Abril 9, 2016
No
hay novedad alguna en que la clase política en general, hoy día, está
viviendo una grave crisis de credibilidad por parte de la población. El
rechazo a todo cuanto tenga que ver con gobierno, autoridad o similares
está a la vista. La desafección política crece a la par. Principios como
probidad, honestidad, congruencia o responsabilidad no forman parte de
su acerbo cultural, y mucho menos, pero mucho menos, de su
comportamiento.
¿Cómo se arribó a semejante abismo? Por la ruta de
la impunidad. Una impunidad aprobada cada equis número de años, por la
mayoría —muy reducida, pero mayoría al fin— que acude a las urnas.
Vivimos
tiempos en que a los honestos se les aísla y a los corruptos se les
entroniza. Apartados y ridiculizados en este mundo de al revés, como
dicen estos versos que en algún lado escuché o leí: “Es lo mismo el que
labura/ noche y día como un buey,/ que el que vive de los otros,/ que el
que mata, que el que cura/ o está fuera de la ley”.
En nuestra
amada entidad federativa quienes denuncian los atracos del gobierno en
turno no ganan elecciones, es más, “caen gordos”. Y no escribo esto a
tontas y a locas, la megadeuda adquirida durante la administración de
Humberto Moreira, el atraco sin sanción alguna para el responsable y su
séquito, la nula información sobre el destino de lo atracado, no ha
hecho mella alguna en la voluntad de los únicos que pueden cambiar este
estado de cosas.
Lo que necesitamos es, crear conciencia,
persuadir que esta arritmia moral es motivo y razón de la decadencia que
está comiéndose las posibilidades de generar bienestar colectivo.
Tenemos que convencer a la ciudadanía de que tolerar a los corruptos es
la causa de nuestros peores males, que en Coahuila ha aumentado la
pobreza y que la clase media, que es sinónimo de prosperidad en
cualquier país de primer mundo, aquí va a la baja.
La
participación cívica es inminente en Coahuila, es fundamental conjuntar
el esfuerzo de la ciudadanía para generar una transformación que mejore
su nivel de vida. Es imprescindible que los coahuilenses participen en
forma activa en la resolución de problemas comunitarios, puesto que
nadie mejor que el que siente el rigor de la problemática en forma
directa conduzca un cambio cualitativo en el desarrollo económico,
político y social. La gama de participación es variada y rica: comités
de vecinos, organizaciones de profesionistas, cooperativas, asociaciones
empresariales, sociedades de alumnos, o padres de familia.
¿Por
qué participar?, ¿Por qué opinar?, ¿Por qué protestar?. Porque cuando lo
hacemos ejercemos derechos, los nuestros, manifestamos nuestros puntos
de vista y defendemos lo que por derecho nos corresponde, y con ello
nuestros ideales. ¿Por que participar?, Porque al hacerlo creamos un
vinculo entre nuestros ideales, nuestros principios y hábitos
culturales, y esto se traduce en compromiso, compromiso con nosotros
mismos y con la comunidad de la que somos parte viva y sustantiva y al
exigir honestidad y respeto al orden jurídico nos comprometemos en dos
vías, primero porque si somos capaces de ver las faltas de otros,
también lo seremos para ver las propias, y no hay nada más comprometedor
que vernos a nosotros mismos, y preguntarnos ¿Cómo lo estamos haciendo?
He
ahí la gran interrogante, ahí está nuestra arma contra la corrupción.
Si no exigimos, si no participamos, estamos alimentando la corrupción,
la continuidad, de modo que a mayor corrupción mayor participación.
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