien se está alquilando para administrarla, no es al revés. Sea implacable en la elección, es su derecho y su deber.
 
Como ciudadana quisiera que los partidos políticos presentaran a los electores propuestas concretas

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