4 de Octubre
Cada mexicano que se esmera en hacer lo que
le toca hacer poniendo su mejor empeño, es un patriota. Porque todo lo
que se hace bien es a favor del país.
Ayer tuve la oportunidad - siempre la agradezco - de tener una charla
con mexicanos muy jovencitos, sus edades entre los 10 y los 17 años,
para hablar de México, nada más y nada menos. Le comparto, que esas
invitaciones las disfruto, las aprecio, son domingueras. Es una
maravilla el encuentro de dos generaciones, para sintetizarlo, en el que
el punto de confluencia es la CASA que no es común. Me pidieron que les
hablara de patriotismo a mis coterráneos de quinto y sexto año de
primaria, de secundaria y de preparatoria. Menudo compromiso. No podía
ser muy ceremoniosa, porque se iban a dormir, había que encontrar las
palabras idóneas, construir las ideas y exponerlas de manera clara y
sencilla a un público bullicioso naturalmente, que te manda a paseo sin
ningún remordimiento si no logras interesarlo en lo que dices.
Les
pedí a algunos de ellos que me acompañaran al podio, que nos dijeran su
nombre, sus apellidos, el nombre de sus padres, de sus abuelos, el
porqué les gustaba ir con sus abuelos, que era lo que más les gustaba de
esa visita, de porque amaban a su familia, de porque se sentían parte
de ella, de qué importancia tenía llevar tales o cuales apellidos, para
qué servía eso… Así fuimos transitando hacia México, hacia el porqué
somos mexicanos, las cosas que nos vinculan, las coincidencias, lo que
esto nos despierta.
Hablamos de nuestro pasado mesoamericano, del
sentimiento de orgullo que ha de despertarnos saber que venimos de
espléndidas civilizaciones como la olmeca, la maya, la mixteca zapoteca,
los teotihuacanos, los aztecas, del legado de cada uno de estos
pueblos, que constituyen una de nuestras raíces. Del arribo y conquista
española, de lo que significó, de su herencia, y del resultado de esa
mezcla. Les hice una pequeña reseña de nuestra historia para
convertirnos en nación, citamos a Hidalgo, a Morelos, a Allende, a
Abasolo, Aldama, a la Corregidora, a Leona Vicario, y de los motivos y
razones que tuvieron para atreverse a romper el statu quo y ser los
impulsores y protagonistas del primer movimiento armado. Independizarnos
de España, no más tiranía, adiós al coloniaje.
Y luego el segundo
impase de sangre: la revolución de 1910. Y entonces la lucha ya no fue
para romper con los de allende los mares, pero si con otra tiranía, con
la dictadura de Porfirio Díaz. Y fueron otros hombres y otras mujeres
los que se echaron a cuestas el deber de defender la casa. El grueso de
ellos, anónimos, los reconocidos, los que fueron por delante, Madero,
Carranza, Villa, Obregón, entre otros.
Patriotas, así los
recordamos. Murieron por la Patria. Hicieron lo que la realidad de eso
entonces demandaba. Son los mexicanos de los siglos 19 y 20,
respectivamente. ¿Quiénes son los patriotas de este siglo? ¿De qué
necesita ser salvado el México de nuestros días? ¿Qué ataduras deben
romperse para que el país se libere de la pobreza, de la delincuencia,
de la violencia, de la desvergüenza, de la rapiña institucionalizada, de
la mediocridad, del conformismo, del borreguismo, de la simulación, de
las mentiras, de la corrupción y la impunidad como formas de vida, tanto
en lo público, como en lo privado?
Les dije que sus padres eran
patriotas y es que cada mexicano que hoy en día cumple con su
responsabilidad, lo es, no me cabe la menor duda. Les dije que el
patriotismo de sus progenitores consistía en hacerse cargo de ellos, de
su alimentación en el sentido más amplio, de su formación, de su
cuidado. Les dije que cada mexicano que se esmera en hacer lo que le
toca hacer poniendo su mejor empeño, es un patriota. Porque todo lo que
se hace bien es a favor del país.
Les dije que México necesita
del patriotismo de todos para salir adelante. Les pedí que cumplieran
con lo que hoy les corresponde, que es ESTUDIAR, que fueran estudiantes
de excelencia, porque el país necesita de gente preparada y comprometida
para ser distinto. Les hable del orden y del respeto a la ley por
conveniencia propia y sobre todo de la NECESIDAD que tiene este México
nuestro de personas HONESTAS.
No sé que tanto me hayan escuchado,
pero le juro a usted, estimado lector, que si toqué el corazón y la
conciencia de uno solo de mis jóvenes oyentes, habrá valido la pena esa
charla de ayer por la mañana.
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