9 de Agosto
No
puedo pasar por alto lo publicado en los medios el lunes de esta semana, antes
de entrar al tema de esta columna. Cuando se destaca como noticia de primera
página en el San Antonio Express News, que personajazos vinculados a la
administración de Humberto Moreira - quien está relevado de cualquier
responsabilidad por las autoridades nacionales y locales ¿¿¿¿???? –, entre los
que destacan como reza la nota, “narcotraficantes, empresarios sin escrúpulos y
funcionarios de alto nivel que lavaron más de 35 millones de dólares en
sobornos para contratos estatales”, la náusea invade el ánimo y la repulsa
hacia todo lo que tenga que ver con política, políticos, gobierno, estado se
acrecienta.
¿Cómo
es posible, que el gobernador, el “profe”, el bailador de cumbias, el
dicharachero, él… no tenga nada que ver con el asalto a Coahuila? ¿Cómo pudo la
fiscalía del Estado – de ellos se explica – y luego la PGR – ahí ya no se
explica – llegar a la conclusión de que no había delito que imputarle a
Humberto Moreira? Si Villarreal era el titular del SATEC, él lo puso, lo nombró,
la aprobación del Congreso fue puro trámite, como todo lo que hace la mayoría
priísta, es decir, obedecer sin chistar, seguir instrucciones, si desde el
SATEC se hicieron precisamente todas las tranzas y sinvergüenzadas,
documentadas están… ¿Cómo? Y el sustituto, Jorge Torres López… acusado también
por las autoridades norteamericanas… ¿Cómo es posible que un gobernador no esté
enterado de las tropelías de sus subordinados? ¿Cómo se explica la riqueza de
un señor que hasta antes de que Humberto Moreira llegara al poder, era
minúscula, como lo subraya el exdiputado local Jorge Rosales Saade? Los
vínculos entre RCG, voceros del gobierno moreirista, bueno, la televisora y
radiodifusora solo dan cabida al prigobierno… ¿Ninguna sospecha? ¿Nada? ¿Cómo -
diría mi abuela- se hizo de mulas Roberto Casimiro González Treviño, como para
dedicarse a la “actividad” inmobiliaria en San Antonio?
Entro
al tema de la democracia. Una democracia que guarda las formas de su diseño, es
decir, del concepto de que se trata del gobierno del pueblo, pero que hoy día
ya no dice nada, porque la realidad es otra. La representatividad que implica
la democracia está cuestionada, yo diría que está en jaque, de tal suerte que
habría que repensarla e incluso a atreverse a una regeneración de la misma.
El
grueso de los mexicanos se declaran insatisfechos de la misma. Hasta hace poco
la democracia representativa se veía como algo dado, hecho, pero en los últimos
tiempos si le preguntamos a un mexicano si se siente representado por su
Alcalde, legislador, Gobernador, Presidente de la República, la respuesta es no
y de “hay pa’ delante”, como dice la canción, los calificativos que se le
agregan son impublicables. De modo que su arquitectura política institucional
está caduca, ya no da para más. La representación es intrínseca, pero así como
está hoy, ya no sirve.
La
forma estándar de funcionar de una democracia: división de poderes, partidos
políticos, elecciones periódicas, pues sí, es el diseño del traje, pero cuando
se ven los resultados… La corrupción ha hecho estragos en mancuerna con su
hermana la impunidad. ¿Quién diantres se va a sentir representado por
individuos como el descrito en párrafos anteriores? Vale la pregunta ¿o
no? Y también hay que considerar que ha habido transformaciones sustantivas
derivadas de la esfera económica, política, y de esta avalancha de tecnologías
de la información. Estas últimas han puesto a la población en una dinámica
diferente a lo tradicional, la circunstancia de que podamos acceder a la
información o generarla, sin duda que ha fortalecido nuestra capacidad de
empoderamiento.
Poder
cuestionar a nuestros representantes a través de las redes sociales, le ha ido
dando una fuerza a la sociedad muy importante. Ya se puede a través de las
redes sociales decirles cuatro frescas a los gobernantes, nomás con un teclazo,
y compartirlo con miles de personas en un instante; se pueden denunciar abusos,
exhibir sinvergüenzadas de políticos de cualquier nivel, de empresarios, de
dirigentes partidistas, de lideretes sindicales. Desde una computadora o un
Ipad se pueden armar revoluciones en el campo de las finanzas, bueno, desde un
teléfono celular. Hace 20 años, esto no era parte de la realidad de los simples
mortales. Hace 20 años éramos simples espectadores de la política doméstica, ya
no se diga de la internacional, y por lo general con un atraso que hoy no
padecemos, apenas sucede, ya estamos enterados. Da igual que suceda en
Iztapalapa o en Berlín, Tokio o Nueva York.
Hoy
día, ahí se ven los policías y los agentes del ministerio público – tan dulces
personas – exhibidos en proyección nacional cometiendo atracos y/o dando
“calentaditas” a los detenidos; o a alcaldesas e hijos de exgobernadores
reunidos con capos de la delincuencia organizada para “acordar” lindezas, o a
los juniors ganduleando la riqueza mal habida de sus progenitores senadores.
Todo
esto nos dice que vivimos en un mundo diferente para el que fue diseñado el
modelo actual. La lógica nos apunta que hay que adecuarlo a las circunstancias
del siglo veintiuno. Concluimos el próximo sábado, Dios mediante, el tema.
Gracias mil por leerlo.
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