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sábado, 21 de noviembre de 2015

Titiritero

Noviembre 7, 2015
 
A través de ella se “fabrican” imágenes falsas de la realidad, implica su ejercicio una serie de tretas y montajes para engatusar a quienes por no estar conscientes de semejantes simulaciones, son campo virgen para infestarlos. Estoy refiriéndome a la manipulación, generoso leyente, ese ejercicio retorcido y abusivo del poder. Al encubrir la verdadera naturaleza de los motivos, medios o fines que sustentan sus acciones, sus destinatarios no oponen resistencia, en consecuencia, no necesita ni persuadirlos ni convencerlos, solos se entregan.

Uno de los primeros estudiosos de la psicología de las masas, Edward L. Bernays, sobrino de Sigmund Freud, escribió en su libro “Propaganda” (1928): “La manipulación deliberada e inteligente de los hábitos estructurados y de las opiniones de las masas es un elemento importante en las sociedades democráticas. Aquellos que manipulan este oculto mecanismo de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder dirigente de nuestro país. Somos gobernados, nuestras mentes están amoldadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, en gran medida por hombres de los que nunca hemos oído hablar”. 

En otro de sus libros, “Cristalizando la Opinión Pública”, disecciona los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como medio  para unificar su pensamiento. De modo que, según su razonamiento: “La mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía”. Este es uno de los principios más firmemente establecidos por la psicología de masas”, ergo, la propaganda de un gobierno manipulador, se dirige entonces, no al individuo, sino al grupo en el que la personalidad de éste, en su plano unidimensional, se desdibuja y no es más que un punto x en el entramado de falsas expectativas creadas y sueños “guajiros” comunes que lo sustentan.

Lo que hoy estamos viviendo es una dictadura “invisible” que ha ido “domesticando” al individuo, volviéndolo acrítico, miedoso y conformista, típico de una sociedad homogénea, uniforme y manipulable, aquellos a quienes el sociólogo y filosofo alemán Herbert Marcuse, conceptuaba como “atados a la pasividad política”. 

Hoy día, aun con elecciones dizque democráticas de por medio, tenemos gobernantes con claros tintes totalitarios -autoritario, inflexible y centralista- para desgracia de los gobernados. Hoy, a diferencia de los juegos de poder que analizaba Nicolás Maquiavelo, y que tenían lugar en la oscuridad de los pequeños corrillos cortesanos, la tecnología los ha catapultado hasta el infinito, el daño se ensancha porque abarcan espacios inimaginados en la Edad Media, la potencia y alcance de la manipulación está operando sin regulación ni contención alguna. 

En entidades federativas en las que nunca ha habido alternancia en el Poder Ejecutivo, ni mayorías legislativas distintas a las de siempre, el mandamás en turno ordena una descalificación mediática permanente a sus opositores, persecución disfrazada de auditorías con marcaje personal -que jamás las ordenará, no porque sean parte de sus facultades, sino porque “manda” en el facultado, en administraciones municipales de su mismo color- y es que hacerlo lo estima como parte de los “logros” de su mandato. Ordena factoría de leyes a su modo y conveniencia, y tergiversa la realidad con la mano en la cintura. Y además la impunidad está garantizada. 

Noam Chomsky, menciona entre las estrategias más efectivas de gobiernos manipuladores, la de la impartición de educación sin calidad porque es una arma de control y esclavitud infalible. Lo transcribo: “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores”. Otra más: Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. “Hacerlo creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto.” ¿Cómo ve? ¿Le suena familiar?

Por ello es insoslayable generar un nuevo orden, uno en el que se privilegien el pluralismo, la inclusión, la igualdad y la equidad; uno en el que la racionalidad y la transparencia tengan sitial en primer plano, porque son estas dos premisas el fundamento, la fuerza, para contrarrestar los efectos perversos de la manipulación que hoy envenena el ejercicio del poder público para mal y daño de los gobernados.

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