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lunes, 2 de diciembre de 2013

La reelección consecutiva




La reelección no está planteada ni para el Presidente de la república, ni para gobernadores. Alcaldes, síndicos y regidores, si

Uno de los temas sin duda más polémicos en el marco de la Reforma Política electoral que se discute en el Senado de la República, como cámara de origen, lo constituye sin duda la reelección consecutiva de legisladores y ediles. No es un asunto que se digiera con facilidad, derivado de la “tirria” histórica que tenemos los mexicanos sobre la posibilidad de que alguien quisiera prolongarse en el cargo público.

No existe la reelección en esos términos en nuestra legislación, pero de facto, estamos acostumbrados a ver y a padecer, como dice mi amiga Laurita, a “tarzanes” - esto lo digo yo - que brincan de liana en liana en lo federal y en lo local, en un período diputados y en el siguiente senadores. Con el conque de que es “legal” pedir licencia sin concluir los cargos por los que anduvieron pidiendo el voto al elector, eso para el caso de los uninominales, porque de los “pluris” es otro cantar, pues se pasean a discreción por la nómina pública.

La reforma en comento plantea la reelección consecutiva de legisladores y ediles, como lo apunté al principio, pero no “ad perpetuam”, sino por cierto número de períodos. Máximo 12 para legisladores, tanto locales como federales, y hasta cuatro períodos para ediles, siempre de 3 años cada uno. En Coahuila, tendría que reformarse la Constitución, ya que aquí son de cuatro.

¿Qué bondades tiene la reelección consecutiva? Por un lado, la representación prácticamente inexistente entre electores y representantes, se crearía. Porque obligaría a los legisladores a regresar disciplinada y permanentemente al sitio donde están sus conciudadanos, es decir los votantes a quienes les deben la curul, a informarles, a rendirles cuentas de su hacer parlamentario, y sobre todo a escuchar, a dialogar, a estar en contacto con una realidad que no es la misma que la que se respira y palpa en el recinto legislativo o atrás del escritorio de la oficina. Esto fortalecería su responsabilidad.

Bajo el modelo actual, el legislador se ocupa más de mantener estrechas relaciones políticas con su partido que con su electorado, porque sabe que al terminar el periodo para el que fue electo su carrera dependerá de que el partido quiera seguir apoyándolo. Con el nuevo esquema tendría que ocuparse de ambas, porque hasta dónde va la discusión, no podría presentarse a la reelección por otro partido o coalición distinta, en su caso, que lo hubiera propuesto la primera vez, ni con carácter de independiente.

Y por otro lado, profesionalizaría a los legisladores. El trabajo legislativo se vincula con diferentes materias cuyo conocimiento y dominio no se adquieren de la noche a la mañana. La complejidad de la sociedad de nuestros tiempos se refleja también en la complejidad de las labores legislativas y de los ordenamientos jurídicos, es decir, de las leyes que se generan como resultado. La expertis solo se adquiere trabajando.

Por esto y sobre todo, y creo que por ahí debí haber empezado, es que la reelección le permite al elector hacerse cargo de manera directa de su responsabilidad de mandante, porque puede premiar al quien le dio resultados con su gestión para que lo siga haciendo, o mandarlo a paseo si ésta no rindió lo que se esperaba. La continuidad misma del trabajo legislativo mejora con la  reelección inmediata, y esto da pie a la creación y desarrollo de verdaderas políticas de Estado en este ámbito del poder público.

La reelección no está planteada ni para el presidente de la república, ni para gobernadores. Alcaldes, síndicos y regidores, si. No hay gobierno más cercano a la población que el del ayuntamiento, por eso se incluyen en esta Iniciativa de reforma.

Y algo muy importante con lo que cierro estas reflexiones. La reelección, en caso de ser aprobada, no operaría de inmediato, es decir, quienes en este momento somos diputados o senadores, no tendríamos esa posibilidad.

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