6 de Septiembre
Hace tiempo que en nuestro país se ha ido perdiendo el sentido de
pertenencia al mismo, a las nuevas generaciones se les va haciendo más
difícil encontrar vínculos de identidad con la sociedad – al menos
teóricamente – a la que pertenecen. Sin duda que mucho tiene que ver en
esto la globalización en la que estamos inmersos, no obstante, estimo
que también es determinante en el resultado, la manera en que hoy
convivimos con los demás, empezando con la familia. Ahora, por ejemplo,
muchos niños ya no tienen mamá de tiempo completo, porque ellas se han
incorporado a la plantilla laboral, igual que el padre, y esto ha
determinado una serie de cambios sustantivos en la conducta de los
menores, que influyen sin duda en su comportamiento al llegar a la
adultez. Aquella vida comunitaria tan intensa que vivimos las
generaciones de hace 30, 40 años, es bien distinta de la que hoy se
tiene. Los niños de mi generación teníamos padres y madres por docenas,
no solo los biológicos, los vecinos y amigos de nuestros padres, lo eran
también, en la colonia, en el barrio, en la cuadra en la que estaba
nuestra casa había una familia extendida, todos nos conocíamos. Eso hoy
ya se perdió. Nos hemos ido volviendo ínsulas solitarias, es como si
nuestra naturaleza gregaria se fuera diluyendo en la vorágine
individualista en la que hoy nos conducimos.
La solidaridad
prácticamente no existe, ni en casa, ni en la escuela, por ello es bien
difícil que se refleje en el seno de la comunidad en su conjunto. La
moda es que cada quien se rasque con sus uñas y entre más rápido se
aprenda, mejor. Los valores y los principios van siendo erradicados,
pero ni siquiera se tiene conciencia del suceso, quizá por ello la
humanidad pierde terreno y la violencia lo gana a pasos agigantados. Por
eso la corrupción se institucionaliza en todos los ámbitos de nuestra
vida y se ha ido convirtiendo en algo común y corriente. Ya nos
acostumbramos a tener gobernantes sinvergüenzas y a vivir en la
displicencia del gobernado indiferente. Total, concluimos, hagan lo que
hagan los pillastres en el cargo público, nunca se les llama a cuentas.
En
la ley se establecen sanciones para los funcionarios corruptos, estas
pueden ser administrativas o penales. Las penales implican en última
instancia cárcel, las administrativas van desde la amonestación hasta la
inhabilitación del cargo público. En otras latitudes del mundo están
cobrando vigencia otro tipo de medidas, aquellas en las que se conmuta,
verbi gratia, la cárcel o la multa, según sea el ilícito, por trabajo
comunitario. Traigo el caso de Silvio Berlusconi, exprimer ministro de
Italia, que en lugar de purgar una sentencia de arresto domiciliario, se
le conmutó por servicio comunitario. Acude una vez a la semana y por un
período de no menos de cuatro horas consecutivas a un centro para
ancianos y discapacitados, especializado en enfermedades mentales, en el
pueblo de Cesano Boscone cerca de Milán, Italia. Esto lo tendrá que
hacer durante un año.
Estaré presentando una Iniciativa de ley en
este perio do ordinario de sesiones que recién iniciamos el día 1 de
este mes, en ese sentido. Propongo una reforma al artículo 13 de la Ley
Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos,
para que estos realicen servicio comunitario en instituciones de
asistencia social públicas por las horas a la semana que determine la
autoridad, que en ningún caso podrá ser menor a cuatro semanas, como
sanción adicional a la que le sea impuesta.
Creemos que
realización de un servicio comunitario brinda una oportunidad al
servidor público sancionado, a través de un modo constructivo y
proactivo de reparar los daños causados por su conducta ilícita, con el
beneficio potencial de mejorar la percepción general que tiene el
servidor de su propia valía. Cabe destacar que en México, entre el
primero de diciembre de 2012 y el 30 de junio del presente año, la
Secretaría de la Función Pública (SFP) ha impuesto 5 mil 710 sanciones a
4 mil 884 servidores públicos, por lo que no es descabellado pensar que
esos más de 5 mil servidores, son 10 mil manos más en servicios
comunitarios, que no le costarían al Estado y que con sus actividades
beneficiarían a muchísimos ciudadanos.
Sé de antemano que habrá muchos peros para aprobarla, pero no me perdonaría quedarme de brazos cruzados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario