La madrugada de este viernes el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, en uso de las facultades que le otorga la normatividad correspondiente, dio por concluida la sesión iniciada el jueves y nos citó para el martes 10 de noviembre a la ordinaria, con el compromiso de que el primer asunto del orden del día sería la discusión sobre los dos dictámenes que quedaron pendientes.
Fue una larga jornada. Los contenidos de la reforma política electoral aprobados en el Senado de la República llegaron a la cámara revisora, para ser discutidos, y en su caso aprobados o rechazados. Rechazos los hubo, pero no prosperaron.
Quiero ser objetiva en mis comentarios y reflexiones sobre esta reforma, porque necesito que usted que me lee, que es mi compatriota y que vive en la misma casa que compartimos millones de mexicanos, tenga una visión y versión de los hechos, de alguien que los conoce en primera persona, no de oídas. Si tuviera que hacer un balance de los contenidos que aprobamos contra lo que nos reservamos por no estar de acuerdo, le diría que esto último tiene un peso abrumador. Subimos a manifestar que no estábamos a favor de la reelección de los diputados de representación proporcional más conocidos por “pluris”, que debería además de disminuir su número, que tampoco íbamos con la nulidad de la elección en los términos en que quedó establecida. Me quedo con estos tres.
Si estamos de acuerdo en la reelección - y sin el ánimo de ser repetitiva, porque fue tema del texto de la semana pasada - porque empodera al ciudadano y le quita el control al partido político sobre el legislador, pudiendo premiarlo con la repetición o sancionarlo con el despido, pero esto para el diputado de mayoría. La gente no quiere a los diputados, pero a los plurinominales, MENOS, y si éste quiere seguir en la arena política, pues que lo haga por la vía uninominal, tocando puertas, quemando suela y pidiendo el voto directamente, y si gana, volviendo a los electores y estar en comunicación permanente y a sus órdenes, o la representación seguirá siendo un mito.
Fuimos por la disminución de los plurinominales y el PRI no lo aceptó. Para nuestro grupo parlamentario es asunto de congruencia, la disminución forma parte de la plataforma legislativa con la que ocurrimos a pedir el voto en 2011, para el PRI debiera serlo también, Peña Nieto lo prometió públicamente cuando era candidato a la Presidencia de la República. Pero ya sabemos que entre el dicho y el hecho hay mucho trecho y que de lengua se come no uno sino muchos tacos.
Tampoco se accedió a dejar la nulidad de la elección sin más agravante que el pasarse en el tope de los gastos de campaña. Es grosero, insulta a la inteligencia lo que quedó y aprobaron el PRI y sus incondicionales, solo es procedente cuando se excede en “un cinco por ciento del monto autorizado… y cuando la diferencia entre la votación obtenida entre el primero y el segundo lugar sea menor al cinco por ciento”…Hágame el “refabrón cabor” – con su permiso don Armando - ¿de qué se trata? De lo de siempre, el PRI accede hasta donde no se toquen sus intereses.
Las reformas de esta naturaleza debieran dejar en el ánimo de sus destinatarios, es decir de la población, que hubo madurez ciudadana de parte de quienes las hicieron posibles, que no fue un simple y mezquino ejercicio de medición de fuerzas para dejar en claro que “mientras no toquen lo mío, todo está bien”. Eso a usted le corresponderá juzgarlo. En lo particular, no estoy satisfecha, todavía el terreno no está parejo, y eso dificulta los acuerdos y facilita las ruindades. La mesa en la que se discuten las reformas, no es redonda. No se sientan ante ella pares, como en la leyenda de la Inglaterra medieval. Pero bueno, esa es la realidad y con ella hay que arar, como decía mi madre. Y siguen las leyes secundarias para regular los “cómos”, de modo que no es producto acabado.
Posdata: El 2 por ciento obtenido de la votación válida emitida como referente para que los partidos políticos mantengan su registro y para que les repartan diputaciones plurinominales, lo subieron a 3. De modo que usted seguirá financiando partidos morralla y a sus respectivos vividores. Tampoco hay segunda vuelta para la elección de presidente, no quisieron ni el PRI, ni el PRD.
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