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sábado, 24 de septiembre de 2016

Sin tapujos

Vienen tiempos en que tendremos que tomar decisiones, Coahuila necesita asumir su responsabilidad y definir qué quiere, con quién quiere y hacia dónde quiere ir.

 18 de Junio 2016
 
Los seres humanos tenemos la capacidad de amar, de odiar y de ser indiferentes. El odio y el amor son antónimos, como el día y la noche, ambos son  sentimientos, pero la indiferencia es la ausencia de ellos. La indiferencia es hija de la no creencia, de la falta de compromiso. Quien la padece vive en su burbuja, nada le conmueve, ve suceder las cosas sin inmutarse.

La indiferencia permite la multiplicación de la pobreza material e inmaterial y también la de ese otro azote de la sociedad de hoy, que es la violencia. El mundo se ha ido llenando —gracias a su proliferación— de mendigos, de vagos, de proxenetas, de violadores, de asesinos, de todo cuanto lo va volviendo invivible y desastroso. La indiferencia incuba el invierno en el espíritu, nos vuelve fríos y distantes, convierte en islas lo que antes fue un continente, se come nuestra naturaleza gregaria, y esto, si lo seguimos permitiendo, terminará exterminándonos y será otra especie la que pueble la Tierra en el futuro.

La indiferencia cuando se generaliza permite toda suerte de abusos, desde el alza de los precios en productos de primera necesidad, hasta la proliferación y los crímenes atroces de la delincuencia organizada. Y la sociedad en la que ocurren ve y calla, porque es más cómodo actuar así, quedarse así, y es que la falta de compromiso hacia allá conduce, toda vez que tenerlo demanda responsabilidad. La indiferencia solo requiere arrogancia, cinismo y soberbia, y así es más fácil —no recuerdo donde lo leí— “olvidarse que el mundo está roto o a punto de romperse…”.

La indiferencia es el peor mal de nuestro tiempo, bajo su influjo se ha relativizado el sentido de lo verdaderamente importante, a tal grado que si algo no  ofrece un beneficio propio, cuantificable $$$$, ni en cuenta. La solidaridad, la fraternidad, el amor y la comprensión se han convertido, para esta sociedad de hombres y mujeres “civilizados”, en un incordio, sin importar que no vivirlos esté acrecentando el cúmulo de inequidades y de injusticia social, y con ello el colapso de las naciones y la multiplicación del odio. 

Ahora cualquier maniaco toma un arma y mata sin el menor remordimiento. Los indiferentes se blindan de tal suerte, que ni siquiera reparan en que tarde o temprano se verán impactados por su propia escoria; es decir, por su cobardía, su egoísmo y su indolencia.


Apuntaba Ricardo Flores Magón hace un siglo que “Los sumisos, los mansos, los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que con su pasividad, su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades”. Nos quejamos de los malos gobiernos, de los corruptos, ladrones, vividores y etcétera, etcétera, y éstos —vuelvo a Flores Magón porque lo dijo con meridiana claridad—, no son producto de la generación espontánea, los crea el mismo pueblo, el “pueblo degradado y tiranizado”. “El mal, pues, está ahí, en la masa de los sufridos y los resignados, en el montón amorfo de los que están conformes con su suerte”.

Vienen tiempos en que tendremos que tomar decisiones, Coahuila necesita asumir su responsabilidad y definir qué quiere, con quién quiere y hacia dónde quiere ir. El próximo año tendremos elecciones, no se vale fingir demencia y dar por sentado que todo está bien, porque no lo está. Ya basta de votar sin el análisis previo de la reflexión, ya basta de la posición cerrada del “yo no voto, porque todos son iguales”. Tenemos el deber de reconocer nuestra responsabilidad en el destino de una comunidad de la que SOMOS PARTE. Dejemos de repartir culpas y de airear yerros ajenos, y admitamos los propios. Si hemos tenido pillastres como gobernantes, es porque lo hemos consentido por las razones y las sin razones que usted guste y mande, nos lo espetan en la cara los 86 años de gobierno tricolor sin ninguno de alternancia, y un Congreso local con mayoría de los de siempre; es decir, de Diputados que NO LO REPRESENTAN A USTED, sino al Gobernador en turno. Esto NO ES NORMAL, esto no es democracia, esto es una dictadura consentida, consentida por la indiferencia.

Señores, señoras, Coahuila necesita oxigenarse, pero no puede hacerlo sola. Lo necesita a usted, al de al lado, a los de allá, a los de acá… ¡A todos!

Posdata: Haber votado a favor la 3 de 3 en el Senado, como lo hicieron los tricolores y los verdes… ¡No tiene nombre! Se burlaron de sus mandantes. Y qué cobardía de los que prefirieron hacer mutis a la hora de votar y se esfumaron. Tome nota, señor elector, y cóbrelo en las urnas.

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