El objetivo toral de un buen gobierno municipal debe ser: “siempre mejor”. Los tiempos de echando a perder se aprende deben quedar en la prehistoria, los ensayos están prohibidos, de tal suerte que hay que esmerarse en cumplir con las funciones BIEN, desde el principio y siempre.
Sin duda que la afiliación política de los gobernantes influye, coadyuva a
sacar los proyectos adelante, aunque no es regla que aplique invariablemente,
de eso sabemos en Coahuila, sin embargo, hay por parte del gobernador del
estado, y así lo ha declarado públicamente, voluntad de trabajar
coordinadamente con todos los alcaldes, al margen de colores partidistas, y yo
espero que honre su compromiso. Casi el 50 por ciento de la entidad está
pintada de azul, por voluntad de quienes así lo decidieron en las urnas en
julio del año pasado. Trabajo coordinado no significa subordinación ni
sumisión, sino en paridad y de conformidad estricta con el marco jurídico.
Hay paradigmas que tienen que romperse, y hacia allá tendremos que ir transitando.
Hoy la comunidad va llegando a la conclusión de que lo que verdaderamente
cuenta para ser un buen presidente municipal, son sus prendas humanas, no sus
filias partidistas. Quiere a la cabeza de su ayuntamiento a quien sepa
escuchar y se mantenga en contacto permanente con sus gobernados, que no
dependa de lo que le informen o digan sus subordinados, solamente, si no de lo
que le conste, porque habla con las personas a quienes gobierna, porque camina
las calles y se mantiene en cercanía y comunicación con la realidad del día a
día, y el plus de todo esto, además de que lo llevará a tomar decisiones
sustentadas en la objetividad, impedirá que levite, que tenga arrebatos de
soberbia, que esté consciente de la transitoriedad del cargo y de que NO SE LE
OLVIDE A QUIEN SE LO DEBE.
Un
buen alcalde tiene que saber trabajar con la oposición y estar abierto a la
generación de consensos para sacar adelante todos los proyectos que sean de
beneficio para sus gobernados. Esto es prioritario. Un buen alcalde tiene que
ser buen arbitro, porque tendrá que tomar decisiones que no siempre van a dejar
conformes a todos. Disciplinado con el alcance de las metas, pero muy realista
respecto de la forma de alcanzarlas. Un buen acalde tiene que saber rodearse de
un equipo de funcionarios eficiente y experto en las diferentes áreas de la
administración, porque no es todologo, ni puede estar en dos sitios a la vez,
de modo que debe saber delegar y confiar en quienes lo apoyan. Por eso es muy
importante poner todos los puntos sobre las íes, desde un principio, para que
no haya sorpresas. Yo le sugerí a nuestro nuevo alcalde, que sea inflexible en
dos asuntos, vinculados con las personas que va a invitar a su equipo de
trabajo, en la disciplina laboral y en la honestidad. La gente está harta de
flojos y de pillos. Un buen alcalde debe de decir adiós, sin que le tiemble la
mano, a quien o quienes no le den los resultados proyectados en el tiempo para
ello. El ayuntamiento no es un club de amigos, ni sucursal de la cueva de Alí Babá.
La
comunidad quiere alcaldes honestos, lo subrayo, lo destaco, quienes votamos por
Isidro López Villarreal, lo hicimos por esta razón sustantiva, amén de otras. Y
es que la honestidad no solo sirve para no disponer de los recursos públicos
como si fueran propios, y eso ya es mucho sin duda, porque es de lo que la
gente más se queja. La honestidad implica también reconocer las limitaciones
propias y aplicarse entonces a trabajar en EQUIPO, con alma y vida. Un alcalde
honesto es congruente y de la congruencia nace la honorabilidad. Un buen
alcalde tiene sentido común, y este no lo dan los grados académicos, está más
que probado. Un buen alcalde tiene que tener firmeza de carácter para sostener
sus decisiones ante los lambiscones profesionales, y para no dejarse intimidar
por sus enemigos. Un buen alcalde debe tener vocación de servicio y pasión por
la rendición de cuentas y la transparencia en el ejercicio del poder.
Felicidades,
Isidro. Confiamos en ti y sabemos que vas a honrar tus compromisos. Felicidades
a cada uno de los alcaldes emanados de Acción Nacional. Las bondades de la
alternancia se sustentan en los hechos, nada más y nada menos, y la gente votó
por la alternancia.
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