En mi partido tenemos que entender que en política se empieza a ganar cuando en tu propio espejo se refleja la congruencia
11 de Junio 2016
En
la antigua Roma cuando un general regresaba victorioso de las batallas
habidas en tierra extranjera se le recibía como héroe. La ceremonia era
fastuosa. Era un desfile monumental que iniciaba en el Campo de Marte
que se ubicaba en las afueras de la “Ciudad Eterna” y concluía en el
templo de Júpiter en una de las 7 colinas que guardaban a la urbe: la
Capitolina. El general en cuadriga dorada conducida por briosos corceles
recorría la ruta trazada en medio de aclamaciones del pueblo que le
aplaudía, se hacía acompañar de un sirviente que sobre su cabeza
sostenía una corona de laurel y le repetía al oído una sola frase:
“memento mori” , que en castellano significa “Recuerda que vas a morir,
recuerda que eres mortal”. Era el recordatorio de que no era Dios. De
ahí la frase de que en la victoria se debe ser humilde.
Las victorias en política las genera el electorado, su voluntad, y eso hay que tenerlo siempre presente, para que no se olvide a quien se le deben y a quien se deben. Como panista, como mexicana, como ciudadana, estoy contenta, pero estoy más preocupada que contenta, con toda honestidad. Porque estas victorias en 7 estados de la República, que en número de población que se gobernará significa aproximadamente 40 millones de almas, le imponen a Acción Nacional un desafío extraordinario, son solo el principio de lo que pueda ocurrir mañana, mañana me refiero a 2017 y a 2018. Para empezar, el partido tendrá que hacerse cargo, y más vale que así sea, de que esta victoria se administre con sabiduría, con prudencia, con sensatez, con serenidad, con mucha inteligencia y toneladas de humildad.
En seis de los estados en que se alcanzaron los triunfos electorales quedaron de manifiesto dos verdades: el hartazgo de la gente y la esperanza de una transformación. En Aguascalientes después de un sexenio fuera nos vuelven a dar la oportunidad. En Tamaulipas, la alternancia, por primera vez. En Chihuahua volvemos después de una larga ausencia. En Puebla ya gobernábamos. En estas cuatro unidades federativas fuimos sin alianzas.
En los tres estados restantes, de sobra es sabido que llegamos con la izquierda en una alianza electoral, no ideológica, que se tendrá que honrar por ambos partidos en los términos que se hayan acordado desde la cúpula. De no ser así no arriendo frutos dulces. De modo que no es miel sobre hojuelas.
Hay candidatos electos expriístas, y eso también es importante destacarlo. Precisamente en una de las elecciones del domingo en cita, nos cobraron la factura mandándonos a tercer lugar. Hace seis años fuimos con un tricolor y siempre tricolor. Tampoco perdamos de vista la conformación de los Congresos locales, un asunto sustantivo del que infortunadamente todavía no se ocupa a profundidad el grueso de los electores. Sin mayoría parlamentaria el ejecutivo en turno se sentirá muchas veces como Sísifo, aciaga será su lucha —lucha— para lograr acuerdos y sacar adelante reformas. Y esto sí que lo conozco. Y el costo de no generarlos es muy alto. No la tendrán nada fácil ni Veracruz, ni Durango, verbi gratia. Ganar una elección es más complejo que perderla porque hay que materializar cuanto se ofreció en campaña. La gente está harta de que le mientan y no le cumplan. Lo dijeron con toda claridad quienes votaron por la alternancia. Quienes prometieron que iban a llevar a cuentas a los corruptos, van a tener que honrar su dicho. Quienes dijeron que si ganaban habría una transformación política, económica y social, tendrán que esmerarse en conseguirlo. Sin resultados no valdremos un cacahuate.
