La reelección no está
planteada ni para el Presidente de la república, ni para gobernadores. Alcaldes, síndicos y regidores, si
Uno
de los temas sin duda más polémicos en el marco de la Reforma Política
electoral que se discute en el Senado de la República, como cámara de origen,
lo constituye sin duda la reelección consecutiva de legisladores y ediles. No
es un asunto que se digiera con facilidad, derivado de la “tirria” histórica
que tenemos los mexicanos sobre la posibilidad de que alguien quisiera
prolongarse en el cargo público.
No
existe la reelección en esos términos en nuestra legislación, pero de facto,
estamos acostumbrados a ver y a padecer, como dice mi amiga Laurita, a “tarzanes”
- esto lo digo yo - que brincan de liana en liana en lo federal y en lo local,
en un período diputados y en el siguiente senadores. Con el conque de que es
“legal” pedir licencia sin concluir los cargos por los que anduvieron pidiendo
el voto al elector, eso para el caso de los uninominales, porque de los
“pluris” es otro cantar, pues se pasean a discreción por la nómina pública.
La
reforma en comento plantea la reelección consecutiva de legisladores y ediles,
como lo apunté al principio, pero no “ad perpetuam”, sino por cierto número de
períodos. Máximo 12 para legisladores, tanto locales como federales, y hasta
cuatro períodos para ediles, siempre de 3 años cada uno. En Coahuila, tendría
que reformarse la Constitución, ya que aquí son de cuatro.
¿Qué
bondades tiene la reelección consecutiva? Por un lado, la representación
prácticamente inexistente entre electores y representantes, se crearía. Porque
obligaría a los legisladores a regresar disciplinada y permanentemente al sitio
donde están sus conciudadanos, es decir los votantes a quienes les deben la
curul, a informarles, a rendirles cuentas de su hacer parlamentario, y sobre
todo a escuchar, a dialogar, a estar en contacto con una realidad que no es la
misma que la que se respira y palpa en el recinto legislativo o atrás del
escritorio de la oficina. Esto fortalecería su responsabilidad.
Bajo
el modelo actual, el legislador se ocupa más de mantener estrechas relaciones
políticas con su partido que con su electorado, porque sabe que al terminar el
periodo para el que fue electo su carrera dependerá de que el partido quiera
seguir apoyándolo. Con el nuevo esquema tendría que ocuparse de ambas, porque
hasta dónde va la discusión, no podría presentarse a la reelección por otro
partido o coalición distinta, en su caso, que lo hubiera propuesto la primera
vez, ni con carácter de independiente.
Y
por otro lado, profesionalizaría a los legisladores. El trabajo legislativo se
vincula con diferentes materias cuyo conocimiento y dominio no se adquieren de
la noche a la mañana. La complejidad de la sociedad de nuestros tiempos se
refleja también en la complejidad de las labores legislativas y de los
ordenamientos jurídicos, es decir, de las leyes que se generan como resultado.
La expertis solo se adquiere trabajando.
Por
esto y sobre todo, y creo que por ahí debí haber empezado, es que la reelección
le permite al elector hacerse cargo de manera directa de su responsabilidad de
mandante, porque puede premiar al quien le dio resultados con su gestión para
que lo siga haciendo, o mandarlo a paseo si ésta no rindió lo que se esperaba.
La continuidad misma del trabajo legislativo mejora con la reelección
inmediata, y esto da pie a la creación y desarrollo de verdaderas políticas de
Estado en este ámbito del poder público.
La
reelección no está planteada ni para el presidente de la república, ni para
gobernadores. Alcaldes, síndicos y regidores, si. No hay gobierno más cercano a
la población que el del ayuntamiento, por eso se incluyen en esta Iniciativa de
reforma.
Y
algo muy importante con lo que cierro estas reflexiones. La reelección, en caso
de ser aprobada, no operaría de inmediato, es decir, quienes en este momento
somos diputados o senadores, no tendríamos esa posibilidad.
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