En mi partido tenemos que entender que en política se empieza a ganar cuando en tu propio espejo se refleja la congruencia. Y el PAN se ha permitido violentar esta norma de oro por acción o por omisión, y eso nos ha costado incredulidad y derrotas que van más allá de lo electoral. Este domingo 5 de junio una inmensa mayoría de compatriotas nos dijeron en las urnas: va, pero no es regalo, es para que me demustres que valió la pena otorgarte mi confianza. No olvidemos el espejo, correligionarios.
Ah… y no perdamos de vista que un animal herido se vuelve infinitamente más agresivo y peligroso. Y otra más, las encuestas se hacen a modo de quien o quienes las pagan…Que edificante ¿verdad?...
Las victorias en política las genera el electorado, su voluntad, y eso hay que tenerlo siempre presente, para que no se olvide a quien se le deben y a quien se deben. Como panista, como mexicana, como ciudadana, estoy contenta, pero estoy más preocupada que contenta, con toda honestidad. Porque estas victorias en 7 estados de la República, que en número de población que se gobernará significa aproximadamente 40 millones de almas, le imponen a Acción Nacional un desafío extraordinario, son solo el principio de lo que pueda ocurrir mañana, mañana me refiero a 2017 y a 2018. Para empezar, el partido tendrá que hacerse cargo, y más vale que así sea, de que esta victoria se administre con sabiduría, con prudencia, con sensatez, con serenidad, con mucha inteligencia y toneladas de humildad.
En seis de los estados en que se alcanzaron los triunfos electorales quedaron de manifiesto dos verdades: el hartazgo de la gente y la esperanza de una transformación. En Aguascalientes después de un sexenio fuera nos vuelven a dar la oportunidad. En Tamaulipas, la alternancia, por primera vez. En Chihuahua volvemos después de una larga ausencia. En Puebla ya gobernábamos. En estas cuatro unidades federativas fuimos sin alianzas.
En los tres estados restantes, de sobra es sabido que llegamos con la izquierda en una alianza electoral, no ideológica, que se tendrá que honrar por ambos partidos en los términos que se hayan acordado desde la cúpula. De no ser así no arriendo frutos dulces. De modo que no es miel sobre hojuelas.
Hay candidatos electos expriístas, y eso también es importante destacarlo. Precisamente en una de las elecciones del domingo en cita, nos cobraron la factura mandándonos a tercer lugar. Hace seis años fuimos con un tricolor y siempre tricolor. Tampoco perdamos de vista la conformación de los Congresos locales, un asunto sustantivo del que infortunadamente todavía no se ocupa a profundidad el grueso de los electores. Sin mayoría parlamentaria el ejecutivo en turno se sentirá muchas veces como Sísifo, aciaga será su lucha —lucha— para lograr acuerdos y sacar adelante reformas. Y esto sí que lo conozco. Y el costo de no generarlos es muy alto. No la tendrán nada fácil ni Veracruz, ni Durango, verbi gratia. Ganar una elección es más complejo que perderla porque hay que materializar cuanto se ofreció en campaña. La gente está harta de que le mientan y no le cumplan. Lo dijeron con toda claridad quienes votaron por la alternancia. Quienes prometieron que iban a llevar a cuentas a los corruptos, van a tener que honrar su dicho. Quienes dijeron que si ganaban habría una transformación política, económica y social, tendrán que esmerarse en conseguirlo. Sin resultados no valdremos un cacahuate.
En mi partido tenemos que entender que en política se empieza a ganar cuando en tu propio espejo se refleja la congruencia. Y el PAN se ha permitido violentar esta norma de oro por acción o por omisión, y eso nos ha costado incredulidad y derrotas que van más allá de lo electoral. Este domingo 5 de junio una inmensa mayoría de compatriotas nos dijeron en las urnas: va, pero no es regalo, es para que me demustres que valió la pena otorgarte mi confianza. No olvidemos el espejo, correligionarios.
Ah… y no perdamos de vista que un animal herido se vuelve infinitamente más agresivo y peligroso. Y otra más, las encuestas se hacen a modo de quien o quienes las pagan…Que edificante ¿verdad?...
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